Flexicurity, la clave del país más feliz del mundo

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Los daneses son los más felices sobre la tierra y al mismo tiempo los más flexibles a la hora de despedir
Subsidios y formación a cambio de despidos fáciles: tal sería la síntesis del modelo laboral en boga en Dinamarca, según un informe del diario italiano Corriere della Sera. En palabras de Pier Kongshoj Madsen, especialista en mercado laboral de la universidad de Aalborg, la filosofía del modelo es que, "si se protege a quien tiene un trabajo estable, inevitablemente se alzan barreras contra el ingreso al mercado de trabajo de quien no lo tiene".
Ahora bien, ¿cómo se logra brindar seguridad a los asalariados y al mismo tiempo libertad a las empresas para prescindir de la mano de obra o renovarla según sus necesidades? Pareciera que Dinamarca lo ha logrado, puesto que Gallup la coloca a la cabeza de su ranking de felicidad, mientras que la OCSE la clasifica como la nación con mayor movilidad laboral del mundo.
La flexicurity se originó y se sigue sosteniendo en un "compromiso histórico" entre empresas, sindicatos y Estado que, con algunas adaptaciones, sobrevive en ese país desde hace casi un siglo y que se sostiene en tres pilares.
El primero es la flexibilidad, es decir, la posibilidad que tienen las empresas de echar trabajadores. El único límite es la discriminación. "Esto es lo que nos permite tener una estructura productiva que es libre de invertir e innovar sin límites, es la libertad que nos permite ascender siempre en la escala de la producción con mayor valor agregado", dijo al Corriere Nils Trampe, director de Asuntos Internacionales de la Confederación de Empresarios de Dinamarca.
El segundo pilar de este modelo es la seguridad. El Estado garantiza a los desocupados un subsidio por desempleo que, en el caso de los ingresos más bajos puede llegar al 90% del último salario y que en promedio es del 60-70 por ciento, ya que el tope máximo es de 2.000 euros. A partir del año 2013, no se podrá cobrar esta asignación durante un período superior a 24 meses.
El tercer pilar es la continua recalificación de los trabajadores, desempleados o no. Esto es un aspecto crucial de una política laboral activa, de intensa búsqueda de otro empleo para quienes acaban de perderlo.
La combinación de estos tres elementos da como resultado una gran movilidad laboral. Cada año, un 25% de los dinamarqueses cambian de empleo y muchos otros de posición dentro de la misma empresa. Es decir que cada asalariado puede cambiar de trabajo hasta 7 u 8 veces en el transcurso de su vida activa.
El temor a la pérdida del empleo queda anulado por la seguridad de que se conseguirá otro y por la oportunidad de recalificarse; en el contexto de un incremento constante de la sofisticación y la capacidad de innovación de las empresas danesas que genera esta flexicurity.
Los resultados del modelo están a la vista, incluso en plena crisis: la desocupación de largo plazo es de sólo 2% en Dinamarca, es decir, la mitad del promedio europeo.
El sistema sólo puede funcionar gracias al acento puesto en la educación y el entrenamiento continuo de la fuerza laboral, tanto la que está empleada como la que no lo está.
Cada dos años, Estado, empresas y sindicatos negocian un contrato nacional colectivo por sector.
"Un sistema de este tipo sólo puede funcionar sobre la base de una enorme confianza recíproca, y en la certeza de que todos actúan en nombre del interés nacional y no sólo del propio (y) los mecanismos que regulan el mercado del trabajo (deben ser) eficientes y no estar plagados de privilegios y vericuetos", dice el diario. Que a continuación advierte: "Para ver la ocupación como un resultado del sistema y no como un puesto de trabajo garantizado se necesita una mentalidad colectiva que no se crea en poco tiempo".