Los temas de la primera CNH; hacia un nuevo pacto fiscal
COMPARTIR
TEMAS
Durante el invierno de 2003 se llevó a cabo un gran esfuerzo para preparar el Diagnóstico Preliminar de la CNH, aprobado por la Comisión Permanente de Funcionarios Fiscales en las oficinas del INDETEC en Guadalajara, a principios de 2004. Se hizo un repaso importante sobre los grandes temas que se abordarían en las mesas de trabajo de la convención, “que condujera a una reforma hacendaria fundamentada en una nueva corresponsabilidad política, económica y administrativa entre los órdenes de gobierno, orientada a incrementar la recaudación y la autonomía en esta materia; mejorar la distribución de los recursos y de la inversión pública, que evitara que se profundizaran las diferencias entre las regiones con mayor o menor grado de desarrollo, todo ello sin trastocar la estabilidad de las finanzas públicas de los tres órdenes de gobierno”.
Así, el gobierno federal, las entidades federativas y los municipios, acordaron convocar conjuntamente a la primera Convención Nacional Hacendaria, heredera de las tres primeras convenciones nacionales fiscales el 5 de febrero de 2004 en Juriquilla, Querétaro, con la participación de los titulares de los tres poderes y de los tres órdenes de gobierno.
Fueron siete las mesas de análisis y propuestas: gasto público; ingresos; deuda pública; patrimonio público; modernización y simplificación de la administración hacendaria; colaboración y coordinación intergubernamentales; y transparencia, fiscalización y rendición de cuentas. Se formularon los programas generales de trabajo de las mesas y se instalaron 26 comisiones técnicas, para analizar y dictaminar las propuestas presentadas por los coadyuvantes, mismas que fueron presentadas al Consejo Directivo de la Primera CNH para traducirse en propuestas definitivas.
Como resultado del análisis del diagnóstico, destacaban entre otros temas, la insuficiencia de recursos públicos para atender el impacto sobre la población de situaciones de pobreza y pobreza extrema, una marcada desigualdad en la distribución histórica del gasto público, que privilegió en el norte las actividades más productivas, dejando actividades primarias en el sur del País.
Esto es, los contribuyentes más importantes no estaban en el sur, por eso se crea el sistema nacional de participaciones, para reducir las brechas en la distribución de las participaciones, que aún hoy mantienen desigualdades importantes, pero se han dado avances también. De esta manera, una capacidad recaudatoria insuficiente y además poco interés por recaudar, generaron una fuerte dependencia de los recursos transferidos de origen federal, con excepciones por supuesto notables, principalmente en la Ciudad de México.
Era evidente que estaba disminuida la capacidad de respuesta de los gobiernos y neutralizados los esfuerzos regionales de desarrollo al existir esta dependencia, no solo por las tendencias centralistas del sistema nacional de coordinación fiscal, sino por la apatía recaudatoria de algunas entidades y municipios, también por supuesto por las condiciones de pobreza y el bajo potencial recaudatorio en los municipios más pobres del País.
Por otra parte, las dimensiones de la carga fiscal del país, en relación con el tamaño de su economía, continúa siendo de las más bajas entre países de desarrollo similar al nuestro, en la OCDE e incluso en América Latina, incluso afectando las finanzas de PEMEX, que a fines de 2006 se hizo un intento por cambiar su régimen fiscal.
Resulta prioritario atacar la evasión y elusión fiscal, así como algunos elementos que hacen compleja la administración y el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
Cambiar las fórmulas es un proceso lento, como sucedió en 1990 y siempre habrá ganadores y perdedores en un sistema de suma cero, que solo se abate con esfuerzos recaudatorios compartidos al tres.
brunodavidpau@yahoo.com.mx
Opinión invitada
David Colmenares Páramo