Médicos de Monclova le salvan la vida a joven desahuciado
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El milagro sucedió cuatro horas y media después, cuando despertó sin el tumor de 30 centímetros que le oprimía la vida.
Monclova, Coahuila.- Ya con los santos óleos y la bendición del padre Almaraz, Juan Carlos se despidió de sus padres, ingresó al quirófano, dijo una oración y cerró sus ojos. El milagro sucedió cuatro horas y media después, cuando despertó sin el tumor de 30 centímetros que le oprimía la vida.
Disfruta el tiempo que te queda, fue una recomendación lógica y cruel que meses atrás le dio un médico del IMSS al joven de 18 años, pues al revisar el tumor teratoma que crecía en su intestino, el doctor reconoció que no había más por hacer y que inevitablemente iba a morir.
Juan Carlos Zúñiga Quintero recuerda esas palabras como si hubieran sido una puñalada, con la pretensión de acabar con su sueño de convertirse en ingeniero mecatrónico y la obvia ilusión de casarse y tener hijos.
Desahuciado pero inalterable, buscó nuevas opiniones en otros hospitales, deseando terminar con sus días de angustia y encontrar al menos una esperanza, por mínima que esta fuera, para sacar el mal que se extendía sobre su frágil cuerpo.
Buscó hasta que encontró a Samuel Ramos Linaje en la clínica hospital del Magisterio; el reconocido médico de Monclova que en Tokio, Japón, asistió con éxito una cirugía de extracción del teratoma.
El doctor Samuel se reunió con el estudiante de sexto semestre del Cobac Carmen Elizondo de Ancira y le generó una confianza casi espontánea; abrazó el caso porque sabía que podía hacer algo por ese muchacho desahuciado, de ojos negros, que llegó buscando una oportunidad.
No era una causa perdida, aunque la tasa de mortalidad alcanzaba el 60 por ciento y Juan Carlos era un caso único en el mundo, su tumor medía 30 centímetros de ancho por 15 centímetros de largo, con 10 centímetros de espesor que desplazaba estructuras y comprimía intestinos.
El teratoma estaba en el área retroperitoneal, aferrado a la arteria aorta, la principal del cuerpo humano que da origen a todas las arterias del sistema circulatorio para transportar y distribuir sangre rica en oxígeno.
Pero sí, sería una cirugía difícil, y Samuel Ramos lo admitió después de los estudios clínicos. Entendió que Juan Carlos podía morir desangrado, el riesgo era muy alto pero ningún otro especialista se atrevía a desafiar lo casi ineludible.
-¿Te arriesgas?- preguntó el médico, -¡Sí!- respondió el joven como si el temor le fuera indiferente, se sentía más bien emocionado.
Sus padres Alma Rosa Quintero y Sergio Zúñiga lo llevaron el domingo primero de febrero con el padre Gilberto Almaraz de la Rosa, personaje conocido y querido en Monclova que extiende sus misas porque las horas no le alcanzan para hablar de la palabra de Dios.
El padre tomó de la mano a Juan Carlos confiando en el milagro; rezó y le aplicó el aceite bendito en una ceremonia religiosa.
El martes 3 de febrero, la vida del paciente estaba en manos de Samuel Ramos y los médicos colaboradores: Marcel Hurtado, Francisco Veliz y Carlos Romo.
La empresa Insumos Médicos Especializados de Johnson & Johnson rentó el equipo de energía -que permite disecciones amplias con el mínimo riesgo de sangrado- a la clínica del Magisterio, para proceder a la cirugía que se extendería hasta 12 horas por la complicada ubicación del tumor.
Durante la operación, los especialistas tuvieron un gran apoyo espiritual. El padre Almaraz se comunicó con ellos mientras estaban en el quirófano, les dio ánimo y dijo una última plegaria que motivó al equipo en esta compleja misión.
Cuatro horas y 30 minutos después, en menos del tiempo esperado, el trabajo estaba hecho. Juan Carlos abrió los ojos fulgurantes y dio gracias porque se podía mover, hablar, sentir estaba vivo.
¡Me siento bien padre!, comentó, Estoy eternamente agradecido con el doctor, con el padre y con Dios, porque en la cirugía se pudo extraer el 100 por ciento del tumor y ahora sólo permanecerá en vigilancia con estudios de radiología.
Hay que ser fuerte aunque nos digan que no, debemos decir que sí podemos, que sí podemos y que sí podemos.