Coahuila: cómo lidiar con la nostalgia navideña
La realidad puede no coincidir con las expectativas, lo que sería causa de tristeza y desilusión
En la temporada navideña, es común que la nostalgia se apodere de nuestros corazones, recordándonos lo que fue y ya no es, las personas que estuvieron y ya no están, y los momentos hermosos que parecen irrepetibles.
A menudo, asociamos la Navidad con la infancia, donde nuestros padres tejían ilusiones a nuestro alrededor, presentándola como un motivo de celebración por el nacimiento del niño Jesús y la proximidad familiar. En nuestra niñez, nos rodeaban de magia, aunque en realidad esta magia era el amor inmenso que sentían por nosotros y su deseo de vernos felices.
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Sin embargo, al crecer, la realidad puede no coincidir con las expectativas, y la falta de una familia numerosa o de grandes banquetes puede generar tristeza y desilusión. Extrañamos a quienes ya no están físicamente con nosotros y anhelamos los momentos en los que nos sentíamos amados.
La nostalgia, a veces, nos lleva a idealizar el pasado, creyendo que lo que hacemos y somos en el presente no es tan valioso como lo fue en antaño, como si estuviéramos condenados a no volver a serlo.
Sin embargo, obsesionarnos con lo que ya no es puede llevarnos a perder de vista el presente y, más importante aún, a obstruir la construcción del futuro. El pasado no regresa, y centrar nuestra atención en él nos impide apreciar lo que está frente a nosotros.
A pesar de su toque de tristeza, la nostalgia también nos brinda la oportunidad de recordar momentos hermosos que disfrutamos. ¿Y si, en lugar de lamentarnos, reflexionamos sobre esos instantes y nos damos cuenta de la gratitud que podemos sentir por haberlos vivido y aprendido tanto de ellos?
La Navidad no tiene por qué ser estática; a medida que crecemos, la responsabilidad de crear momentos especiales pasa de nuestros padres a nosotros. Es nuestra tarea construir momentos entrañables con nuestros seres queridos, celebrar el nacimiento de Jesús a nuestra manera y, eventualmente, cultivar la ilusión para las generaciones futuras.
Reconocemos que la nostalgia seguirá siendo parte de la vida, pero podemos utilizarla como un impulso para preguntarnos qué podemos hacer diferente. La vida se trata de movimiento y crecimiento diario; con esfuerzo, podemos convertirnos en mejores personas, disfrutar nuevas experiencias, cultivar nuevos vínculos y encontrar la alegría en la novedad.
(La autora de este texto es la Dra. Ivette Flores, psicóloga de la Dirección de Asistencia Social de laUniversidad Autónoma de Guadalajara-UAG).