Curiosidades y anécdotas de José María Garza Galán

Coahuila
/ 17 abril 2022

Una figura de la ciudad fue este particular político llegado de Múzquiz, de buen porte y mejores contactos, pero escasa respetabilidad, ya que se enriqueció a costo del erario

En la casa marcada con el número 409 de la calle de las Ventanas Verdes, hoy calle Moctezuma, vivió el licenciado Bruno García. Su carrera la desarrolló como funcionario de gobierno en los aciagos días de la gestión del Gobernador José María Garza Galán 1886-1893.

El cercano colaborador invitó a Garza Galán y a su esposa, la señora Elisa Riche, para que bautizaran a una de sus pequeñas hijas y el gobernante aceptó de inmediato. El compadrazgo se concretaría el 22 de junio de 1890, cuando la pequeña recibiera el primer sacramento.

PREPARATIVOS PARA LA GRAN FIESTA

El licenciado García echó mano de su guardadito, el evento social ameritaba echar la casa por la ventana. Un día antes de la celebración mandó engalanar la antigua calle de la Ventana Verdes. Desde la esquina del callejón del Tacuache, hoy Ildefonso Fuentes, hasta la calle del Partidero, hoy Colón, ordenó colocar faroles de papel de distintos colores, también dispuso instalar enormes lámparas de petróleo.

El alumbrado público no aparecía en escena por esos rumbos. Entre otros muchos preparativos: destacaron la limpieza, riego y compactación de la polvorienta calle. Se repartieron entre los asistentes una gran cantidad de flores, de igual forma se cubrió la calle con follaje verde para emular un enorme alfombra, todo ello para recibir al compadre Garza Galán.

Aquel día de verano, el cura Camilo Figueroa en la iglesia de San Esteban vertió las aguas bautismales sobre la frente de la pequeña María Elisa García Escobedo. Después de la ceremonia religiosa, poco antes del anochecer familiares e invitados se trasladaron a la residencia del matrimonio García Escobedo.

AL CALOR DE
LOS APLAUSOS

Instantes previos al arribo del Gobernador a la recepción se formó una valla humana para recibir al dirigente estatal, momentos después, un elegante carruaje cerrado se presentó a las puertas de la casa donde se llevaría a cabo la fiesta. Entre vítores, aplausos y flores que lanzaban los invitados, descendieron Garza Galán y su señora esposa. Como buen político de antaño, se concretó a saludar a la concurrencia con leves movimientos de la mano derecha, en ambas manos lucía impecables guantes blancos.

EN CASA AJENA,
UN GESTO PROPIO

La ruidosa llegada del suntuoso compadre provocó que se congregara una gran cantidad de gente del pueblo. A las afueras de la casa se congregó muchísima gente, los curiosos ansiaban saber lo que pasaba dentro de la casa. Ante aquel tumulto de gente, el Gobernador dio la orden que se dejara entrar a todos, solicito que todos hicieran una fila y pasaran a saludarlo de mano. Posterior al saludo invitó a todos a cenar, su compadre encogiendo los hombres accedió a los deseos del compadre Garza Galán. Aquella abundancia de comida y bebidas alcanzó para propios y extraños.

NADIE SABE PARA QUIÉN TRABAJA

Bajo los frondosos árboles se distribuyeron muchas mesas con relucientes manteles almidonados. Un ejército de meseros se preparó para servir el banquete consistente en: cabrito en fritada, mole de gallina, arroz con azafrán y huevo cocido, frijoles refritos, con las bebidas tradicionales de la época: tejuino y tepache.

Después de la rica cena se dejaron sentir las alegres notas para iniciar el baile. Varios grupos musicales entonaron polkas y música de la época. Invitados y colados disfrutaron por igual la danza de los lanceros. La recepción privada se convirtió en una fiesta popular, donde la alegría no decayó hasta las primeras horas del día siguiente.

EL ASUNTO ESE DEL ÍDEM

Por la antigua calle del Reventón, hoy llamada Allende, justo donde hoy se encuentra la Plaza de la Nueva Tlaxcala, existió en la década de los 90 del siglo 19, una tienda de abarrotes llamada Ciudad de Londres. El carácter afable de su propietario, el señor Anastacio Martínez, ayudaba a atraer clientes, otra ventaja es que el dueño daba fiado. Es decir, a crédito.

El gobernador José María Garza Galán era unos de sus tantos clientes. Cierto día recibió varias notas de la despensa que había adquirido su esposa la señora Elisa Roche. El dueño solía poner en las remisiones la palabra ídem para evitar la repetición de alguna palabra o frase ya mencionada, un kilo de frijol, etcétera. Al estar revisando las notas Garza Galán preguntó a su esposa, qué era ídem, la señora simplemente no supo explicarle. El Gobernador fue a ver a don Anastacio Martínez para pedirle una explicación, al llegar a la tienda, preguntó, qué tanto era ese ídem que se había pedido. Don Anastacio explicó que la palabra significaba igual y era para no repetir es decir tanto de arroz, aceite. Satisfecho con la aclaración, Garza Galán regresó a su casa, impaciente la señora preguntó, qué quería decir ese tal ídem, a lo que contestó: Que yo soy un tarugo y tú una ídem.

EL DESIGUAL JUICIO
DE LA HISTORIA

José María Garza Galán, originario de Múzquiz, no desaprovechó el puesto de gobernador para hacerse rico. A un año de haber tomado posesión, en 1887, se ganó la animadversión del gremio de comerciantes y empresarios, especialmente los de la zona de Río Grande, hoy Región Norte.

El exgobernador Evaristo Madero acusó a Garza Galán de varias actividades de contrabando. Cierto día, el jefe de aduana revisó uno de los vagones del ferrocarril, había declarado que transportaba el archivo oficial, al inspeccionar el furgón encontraron mercancía adquirida en la distinguida casa Oppenheimer de San Antonio, Texas.

Otras opiniones de la época hablan de Garza Galán como una gran persona, rústica, pero franca, alegre y bien intencionada, otros catalogaron su administración como un desastre, su comportamiento y su errada política provocaron un movimiento social liderado por mujeres que originó su caída del poder y frenó las intenciones de su tercera reelección.

saltillo1900@gmail.com

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