Positivismo
Al amanecer del 3 de septiembre del año 12 mil 214 A.C, un antepasado tuyo salía de la cueva donde vivía con su pequeña tribu. Llevaban algunos días viviendo de la recolección de tunas, bellotas, semillas y raíces; el objetivo del día era cazar algún jabalí o venado para complementar su dieta.
Se abría paso entre la espesa maleza del terreno y, al retirar un arbusto, queda frente a él un tigre dientes de sable. La señal de alarma ante el peligro del medio ambiente genera cambios importantes e inmediatos en su cuerpo. La amígdala, o sea su cerebro reptil; activa una señal de alarma que estimula las glándulas suprarrenales, y éstas liberan una carga importante de adrenalina y cortisol.
Este sistema natural de defensa hace que toda la sangre disponible se dirija a donde se requiere en ese momento: ¡a las piernas! El cuerpo de tu antepasado se ha activado para salvarle la vida, y gracias a eso puedes estar leyendo este artículo. Pero existen dos grandes problemas: al enviar sangre extra a las piernas se disminuyó el flujo hacia el cerebro y el sistema digestivo, ocasionando menor capacidad de procesamiento y trastornos digestivos respectivamente; además de que el cortisol y la adrenalina constantes afectan negativamente al sistema inmune, permitiendo más infecciones e incrementando las posibilidades de tener cáncer.
Como anécdota prehistórica resulta fascinante, y nos explica ese útil sistema de defensa que aún poseemos. Sin embargo, nuestra vida cotidiana ha cambiado un poco, y en lugar de ser detonado por tigres dientes de sable, es activado por factores como: presión laboral, incertidumbre financiera, pandemias, y hasta la alta exposición a redes sociales (las cuales funcionan 24 horas al día, compáralo con los 2 minutos que le llevó a tu antepasado escapar del peligro). Todo esto ocasiona que en esta época estemos mucho más deprimidos y enfermos que hace 14 mil 235 años.
Empecé el artículo sobre positivismo hablando del impacto que el negativismo puede producir en nuestro cuerpo. Hice esto porque, en general, vende más hacerte ver lo que puedes perder que lo que puedes ganar, y mi propósito es venderte la idea de ser positivo. Así que la enseñanza central sería que pierdes mucho con las emociones negativas como stress, ansiedad o miedo, ya que te afectan en algo básico: tu salud.
En esta época de pandemia, alta competencia, incertidumbre financiera, y otras muchas fuentes de estrés, debemos echar mano de autocontrol para enfrentar los sentimientos negativos. Usas el positivismo cuando, ante las dificultades, decides pensar que SÍ puedes; cuando cambias de pensar en los “esto no tiene salida”, a los “encontraré la manera de salir adelante”; cuando ves a las personas como aliadas, en lugar de enemigos; cuando eres generoso en lugar de interesado; y principalmente, cuando en lugar de pensar continuamente en todo lo que no tienes, empiezas a agradecer lo que si.
Cuando esos pensamientos positivos suceden, se ha demostrado en diferentes estudios que en tu cuerpo se producen cambios importantes. Tu cuerpo genera endorfinas, serotonina y oxitocina las cuales te ayudan a sentirte mejor, estimulan tu experiencia de felicidad, ayudan a tu sistema inmune e inclusive, te ayudan a ser más inteligente ya que se producen nuevas conexiones neuronales así como la neurogénesis (Ramón y Cajal).
¿Qué hacer para ser más positivos?
1.- Comprométete contigo mismo a enfocarte en generar pensamientos positivos. Te va a costar trabajo al inicio, pero la práctica te ayudará.
2.- Haz ejercicio. Se ha comprobado que es fuente importante de oxitocina.
3.- Relaciónate con personas positivas. Hay estudios que dicen que te acabas convirtiendo en las 5 personas con las que más convives.
4.- Lee, estudia, escucha material positivo continuamente.
5.- Medita. Está comprobado que es una excelente manera de reducir el estrés.
No conozco a ninguna persona exitosa como vendedor, líder comercial o empresario que no sea positivo.
Ser negativo no es una condena genética, ser positivo es una elección que puedes hacer hoy para transformarte y adaptarte a la selva moderna. Tú decides.
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