El Santa Claus legislativo (que nunca llega a las familias)
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La ley Federal del Trabajo, que aprobaron los diputados federales, establece en el artículo 87 la obligación de los patrones de pagar al trabajador un derecho anual llamado aguinaldo, mismo que debe entregarse antes del 20 de diciembre.
Para los trabajadores que no cuenten con el año de servicio trabajado, la misma Ley estipula un pago proporcional a los días laborados.
Esta percepción, logro de los gobiernos emanados de la Revolución, presumen los políticos, está sujeta al pago del Impuesto Sobre la Renta, mejor conocido por sus siglas como el ISR.
Pues bien, los obreros, trabajadores agrícolas asalariados, albañiles, carpinteros, fontaneros, y toda esa gama de trabajadores que están sujetos al salario mínimo, recibirán un emolumento adicional para que hagan frente a los gastos de fin de año y puedan pasar unas felices fiestas.
De manera tal que un trabajador de la construcción, por ejemplo, que de lunes a sábado sube los peldaños de improvisadas escaleras de edificios y casas, llevando sobre el hombro un bote lleno de mezcla, recibirá unos mil 200 pesos por concepto de aguinaldo. Recordemos que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos fijó este año el salario en 80 pesos con 4 centavos diarios (menos de los cinco dólares que la ultraderecha norteamericana reprochó al PRD, cuando este partido rompió una piñata de Donald Trump: los diputados federales, como todos sabemos, ganan un sueldo “¿#$ % (por ciento) más alto que el salario mínimo general).
Con esa prestación laboral, la clase trabajadora podrá comprar los juguetes para los niños, cambiar el guardarropa de toda la familia, adquirir todo lo necesario para la cena del 24 y de fin de año. Además, deberá guardar todavía un pequeño ahorro para hacer frente a la llamada cuesta de enero.
Pero no todo son malas noticias, hay en México una casta privilegiada, integrada por los legisladores; precisamente, son ellos los encargados de crear y reformar leyes para beneficio del pueblo.
Pues bien, esa muchedumbre de hombres y mujeres que vemos en los noticieros de televisión, en los lujosos recintos de ambas cámaras, apoltronados en sus curules, gritando, levantando el dedo, vociferando siempre en estilo pintoresco en la tribuna, recibirán para ser exactos un aguinaldo de 505 mil pesos.
Sí estimado lector, recibirán más de medio millón de pesos cada uno, este mes de diciembre.
Una nota publicada por el periódico Reforma el pasado viernes en su portada, da cuenta de la generosidad de los legisladores para auto asignarse sueldo, dieta, aguinaldo y bono; así, la próxima semana, los diputados recibirán en sus cuentas bancarias, para decirlo en términos llanos, más de medio millón de pesos.
Algunos legisladores son magnánimos: parte de ese dinero lo repartirán entre los habitantes más desprotegidos de sus distritos. Así que si usted conoce o recuerda quién es el diputado de su distrito esté al pendiente: seguramente en estos días andará como Santa Claus en las colonias populares, repartiendo entre los pobres sus beneficios salariales de fin de año. Si lo ve, váyasele encima y arrebátele el costal, antes de que se le terminen los regalos.
Yo de plano no sé quién es mi diputado federal o senador, vamos, ni siquiera mi diputado local. Pero lo más seguro es que si viene por el vecindario para pedir el voto en la próxima elección, en su ansiedad chapulinesca, le van a ladrar los perros.
Sería bueno organizar una porra con los vecinos, para recibir a estos personajes, a los que sólo vemos una vez, a coro, con gritos como los niños de la Lotería Nacional: medio millón de pesos, medio millón, premio mayor.
De esta forma, lo que recibirán nuestros ínclitos representantes populares por concepto de sueldo, compensación por horas extras, gasolina, viáticos, vales de
despensa para casa chica y casa grande, comida rápida, premio por puntualidad y asistencia, que dicho sea de paso, trabajan pocos días —pero ese es un tema que abordaremos en otra ocasión—, pago de achichinques (que ah cómo les jinetean el pago a dichos ayudantes), recibirán por estos días, digo, por concepto de prestaciones de fin de año, lo que un obrero nunca contemplará en toda su vida laboral.
La del estribo
Como ave de tempestades y dueño del terreno que pisa, el profe(ta) Humberto Moreira acapara los micrófonos y reflectores, al anunciar que va por una diputación local por el PRI en la elección del primer domingo de junio del próximo año. Hagan sus apuestas, señores...