El acoso sexual a primer plano

Politicón
/ 24 enero 2018
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Es estremecedor, los relatos de acoso sexual se hacen públicos y multitudinarios, las mujeres que han sido víctimas de ese escarnio dan la cara, rompen el silencio y desatan una avalancha de denuncias de las que surge un movimiento espontaneo de activistas y artistas, #MeToo (Yo también), fundado por la activista Tarana Burke en Twitter para crear conciencia sobre la violencia sexual. Entre las denunciantes se encuentran la cantante Taylor Swift y la actriz Ashley Judd, mientras entre los acusados están los presidentes de China y Estados Unidos, Xi Jinping y Donald Trump, respectivamente, así como los actores de Hollywood

Dustin Hoffman, Harvey Weinstein y Kevin Spacey, éstos dos últimos están internados en una clínica de Arizona por adicción al sexo. 

También en el Capitolio de Estados Unidos hay dos congresistas que acosan a las mujeres, denunciaron las legisladoras Jackie Speier y Barbara Comstock, alentadas por el movimiento #MeToo. Los Twitter y hashtag se han hecho virales y dan la vuelta al mundo relatando las experiencias de quienes han sufrido el acoso y en contra del machismo que condiciona el avance de la igualdad entre mujeres y hombres.

En la marcha del sábado pasado, en los Ángeles, la actriz de la película “León”, Natalie Portman, narró sollozando su experiencia de terrorismo sexual que vivió a los 13 años. Lady Gaga y algunos actores homosexuales también relatan sus experiencias, pareciera que del acoso sexual nadie se libra. 

Connotadas actrices e intelectuales francesas respondieron a la convocatoria de #MeToo advirtiendo que se trata de una postura moralista, un puritanismo sexual, un estalinismo feminista y defienden la libertad de importunar como un elemento indispensable de la libertad sexual, sin embargo, esta postura ha sido cuestionada por otras mujeres francesas que defienden el derecho a no ser agredidas y a que se les respete, y califican a las que defienden la libertad de importunar como banalizadoras del acoso sexual.

El tema del acoso se discute con mucha intensidad en México y en el mundo, ¿por qué? Hay que admitir que la definición de acoso sexual jurídicamente ha sido poco atendida y entendida porque la puntualización de lo sexual es muy complicado y siempre tiene una determinación subjetiva, por lo que la Organización Mundial de la Salud precisa que lo sexual tiene una dimensión personal, psicoemocional y cultural, y a partir de ahí se construye la identidad personal. 

La violencia de género tiene numerosas expresiones y en lo que significa ser mujer, en un contexto social, tiene que responder a lo que la sociedad ha determinado: las mujeres deben ser sensuales pero no fáciles, esa es la socialización que nos inculcan, de ahí puede surgir la violencia sexual. Todo tiene que ver con la forma en la que nos construimos socialmente como mujeres y hombres en una sociedad en donde la mujer es vista como un objeto, cosificada, lo vemos en la publicidad y en los medios de comunicación.

La pregunta es ¿en qué podemos incidir para lograr una transformación de esta problemática tan compleja y comenzar a desarticularla? La educación es la clave para reformar conceptos, cuestionar para lograr reaprender lo hoy significa ser hombre, que ya no es ser proveedor, ser galante, el que tiene el poder económico, hoy hay que reconstruir las masculinidades y superar la polarización a la que se enfrentan mujeres y hombres, que los varones entiendan lo que significa para una mujer el ser reducida a una cosa que es juzgada por su apariencia, de ahí que es necesario entrar en un diálogo en el que nadie se sienta amenazado. 

Es el momento de cerrar filas y mandar un mensaje de tolerancia cero al acoso, poner un hasta aquí y generar políticas públicas distintas para detener las fisuras de ese código en el que se está desarrollando el debate. Ahora que hablen los hombres, pero que sigan hablando las mujeres, no hay que parar.

@RosaEstherBeltr

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