Vivir y respetar a la naturaleza en Saltillo sí es posible: urbanistas
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El especialista Vicente Tapia Huerta señaló que el sur tiene un potencial que puede ser aprovechado
Pese a que en la zona sur de Saltillo existe un potencial por el llamado “coolness factor” o frescura, por la Sierra de Zapalinamé, para desarrollar proyectos disruptivos que generen respuestas adecuadas a los ciclos de la naturaleza, a los sociales y a los económicos, éste no se ha aprovechado por orientar el crecimiento a la zona norte, explicó el arquitecto Vicente “Chente” Tapia Huerta.
El arquitecto fundador del estudio W.E.Y.E.S, y catedrático del ITESM Campus Monterrey, con más de 10 años de experiencia, ve un fuerte potencial en desarrollar el sur aprovechando todo: sus montañas, las cañadas, su clima particular, a través de la integración de la arquitectura con el medio ambiente.
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Además, habla sobre cómo visualiza el futuro de Saltillo, y lo describe como una ciudad con diferentes centros de desarrollo, regulados mediante planes parciales de desarrollo, e integrados en una gran metrópoli, porque no todas las zonas tienen las mismas necesidades.
“Las montañas en Saltillo tienen una condición sistémica, en esa pequeña cuenca. Cada vez la ciudad se va alejando de esa parte y empieza a desconectarse de la misma naturaleza. Cuando veo cómo se desarrolla Saltillo, es hacia el norte y el lado industrial. De alguna manera esta parte termina siendo fría, únicamente capitalista”.
“La parte del sur es donde están las montañas, en donde hubo los primeros vergeles, había ojos de agua. Hay una relación sistémica entre el agua y su infiltración a través de las montañas, la vegetación. Se ha ido perdiendo por la desconexión entre la industria y la naturaleza”.
Señaló que el potencial del sur radica en reconectar la ciudad con los entornos naturales que dieron origen a Saltillo.
“Siempre he pensado que el gran potencial que tiene el sur de la ciudad de Saltillo es reconectar la ciudad con esos entornos y sistemas naturales, que ahí están y que le dieron origen, además, y eso es interesante”, explica sobre sus impresiones sur oriente.
ARQUITECTURA Y NATURALEZA
Chente Tapia es reconocido a nivel nacional por sus propuestas innovadoras y sustentables, es además cofundador de Pliegos W, una publicación gratuita sin censura con reflexiones de las ciudades.
“Cuando vas al sur de Saltillo empiezas a descubrir cómo la arquitectura y el urbanismo se van adaptando a la naturaleza, y el que mejor sobrevive es el que entiende mejor su contexto”, explica en un primer acercamiento hacia la zona sur, en donde están las montañas que de igual forma podrían enamorar a cualquiera.
Tapia Huerta dice que aquellas cosas que están impuestas en la zona, de repente llega el agua y se lleva todo, porque no lo ubicaron bien o no entendieron que es un lugar de ciclo en donde la lluvia cae en períodos cortos en una cantidad muy importante de agua, y luego por períodos largos, parecería que nunca llueve ahí.
Por eso reflexiona que en la arquitectura y el urbanismo, no entender esos ciclos, hace que no perdure la arquitectura de esa zona, pero los proyectos que sí entienden esa parte de conectarte con la naturaleza y los sistemas constructivos vernáculos, prevalecerán.
El sur de Saltillo tiene mucho por enseñar a todos, porque ahí se deben conocer los ciclos del agua, del clima y rescatar el origen de la ciudad, porque existe la arquitectura vernácula que se trasladó hasta el centro.
LOS POTENCIALES DE LA ZONA SUR
Saltillo en su zona sur tiene tres grandes potenciales: por un lado es una gran oportunidad de reconectarnos con los ciclos naturales, cosa que en el norte es más difícil; otro gran potencial es que esos lugares forman parte de la identidad y de la historia de la formación de la ciudad, desde el punto de vista urbano y arquitectónico.
