En plena pandemia, un equipo de la UAdeC convirtió plantas resistentes del semidesierto en la base de un sanitizante biodegradable, retomando saberes locales y mostrando que la innovación también florece donde pocos miran
La pandemia de COVID-19, un periodo de profunda incertidumbre y desafíos sin precedentes, no solo transformó la vida cotidiana a nivel global, sino que también impulsó una ola de innovación en diversos sectores.
En medio de esta crisis sanitaria, la necesidad apremiante de soluciones locales y accesibles se hizo evidente, llevando a científicos e investigadores a replantearse el uso de los recursos disponibles. Fue en este contexto que la Universidad Autónoma de Coahuila (UAC), a través de sus centros de investigación, demostró su capacidad de respuesta y su compromiso social, mirando hacia el propio semidesierto coahuilense en busca de alternativas.
Lo que distingue a esta iniciativa es su enfoque en el aprovechamiento del vasto y a menudo subestimado conocimiento ancestral, combinado con la vanguardia científica y tecnológica. El semidesierto chihuahuense, el más extenso de América y notablemente rico en biodiversidad vegetal, alberga especies que han desarrollado mecanismos de supervivencia únicos a lo largo de miles de años.
Este tesoro botánico, tradicionalmente utilizado por comunidades locales para diversos fines curativos y de bienestar, se convirtió en la base para un innovador sanitizante que hoy celebra la obtención de su patente.
Este logro no solo representa un hito en la investigación y desarrollo tecnológico en México, sino que también subraya la importancia de la colaboración interdisciplinaria y el impacto positivo que las instituciones públicas pueden generar en la sociedad.
A través de este sanitizante de base natural, los doctores Cristóbal Noé Aguilar González y José Sandoval Cortés, junto con un equipo multidisciplinario, no solo ofrecieron una solución práctica durante la pandemia, sino que también abrieron nuevas vías para el desarrollo económico local y la valorización de los recursos endémicos de Coahuila.
Doctor Aguilar, se logró una patente que nació de una necesidad muy de nuestro tiempo: una pandemia con muchas implicaciones. ¿Qué hizo funcionar los cerebros de la gente en ese momento?
(Dr. Aguilar): Yo pienso que los momentos de crisis son las etapas de oportunidad cuando quieres ayudar, coadyuvar, cuando quieres cooperar y poner en práctica lo que sabes para tratar de disminuir los efectos negativos de los momentos críticos, en este caso, de la crisis sanitaria.
Fue un periodo donde el deseo de poder cooperar para reducir el número de personas infectadas y los procedimientos que se estaban implementando nos motivó a tener sanitizantes, sobre todo porque se había encarecido el alcohol, no había productos. No podíamos estar a expensas de ese tipo de sanitizantes comerciales, sino saber que pueden elaborarse con las materias primas que disponemos.
P: Lo que me parece más interesante es que, con materiales que disponemos en el semidesierto, donde no nos imaginamos que puede existir una solución, existen muchísimas. ¿El conocimiento ancestral que tienen las comunidades fue parte de lo que se aplicó en este proyecto?
(Dr. Aguilar): Sí, efectivamente. Lo primero que quisimos destacar es que el semidesierto chihuahuense, el más grande de América, es el más densamente poblado en plantas, es decir, la biodiversidad que tiene es bastante rica y muy particular. Si México es el cuarto o quinto país más rico en biodiversidad vegetal, hablar de una zona como lo es el semidesierto y sus plantas poco valoradas, poco exploradas, pues representa una oportunidad precisamente para hacerlo.
Han desarrollado mecanismos de vida por miles de años; han permanecido allí gracias a los compuestos que tienen y que los animales y el mismo ser humano han sabido aprovechar de manera empírica para curar sus malestares. Si combinamos eso con ciencia y tecnología, evidentemente, esa combinación de conocimiento ancestral tradicional con este otro permite este tipo de desarrollo.
Doctor Sandoval, hace cuatro años vine a hacerles el reportaje de la presentación del registro de este sanitizante. ¿Qué ha pasado en estos cuatro años, cuál es el destino que lleva?
(Dr. Sandoval): Bien, después de la presentación ante medios y la sociedad, iniciamos el trabajo de creación de este sanitizante. Después de marzo, donde inicia la cuarentena, para julio del 2020 nosotros ya teníamos el producto, ya se había aplicado en las instalaciones de la universidad: oficinas, escuelas y facultades.
