La pureza de Pumas en CU
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Pumas está en un estado de altísima pureza en condición de local. Y el futbol siempre paga muy bien cuando un equipo se fortalece en casa. Las garantías de éxitos están más claras y se extiende cierta inmunidad que condiciona a los rivales.
Los universitarios recuperaron el superliderato con un ajustado triunfo sobre Chivas e ingresarán a la recta final del torneo con un aire de superación como ningún otro adversario.
Pumas está construyendo una muralla en CU que bien podría sacarle rédito en una potencial Liguilla donde las series suelen definirse en patio propio. Pumas ha ganado todo lo que ha jugado ante su gente y no ha recibido goles, un récord fabuloso e intimidante que se distancia de la irregularidad que ofrecen los torneos cortos.
Esta vez al cuadro de Guillermo Vázquez le ha alcanzado un penalti para marcarle la diferencia a unas Chivas, que si bien hicieron méritos para no salir con la cara larga de CU, se vieron imantadas por ese efecto de solvencia que rodea a Pumas.
El Guadalajara, que traía una inercia positiva de tres triunfos en fila desde que Matías Almeyda tomó el timón hace cuatro jornadas atrás, se topó con una defensa inexpugnable. No la pudo abrir pese a su insistencia.
Sin embargo, lo de Chivas se puede considerar un tropiezo más no una recaída. Los tapatíos están en condiciones de llegar a la Liguilla por recursos propios. Almeyda le ha inyectado no sólo una dosis de motivación sino que le ha dado forma y profundidad a un equipo que hasta hace poco no lograba enlazar sus líneas. Hoy ya es un cuadro mucho más decidido a pararse en cualquier cancha y proponer, tal y como lo hizo en CU.
Con la nueva reubicación de Pumas en el techo de las posiciones se confirma que la paridad del certamen podrá continuar tan cambiante como impredecible de aquí hasta el cierre de la fase regular.
Cambiante porque de una jornada a otra nadie puede asegurar que el comportamiento de un equipo se sostenga. Impredecible porque cualquiera puede alcanzar resultados impensados.
Tal es el caso del Monterrey, quien en plena crisis de funcionamiento y resultados, le dio un cachetazo mayúsculo al León. Una goliza de 4-0 que no estaba presupuestada en un equipo albiazul que, hasta hace una fecha atrás, deambulaba por las canchas del país.
Y el León también ha confirmado que es todo una rareza futbolística. No se entiende su alta volubilidad y lo que es peor, su despresurización de un juego a otro. Ha perdido en sus últimas tres visitas por marcadores escandalosos: entre Chiapas, Querétaro y Rayados le han anotado nada menos que 13 goles.
El León es todo un caso para el análisis. Como puede dar partidazos, también con los mismos 11 puede exponerse a humillaciones. El técnico Juan Antonio Pizzi no supo qué decir el sábado cuando se le preguntó a qué se debía semejante ciclotimia. Para el entrenador también es un hecho desconcertante.
Toluca tenía una buena oportunidad para despejar su camino hacia la punta, pero no pudo vulnerar a un pobre Santos en el estadio Corona. América, por su parte, se recuperó ante Chiapas y ha vuelto a levantar la mano para asegurarse un lugar en la postemporada. Tigres, sin hacer mucho, se recuperó ante Atlas en el Jalisco.
Por lo tanto, animarse a predecir en el inconsistente futbol mexicano, sería un esfuerzo desgastante. Ni de Pumas hay certezas de que mañana se mantenga en su estado de pureza.