Rompe Messi la paz de un pequeño pueblo ruso
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El fanatismo que genera Messi trasciende fronteras y lleva hasta las lágrimas a los pequeños que se quedaron sin un autógrafo o una foto del crack albiceleste en la práctica abierta.
Dachas, bosque, el río Moscova. La selección argentina entrena en un pequeño paraíso donde sólo Lionel Messi logra romper la impenetrable barrera idiomática en Rusia y la tranquilidad de pueblo.
"Messi, Messi, Messi", corean grandes y niños, aunque no puedan pronunciar una sola palabra en español o en inglés. Pronunciar el nombre del capitán y delantero estrella albiceleste cambia el gesto adusto de los rusos cuando se les pregunta sobre su pasión por el fútbol.
El fanatismo que genera Messi trasciende fronteras y lleva hasta las lágrimas a los pequeños que se quedaron sin un autógrafo o una foto del crack albiceleste en la práctica abierta.
Bronnitsy, un pueblo sobre el río Moscova a unos 60 kilómetros de la capital, vive su propia revolución con una ola albiceleste impensada tan solo pocas semanas atrás.
El pueblo cuenta con unos pocos edificios bajos, antiguas viviendas revestidas en madera con jardines y algunas dachas, las casas de campo recreativas de los moscovitas. Allí se vive una vida muy tranquila en la que los niños pasean solos en bicicleta y juegan en las calles sin riesgos.
Entre el río y el lago Belskoe, casi como en una península con una única entrada bloqueada estratégicamente por la policía rusa, está el lujoso Centro de Entrenamiento de Bronnitsy donde se recluye la selección argentina lejos de toda mirada curiosa. O al menos de casi toda mirada porque la torre del reloj del pueblo es el punto más alto que hallaron quienes buscan espiar la estrategia de Jorge Sampaoli para el debut el sábado ante Islandia por el Grupo D.
La torre, junto a las cinco cúpulas de la catedral del Arcángel Miguel, es testigo silenciosa de los entrenamientos de la selección argentina desde la otra margen del lago. Y pocas veces los habitantes de Bronnitsy vieron tal procesión a su torre emblemática.
El conjunto de Messi cuenta con un complejo con cuatro campos de juego, gimnasio, piscina cubierta e hidromasajes, salón de juegos con tenis de mesa, pantallas y fotografías con mensajes motivacionales, como las enormes imágenes de Messi y sus compañeros vestidos como luchadores rumbo a la línea de fuego: "Sangre combativa".
"No molestar, héroes en reposo", reza en tanto el cartel que cuelga del picaporte de la habitación que comparten Messi y Sergio Agüero, compañeros inseparables desde hace largos años en las concentraciones de la selección.
Más de dos millones de dólares fueron invertidos en la refacción del centro de entrenamiento de Bronnitsy, un lugar elegido por los equipos rusos de remo, triatlón y otras disciplinas deportivas. No sólo se reconstruyeron y mejoraron vestuarios, zonas comunes de esparcimiento, campos de juego y la piscina climatizada, también se invirtió en la decoración exterior, con una gigantografía que rodea todo el frente del edificio central con las imágenes de los jugadores albicelestes.
Un presupuesto también interesante se dedicó al traslado desde el otro lado del planeta haste este pequeño pueblo ruso de un cargamento de dulce de leche, alfajores y yerba mate, indispensables para la supervivencia de la delegación sin extrañar demasiado las costumbres argentinas.
Los colores argentinos coparon también el pueblo: la pared de un edificio fue tapizada con un mural gigante de una versión más joven de Messi, mientras carteles oficiales de FIFA dan la bienvenida a la selección y obligan a la policía a ordenar el tránsito de un lugar que hasta entonces ni siquiera necesitaba demasiados semáforos.
La incesante procesión de hinchas y periodistas rumbo al entrenamiento de la selección tiene en shock a los pobladores. Y la sorpresa de los locales superó todo lo imaginable cuando descubrieron que los fans que no pudieron entrar al entrenamiento armaron su propio partido de fútbol, un "picadito" con goles, cánticos y todo el folclore futbolero sudamericano en una playa sobre el lago cubierta de carteles que prohíben toda actividad en el lugar. Hasta que llegó la policía, claro.