“La fundación de la ciudad está en esa zona por ciertas razones que alguien entendió y vio”, explica “Chente” Tapia, “representa una parte de la memoria de la ciudad que no podemos dejar que se muera, hay que recuperarla y no que no cometamos errores, como ciudades que buscan el progreso, y que parecería que para progresar hay que borrar el pasado. Yo creo que no, más bien debemos anclarnos en el pasado para proyectar el futuro”.
La misma topografía de la zona sur, para muchos accidentada, puede aprovecharse como potencial y reto, porque sus cañadas, a quienes los arquitectos y desarrolladores le dan la espalda, tienen un valor por su forma longitudinal y pueden ser un pretexto para tejer la ciudad, y no para dividirla.
“Es una gran oportunidad de plantear cómo funcionan las cañadas, entenderlas y buscar hacer un tejido transversal y utilizarlas inclusive como alternativas de otro tipo de movilidad, que no necesariamente sería el automóvil. Creo que parte del problema del desarrollo urbano ha sido priorizar el auto”, señala el arquitecto.
Plantea el desarrollo de la zona sur de Saltillo con el concepto de que las personas son lo más importante, y que no tienen que desarrollarse macroproyectos necesariamente, sino hacer tejidos a menor escala, con proyectos menores que vayan detonando sobre todo las relaciones sociales.
Al menos una parte de la zona sur de Saltillo, la que tiene la impresionante vista de la Sierra de Zapalinamé, debe dedicarse a proyectos puntuales y para que pueda establecerse ahí más industria, tendrían que hacer estudios más profundos, aunque más al sur, en Derramadero, existe un territorio con esta vocación.
Para Tapia Huerta, la ciudad debería de ser muy diversa, que no tenga un solo uso, y para dar una recomendación sobre los usos industriales en la zona sur se debería hacer un estudio más profundo.
APROVECHAR LAS CAÑADAS
El arquitecto también piensa que la convivencia de desarrollos disruptivos en esa zona podría convivir fácilmente con el ciclo del agua, tanto en las cañadas como en la infiltración, que es importante para la ciudad.
“Sí se puede mantener el medio ambiente actual y la infiltración de agua en el sur con más desarrollo. Es nuestra obligación entender esos ciclos y adaptarnos a ellos. Lo que ha pasado en Saltillo y otras ciudades del noreste de México, parecería que el agua es nuestro enemigo, pero debemos reconciliarnos con ese ciclo”, explica.
Agrega que “hay que entenderlo, y asumirlo, y ver de qué manera nosotros podemos aportar a ese ciclo hídrico de una manera positiva. Rompiendo ese paradigma del agua potable, que se infiltra por el suelo cuando llueve, también qué hacemos con el agua sanitaria. En esta zona hay una necesidad de utilizar sistemas de enfriamiento y calentamiento, que por su condensación generan agua que se tira al sanitario, en lugar de verla como un potencial”.
El Saltillo del futuro no se visualiza por un Plan Director rígido e igual para cada zona de la mancha urbana y el municipio, sino dividido en planes parciales para el desarrollo de diferentes centros que se interconecten.
“A mí me gusta pensar en un futuro optimista para Saltillo, pero para poder tener ese panorama es importante hacer proyectos disruptivos que generen tendencias diferentes y que den respuestas adecuadas a los ciclos de la naturaleza, a los sociales y a los económicos”, señala.
Además, “veo la necesidad de una serie de proyectos puntuales como esa acupuntura urbana, que sean estos grandes ejemplos a seguir para poder tener un futuro brillante para la ciudad”.
“No toda la ciudad tiene las mismas reglas ni las mismas condiciones, hay que entender desde su potencial cada zona de la ciudad y hacer planes parciales de desarrollo. Me parece un buen camino para empezar a encontrar las distintas zonas en donde se puede detonar subcentros de la ciudad y que a su vez se interconecten para generar una nueva red de ciudades”, concluye.