Ciencia en el cine

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/ 12 mayo 2017

Los ejemplos de buena ficción científica han dejado su huella en las cintas cinematográficas. Veremos cinco de ellos.

Aunque ahora proliferan en las pantallas las películas que reinventan las leyes de la física, la química y la biología, el cine de ciencia-ficción también ha aportado buenos ejemplos de rigor científico. 

Una prueba de que la plausibilidad no es obstáculo para la imaginación, lo  constituye la cinta Interstellar, que  no solo vino avalada por la dirección de Christopher Nolan (tres  veces nominado al Oscar) y por las interpretaciones estelares de Matthew McConaughey, Anne Hathaway y Michael Caine, sino que además contó con el respaldo científico y la producción ejecutiva del reconocido físico teórico Kip Thorne, del Instituto Tecnológico de California (Caltech).

Interstellar se sitúa en una Tierra futura cuyos recursos se han agotado, amenazando la supervivencia de la humanidad. El hallazgo casual de un ‘agujero de gusano’, un concepto teórico de la física capaz de unir dos regiones distantes en el espacio-tiempo, le dará a los científicos la oportunidad de explorar la existencia de otros mundos habitables en el Universo. 

Uno de los aspectos más elogiados de la cinta es la plasmación más fiel que se ha hecho hasta ahora de un ‘agujero negro’, jamás lograda en el cine, un trabajo en el que Kip Thorne colaboró estrechamente con el equipo de efectos especiales de la película.

“Es la primera vez que la representación de un agujero negro comienza con las ecuaciones de la Relatividad General de Einstein”, señaló el físico en un vídeo promocional.

Para demostrar que las palomitas de maíz que se venden a la entrada de los cines no están reñidas con el rigor académico, repasamos a continuación cinco ejemplos de temas científicos que han sido elogiados por los fanáticos y amantes de la buena cinematografía.

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1. 2001, Una odisea del espacio
La cinta Gravity (2013) de Alfonso Cuarón cosechó elogios por su fiel retrato del desempeño de los astronautas en el espacio exterior, pero lo cierto es que, como destacó el astrofísico y divulgador Neil DeGrasse Tyson, corresponde a Stanley Kubrick el haber logrado lo mismo 45 años antes, adelantándose a la época de las estaciones espaciales tripuladas. 

El excesivo metraje de ‘2001, Una odisea del espacio’ (1968) y su compleja trama, que solo se explica en su totalidad en el libro escrito por Arthur C. Clarke a raíz de la película, lastraron en su día el éxito comercial de la cinta. 

Sin embargo, este clásico de Kubrick ha aguantado el paso del tiempo gracias a sus representaciones realistas del silencio en el espacio, de la vida en microgravedad, la recreación de gravedad artificial, las comunicaciones interplanetarias y los avances en supercomputación. De forma casi anecdótica, en esta película las pantallas son planas como las actuales; una tecnología que no existía en su día y que supuso una apuesta certera. Como crítica negativa, suele mencionarse que la película falló al no predecir la miniaturización de las computadoras.

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2. Primer
El director, matemático e ingeniero, Shane Carruth, escribió, produjo y dirigió en 2004 una cinta de bajo presupuesto sobre viajes en el tiempo que ha sido elegida como uno de los mejores modelos de la llamada ciencia-ficción ‘dura’, por el rigor de sus planteamientos científicos. 

Y ello a pesar de que el argumento de la película —la historia de dos ingenieros que descubren casualmente un sistema para viajar en el tiempo—, es tan extremadamente complejo que resulta casi incomprensible sin ayuda de algunos esquemas que ahora  circulan en internet. 

Entre los aciertos de Carruth figura el haberse inspirado en las ideas del físico y Premio Nobel Richard Feynman para plantear el viaje en el tiempo como una vuelta atrás al reloj en tiempo real. 

Pero además, Primer  muestra una aproximación verídica al trabajo de investigación, con personajes que hablan y actúan como científicos auténticos y que en algunos casos llegan a sus hallazgos casi por casualidad.

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3. Gattaca
En una reunión celebrada en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, los científicos presentes eligieron Gattaca como una de las obras de ciencia-ficción más científicamente sólidas de la historia del cine. 

La película rodada por Andrew Niccol en 1997 es una distopía sobre cómo el uso de la ingeniería genética en los humanos, y el control de las técnicas reproductivas, pueden conducir a la sociedad hacia un sistema de discriminación basado en la eugenesia, un argumento que ya había explorado el escritor Aldous Huxley en su obra ‘Un mundo feliz’. 

Pero no es este el único clásico futurista revisitado en Gattaca: En la película, la dictadura del ADN alcanza su clímax en una civilización gobernada con mano de hierro a través de mecanismos biométricos, similares a las telepantallas con las que el Gran Hermano, imaginado por George Orwell, vigilaba a la población en 1984.

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4. Contact
La única novela escrita por el astrofísico y divulgador Carl Sagan fue llevada al cine por Robert Zemeckis en 1997, consiguiendo el que para muchos ha sido el relato más plausible de un primer contacto extraterrestre desde ‘Encuentros Cercanos del Tercer Tipo’ (1977) de Steven Spielberg. En su historia Sagan vertió sus conocimientos sobre la labor real de los científicos que trabajan en la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), y uno de ellos, la astrónoma Jill Tarter, sirvió de modelo para su personaje principal. Contact resulta realista en todos sus aspectos, desde la comunicación con una civilización lejana por medio de señales de radio y televisión empleando lenguaje matemático, hasta la posibilidad de establecer contacto físico utilizando el principio de los ‘agujeros de gusano’, una contribución de Kip Thorne a la novela de Sagan.

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5. La amenaza de Andrómeda
La historia de una enfermedad letal que azota a la humanidad resultó más actual que nunca en el contexto del brote de ébola que coincidió con la salida de esta cinta. ‘La amenaza de Andrómeda’ fue filmada por Robert Wise en 1971 sobre un guión basado en la novela del mismo título que consagró al escritor Michael Crichton, autor de ‘Parque Jurásico’. El libro se publicó en 1969, el mismo año en que el mundo seguía con preocupación el descubrimiento de un nuevo patógeno mortal: el virus de Lassa. En el relato de Crichton el riesgo no procede de un virus, sino de una forma de vida alienígena que cae a la Tierra oculta en un viejo satélite. El argumento recordará a otras producciones, pero pocas han alcanzado tal grado de plausibilidad científica. Al igual que los marcianos de ‘La guerra de los mundos’ sucumbían a los microbios terrestres, Andrómeda también tiene su talón de Aquiles: es tolerante solo a un estrecho rango de pH (acidez), lo que ofrece a los científicos la clave para derrotar el alien. Con información de El País

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