Familiares, amigos y conocidos perdieron la vida. Los planes del 2020 se esfumaron y supimos de primera mano lo que es la incertidumbre. La pandemia de COVID-19 nos arrebató cosas irremplazables, pero en medio del caos, la tristeza y el dolor, también hay algunos puntos positivos que se pueden rescatar y valorar con la llegada del 2021.
Tuvimos que reinventarnos de una u otra manera. Y si escarbamos un poco, podemos encontrar que a pesar de todas las desgracias que trajo el coronavirus, la humanidad también ha logrado sacar lo mejor de sí para hacer frente a las crisis que nos han pegado de forma global.
Tener de paciencia
El confinamiento a inicios de marzo fue el primer golpe de incertidumbre. Nadie sabía realmente cuánto tiempo pasaríamos en casa. Se permitieron solo las salidas esenciales y se cerraron lugares de entretenimiento. No más esparcimiento público.
Cada quien tuvo que aprender a lidiar con el paso del tiempo solo con lo que disponía en casa. Con ello comenzó un proceso de adaptación; trabajo, estudio, quehaceres, todo desde el hogar. Por meses tuvimos que tolerar el encierro, todos bajo circunstancias diferentes, solos o acompañados.
Después, la reapertura paulatina. Pero todo se llevó a cabo de forma lenta y bajo estrictos protocolos. Ya no es lo mismo ir a restaurantes, supermercados, cines o tiendas. Ya no podemos solo entrar y estar un montón de gente en los pasillos.
Desde la llegada de la nueva normalidad nos hemos acostumbrado a hacer filas, esperar turnos, a que nos tomen la temperatura y nos apliquen gel antibacterial. Todo eso implica tiempo, paciencia.
La pandemia continúa, ya existe una vacuna para hacer frente al COVID-19 y la cual ya comienza a aplicarse. Pero las medidas sanitarias continúan y la paciencia deberá ser nuestro mejor aliado en este año para seguir combatiendo al coronavirus.
Ahorrar
El confinamiento y el virus dieron pie a una crisis económica que hasta el momento nos tiene en vilo. Algunos negocios cerraron definitivamente, empezaron los despidos y la caída de la economía mundial.
La preocupación se hizo presente, pero con ello vino la toma de conciencia en cuanto a la administración de las finanzas. Con el mundo en pausa, todo podía pasar. Con un panorama tan desalentador, lo mejor es tener un “colchoncito” para cualquier tipo de emergencia.
La pandemia nos enseñó que las circunstancias cambian de un instante a otro y que el hábito del ahorro debe estar presente siempre.
Valorar el significado de los abrazos
Se dice que el mexicano es cálido por naturaleza. Los besos y abrazos forman parte de ese afecto, sin embargo, también se nos prohibieron. De forma cotidiana podíamos abrazar a quien quisiéramos, ahora lo más seguro es un saludo de lejos.
Psicólogos explican que los beneficios de abrazar van más allá de lo emocional, el acto reduce el estrés y la ansiedad, mejora el estado de ánimo, fortalece el sistema inmune, mejora la salud cardiovascular y potencia la conexión emocional.
En una época como esta, vaya que es necesario abrazar. Pero quizá no teníamos tan presentes todos sus beneficios.
Aprender más sobre tecnología
Con el mundo conectándose de forma remota, personas de todas las edades se vieron obligadas a conocer y adaptarse a las herramientas tecnológicas. Abuelos aprendieron a usar su teléfono para hacer llamadas, padres de familia aceleraron su proceso de adentrarse en la tecnología.
Para muchos, las plataformas de Zoom y Google Meet se convirtieron en cosa de todos los días. Hubo quienes de un instante a otro tuvieron que usar la computadora, tabletas, cámaras, micrófonos y smartphones como si fueran expertos.
En redes sociales abundaron las noticias de maestros batallando con sus conexiones a las clases virtuales, pero también la buena voluntad de los alumnos dispuestos a ayudarlos. La solución: adaptarnos a la primicia de que todos somos nuevos en esto, todos estamos aprendiendo en base a prueba y error.
La gente mostró su bondad
En tiempos de crisis el ser humano sabe tender la mano. Si bien todos padecimos de una u otra manera, siempre hubo quien estuvo dispuesto a ayudar.
Jóvenes repartiendo despensas, colectivos entregando comida y recursos a los más necesitados, empresarios haciendo donativos en asilos o casas hogares, profesionistas y expertos impartiendo clases u ofreciendo asesorías de forma gratuita, todo esto y mucho más se dejó ver en medio de un panorama devastador.
VANGUARDIA fue testigo de decenas de historias de gente ayudándose unos a otros. Mind in Saltillo fue un proyecto que documentó acciones creativas, pero sobre todo solidarias y de buena voluntad en una comunidad que decidió hacer frente a la crisis como mejor lo sabe hacer: unida.
Pasar más tiempo en familia y pareja
Quedarnos en casa fue una forma de poner freno a la rutina acelerada. Para algunas familias y parejas fue un tiempo de reencuentro, de reconexión e incluso reconciliación.
Hubo quienes después de mucho tiempo lograron reunirse a comer en la misma mesa, otros pudieron conversar tendidamente entre sí, incluso, conocerse un poco más y ponerse al día. Porque bien dicen, vivir bajo el mismo techo no implica una buena relación o comunicación.
Mamás y papás disfrutaron de que el home office les permitiera estar en casa y con ello poder tener tiempo con sus hijos, o cuando menos, verlos. Novios y esposos, tuvieron la oportunidad de convivir más y atravesar juntos las pruebas que acompañaron a la pandemia.
Muchos lazos se fortalecieron, quizá otros se rompieron, pero lo cierto es que el confinamiento fue un tiempo de dos polos: valorar el estar cerca o preferir alejarse.
Fortalecimiento emocional, mental y espiritual
El ser humano por naturaleza necesita un refugio que lo fortalezca. Ya sea emocional, mental o espiritualmente, millones de personas buscaron ayuda. Y es que en medio de la incertidumbre, la salud emocional y mental puede ser complicada de encontrar.
Las iglesias se unieron en oración por la humanidad y el bienestar mundial. Campos como la psicología, el yoga, desarrollo humano y otras disciplinas, acogieron a quienes buscaron respuestas y paz.
Recordemos que se perdieron vidas, se destruyeron hogares, quedaron secuelas. De alguna manera se necesitó un acompañamiento, aún se necesita. Sea cual sea la ideología, todos, de alguna manera buscamos en qué creer, a qué aferrarnos, algo que nos permita sentir paz.
Aprender cosas nuevas
Sin duda internet fue el gran amigo de muchos durante el confinamiento y la pandemia. Además de permitirnos estar conectados con familiares y amigos, también fue una herramienta para aprender de forma ilimitada.
De forma gratuita se pudo encontrar cursos de todo tipo, esto además del sinfín de tutoriales disponibles en YouTube: cocina, costura, pintura, manualidades, mecánica, idiomas, entre muchos otros. Incluso hubo quienes no necesitaron de internet y aprendieron por cuenta propia a realizar oficios o reparaciones en el hogar.
La pandemia y el temor nos obligaron a muchas cosas: reencontrarnos unos con otros, perdonar, comunicarnos a la distancia, valorar la convivencia , reconsiderar nuestras prioridades, no guardarnos lo que sentimos y pensamos, decir los “te quiero” y los “te amo”, aprender cosas nuevas, agradecer la vida. Lo importante y lo más difícil será lograr que todo eso prevalezca incluso cuando la pandemia se vaya.