La muerte por coronavirus no da tiempo ni espacio para dedicar últimas palabras.
La pandemia por COVID-19 lo cambió todo. Incluso la muerte. En especial la muerte. En varias partes del mundo se prohibieron los funerales y se exigieron las cremaciones instantáneas. Cuando mucho, los hospitales permitieron videollamadas para despedirse de familiares desahuciados, pero frente a una enfermedad sin precedentes como ésta, ese es un privilegio del que no todos gozan.
La muerte por coronavirus no da tiempo ni espacio para dedicar últimas palabras. Las imágenes y relatos que cruzan el mundo son prueba de ello y el caso de Coahuila no es muy diferente.
Según un decreto publicado el 7 de abril en el Periódico Oficial, el Estado estableció que al morir una persona confirmada o sospechosa de COVID-19, el cuerpo debía ser incinerado dentro de las siguientes cinco horas sin la posibilidad de efectuarse una necropsia.
Asimismo, los familiares podían estar presentes en la cremación bajo condiciones controladas, según el artículo 2 del documento, pero más adelante, en el artículo 12 se prohibía el contacto físico o visual de familiares y amigos.
La primera muerte por coronavirus en Coahuila se presentó la noche del 28 de marzo. El primer decreto se publicó 10 días después. En menos de dos semanas, creencias, rituales, tradiciones… cualquier forma habitual de presentar respeto a los muertos se vio imposibilitada.
En la fase tres de la pandemia, permanecen prohibidas las celebraciones fúnebres o velación de cuerpos.
Un ajuste a ese decreto, publicado el pasado 5 de mayo, y actualmente vigente, establece que, si el cuerpo está identificado, las familias pueden decidir entre cremarlo o inhumarlo.
En ambos casos, solo se permite un máximo de dos personas durante el acto, siempre y cuando porten equipo para prevenir la infección (cubrebocas, protección ocular, gorro, protección en calzado y bata impermeable de manga larga). No obstante, está prohibido cualquier tipo de contacto, directo o indirecto, con el ataúd o cuerpo de la persona.
Además, los efectos de la pandemia no se limitan solo a casos confirmados. En la fase tres de la pandemia, permanecen prohibidas las celebraciones fúnebres o velación de cuerpos. Este último punto se extiende a cualquier causa de muerte, ya sea que esté o no relacionada al COVID-19.
Hasta el martes 26 de mayo de 2020, el Gobierno del Estado tiene contabilizados 69 muertos por esta enfermedad. Y, hasta el 25 del mismo mes, las autoridades federales reportan que 121 personas más fallecieron en la entidad y sus restos fueron dispuestos bajo el protocolo de cadáveres COVID-19 (111 dieron negativo a la prueba y 10 siguen pendientes de resultado).
REIVINDIQUEMOS EL CULTO A LOS MUERTOS
Todo lo anterior cambió, de un momento a otro, la forma de lidiar con la muerte. Trasladó el duelo a breves momentos en pantallas (en el mejor de los casos) y cambió el acompañamiento colectivo por sesiones de dolor individual.
La epidemia afectó nuestro derecho a decir adiós, y por eso VANGUARDIA ofrece su espacio impreso y digital para reivindicarlo.
Hoy lanza la convocatoria para realizar el “Memorial COVID-19. Un lugar para el adiós”, en el que busca rendir homenaje a los coahuilenses cuyo fallecimiento fue vinculado al coronavirus.
Si usted es familiar de alguien que murió en el periodo del COVID-19 y desea participar en este proyecto, por favor póngase en contacto con nosotros.
Correo electrónico: memorial@vanguardia.com.mx
Teléfonos: 8441277865 y 8442235885 ¿Quieres escribir un mensaje a ese ser querido? Regístrate aquí