Saltillo: conoce la historia de Dulce, un ‘ángel’ que cuida a 20 perros desahuciados en su casa
Los animales rescatados fueron víctimas de abandono y maltrato
Saltillo, Coah.- Desde el año 2014, una mujer de origen sonorense radica en Saltillo y resuelve los últimos días de vida de un grupo de animales geriátricos con avanzadas enfermedades crónico degenerativas que padecieron abandono y maltrato.
El día a día de Dulce Bernal comienza a las 5:30 horas con la preparación de un café, luego abre la puerta de un patio que acondicionó con reja hasta el techo para evitar fugas, y saca por grupos a 15 de los 18 animales a los que brinda hogar definitivo, pues sus condiciones de salud los hacen inadoptables.
TE PUEDE INTERESAR: Venta de cachorros esterilizados y otras propuestas para controlar la población de perros en Saltillo
Dos de estos animales son gatos, ellos no tienen padecimientos y utilizan areneros. Están en espera de ser adoptados, pero cuando los interesados escuchan que hay requisitos, desaparecen.
“Tampoco es que sea un mundo de requisitos, se les pide control de vacunación, desparasitación, esterilización y por un tiempo, que envíen fotos de los animales para verificar el estado en el que se encuentran”, dice Dulce.
Mientras los perros hacen sus necesidades, Dulce presta atención a Federica, una hembra canina de pitbull que fue tirada en un arroyo del oriente de la ciudad. Ella es más territorial y se le da atención personalizada para evitar que ataque a alguno de los otros habitantes de la casa.
“Como es pitbull, pues mucha gente habla interesada en adoptarla, pero encuentro detalles que no me gustan, y no la doy en adopción”, asegura Dulce, quien teme que la hembra vaya a ser utilizada para peleas.
Una vez que han salido todos al baño, Dulce les coloca croquetas en tazones, distintos tipos de croquetas, pues algunas son especiales para quien tiene padecimiento renal, otros para quien tiene anemia, otros para quien padece pancreatitis y el alimento de los gatos.
“Son alimentos costosos, pero necesarios. A veces no me alcanza, pero hay gente que me hace donaciones para mis niños. Eso me causa sentimientos encontrados, pues me alegra contar con el apoyo, pero cuando eso pasa, sé que alguna mascota murió”.
Mientras todos almuerzan, Dulce asea el lugar, retira de las jaulas las heces, pues por la edad, algunos perros sufren incontinencia; cambia las sábanas, las deja lavando y las tiende a su regreso. Luego rellena los bebederos con agua de garrafón, para evitar cristales en vías urinarias.
Aquí hace una pausa para darle atención personalizada a Peque, un Shitsu con falla renal, cardiaca, problemas dermatológicos y osteoporosis que era utilizado para crianza. Cuando se quebró y les fue a sus dueños inservible para reproducirlo, lo sacaron sin miramiento a la calle, donde sobrevivía de basura y heces.
Luego, un grupo de perros, los de talla pequeña, regresan a una alcoba donde están sus camas y juguetes. Disney, un perro cruza con alguna raza de sabueso, toma su medicamento para la pancreatitis, una secuela del cáncer que tuvo, y del que con quimioterapias se alivió.
Mariano, es un Boston Terrier, como es de raza, Dulce pensó que saldría con mayor facilidad que el resto, pero como Mariano tiene una discapacidad visual, padece de ojo seco, los solicitantes de informes, pierden interés.
TE PUEDE INTERESAR: Venta de cachorros esterilizados y otras propuestas para controlar la población de perros en Saltillo
Antes de tomar un baño para salir a su trabajo, Dulce atiende a Bruce, un perro de color blanco que parece un lobo. Cuidaba amarrado a un poste una casa que solo era visitada por sus dueños cada 15 días; al guardia de seguridad del fraccionamiento donde se ubica esa vivienda le servía de sparring para su perro de raza pitbull.
Bruce no tiene cartílago en sus patas, el dolor al caminar es muy fuerte, por eso pasa todo el día acostado y hay que ayudarlo a hacer sus necesidades y acercarle la comida y el agua. “Sí, casi todos están clínicamente desahuciados, pero tienen ganas de vivir. No se mueren, yo como los voy a dormir”, dice Dulce.
Por la tarde, cuando sale del trabajo y va a casa, Dulce repite el procedimiento matutino, mientras arropa a sus rescatados, y estos la llenan de cariño.
Hasta hoy la cuenta en la veterinaria asciende a unos 20 mil pesos. “Hay que realizarles estudios, comprar medicamentos. Y los que llegan nuevos, pues esterilizar, vacunar, desparasitar”. Aunque acepta que ya no puede con más adopciones, tampoco le niega un plato de croquetas o agua a cualquier animal que ve desvalido en la calle.
COMENTARIOS