Ser mamá y tatuadora saltillense en una ciudad de micromachismos: la historia de Mayra Cedillo

Coahuila
/ 10 mayo 2024

A pesar de los desafíos y prejuicios en la industria, Mayra sigue comprometida con su pasión por el arte del tatuaje y busca establecerse como una profesional en el campo

Mayra Cedillo no es una mamá normal. Es tatuadora desde hace cuatro años, cuando se dio cuenta de que necesitaba reorganizar su vida laboral y su maternidad, pues no le alcanzaba el tiempo para desarrollar su vida personal junto con la de su hijo Mateo y balancearse con su trabajo. Sentía que necesitaba otro tipo de actividad más apasionante.

Así, sin más, decidió adentrarse al mundo del tatuaje. Adquirió su primera máquina para tatuar y todo el material necesario para aprender.

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Emprendió el camino en su casa, en un estudio que montó con el impulso de hacer cosas diferentes: tatuar no solamente figuras simples sin trascendencia, sino, ideas, siluetas y formas construidas desde perspectivas e ideas personales, con historias propias de las personas que van a tener para siempre un dibujo de Mayra en su piel.

“El tatuaje, al final de cuentas, te hace tener un vínculo con la persona, aunque sea temporal, por unas horas estás ahí compartiendo el tiempo y el espacio con ellas; a mí me gusta que me platiquen lo que quieren, lo que están buscando, porque me ayuda conceptualizar lo que voy a plasmar en su piel”, explicó en entrevista para VANGUARDIA.

Aunque hasta el día de hoy no ha logrado establecerse en el negocio del tatuaje y por ahora trabaja para una empresa de Ramos Arizpe, sabe que quiere dedicarse para toda su vida al tatuaje.

“Sí lo veo como algo a lo que me gustaría dedicarme para siempre. Considero que estoy en un momento en el que sigo aprendiendo porque ser tatuador no es algo que se dé de la noche a la mañana”.

“Sé que es algo que además de que me gusta, es un oficio que me puede remunerar un poco más que solo dedicarme a trabajar en una empresa para alguien más, no me preocupa ser la gran tatuadora, solamente dedicarme a mi pasión que es dibujar, dijo.

LA NIÑA DE LOS CARTELES

Cuando era niña, Mayra Cedillo fue una estudiante que sobresalía por el diseño de sus carteles, siempre con formas y dibujos que llamaban la atención desde cualquier punto de visibilidad.

Estudió Diseño Gráfico en el Instituto de Comunicación Gráfica del Norte, pero nunca le gustó tanto diseñar en una computadora. Prefiere el contacto físico con el papel y la pluma; con la piel y la tinta.

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Pero en este ambiente del tatuaje también se ha topado con tabús. El primero tiene que ver con que las mujeres no deberían ser tatuadoras, pues se considera que es exclusivo de los hombres.

“Creo que el gremio del tatuaje es un poco conservador en donde se quiere establecer ciertas pautas que a lo mejor son ciertas por la misma historia del tatuaje, pero es como todo: los trabajos deben innovar y actualizarse”.

“Siento que hay muchos sesgos y entrar en este mundo sí implica ciertas situaciones como toparse con personas que no buscan lo mismo que tú o, por ejemplo, en mi caso, el tema de buscar un estudio que sea afín a mi estilo, que estén abiertos a la colaboración, por eso yo me he orillado más a hacer una agenda de citas privadas y pues enfrentarse a las limitantes que una se encuentra en el camino”, explicó.

SER MADRE Y TATUADORA

Hablando de micromachismos, Mayra señaló que también se ha enfrentado a situaciones curiosas en las que, quienes se acercan a tatuarse y la ven con su hijo, tienden a los tratos amables, en pro de conquista, aunque no se busque eso durante la sesión de tatuaje.

Otro frente tiene que ver con la desvalorización del costo de trabajo de la tatuadora, mismo que se termina regateando.

“Creo que no valoran el trabajo, el esfuerzo que implica prepararse y tatuar. Claro que esto es un trabajo y la gente no lo entiende por completo”, mencionó.

En cuanto a su maternidad, se describió como un ejemplo para su hijo Mateo. Ejemplo de fortaleza, disciplina, resistencia, insistencia y de dedicarse a lo que más le apasiona en la vida.

“No tengo conflictos con que mi hijo me vea tatuando, o que yo sienta que es un trabajo que Mateo no tuviera, al contrario, entre más joven, más feliz en la vida. Me encanta que Mateo está conmigo muy involucrado en todos mis proyectos, no nada más en el del tatuaje. Al final de cuentas a lo mejor no será a lo que se va a dedicar, pero por lo menos ya tiene todas las herramientas por lo que él ha vivido”, señaló.

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