Procedimos a su registro en julio para proteger el desarrollo tecnológico y que, si era necesario comercializarse, la universidad tuviera los derechos y recibiera los beneficios correspondientes. El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) se tomó desde esa fecha hasta el 20 de junio de este año para otorgarnos la patente, y es lo que estamos celebrando el día de hoy.
Los momentos de crisis son las etapas de oportunidad cuando quieres ayudar, coadyuvar, cuando quieres cooperar y poner en práctica lo que sabes para tratar de disminuir los efectos negativos de los momentos críticos
¿Qué sigue para esta patente? ¿Se va a comercializar la patente, se va a comercializar el producto de la universidad? ¿Qué es lo que se va a hacer?
(Dr. Aguilar): Fíjate que el doctor Sandoval, el doctor José Luis Martínez y un servidor, por encomienda también del rector y del gobernador, trabajamos en proyectos especiales. Estamos ahorita con agua, atendiendo la petición del gobierno del estado en cómo presentar alternativas para restaurar plantas tratadoras de agua en Coahuila.
Tenemos un grupo de cerca de 30 expertos que han hecho estas propuestas, y estamos en espera de eso. Pero además de ese tipo de proyectos, estamos promoviendo el desarrollo tecnológico, y dentro del desarrollo tecnológico aquí en la facultad, nos apoyamos con el exdirector de Química (Oliverio Rodríguez), quien está haciendo una estancia de trabajo conmigo en la facultad, promoviendo las vocaciones tecnológicas.
Es decir, cómo logramos poner las patentes otorgadas al servicio del sector empresarial, el sector privado, y aquellas que están en marcha, cómo poderlas acelerar. Incluso tenemos un curso en agosto. La idea es esa, la idea es que hagamos la presentación para aquella compañía, aquel sector que quiera adquirir los derechos de la patente lo pueda hacer y comerciarla masivamente.
El hecho de que sea un sanitizante que viene de extractos de plantas, ¿cuál es la ventaja que tiene sobre los otros? Porque pues sanitizantes hay muchos y de muchos tipos. ¿Cuál es la ventaja que tiene este sobre otros en el tema industrial y casero?
(Dr. Sandoval): Sí, la gran ventaja es que se prepara únicamente utilizando como solvente el agua y algún surfactante, pero que también es biodegradable, junto con todos los componentes de este sanitizante. En comparación con los sintéticos que permanecen en el ambiente por décadas o siglos, esa es una de las grandes ventajas.
La materia prima es de bajo costo y también sabemos cómo se debe manejar. No es solamente ir a cortar las plantas en el descampado; hemos aprendido con la lechuguilla y la candelilla cómo es que se debe recolectar este tipo de materiales. Entonces, mantenemos la fuente de la materia prima, es de bajo costo y es biodegradable. Esas son grandes ventajas comparadas con los sanitizantes sintéticos. Y en cuanto a costo de la producción, también mucho más bajo.
El semidesierto chihuahuense, el más grande de América, es el más densamente poblado en plantas, es decir, la biodiversidad que tiene es bastante rica y muy particular
Preguntarle, ¿esto también ayuda a que las comunidades que se han dedicado de manera histórica, por ejemplo, a la lechuguilla y candelilla, regresen a tener fuentes de empleo?
(Dr. Aguilar): Así es, esa es una de las ideas. Para ello, esta patente es el resultado del trabajo multidisciplinario e interdisciplinario de varias dependencias de la universidad, porque está la Facultad de Ciencias Químicas, trabajaron las y los investigadores del CICYT de Cuatro Ciénegas, del Centro de Investigación en Biodiversidad, del Jardín Etnobiológico, del Centro de Investigación en Viesca y del Centro de Investigación e Innovación Científica y Tecnológica de aquí de Coahuila.
Esto es muy importante lo que se menciona, porque lo que queremos, a través de los centros de investigación, es precisamente catalizar, acelerar las actividades comerciales con la gente, porque es allá donde se necesita. Todo lo que es la exploración, la toma de muestras, se hace con personas; se están trabajando en diferentes niveles con las personas de allá. Y nosotros, ojalá que estos centros —el CISIT, el SIGIE, el CIBEC y la Facultad— también puedan capacitar a personas de zonas rurales que necesitan alternativas de comercialización como esta.
Doctor Aguilar, quisiera preguntarle qué sigue ahora que tienen la patente, ahora que tienen los derechos.
(Dr. Aguilar): Nosotros estamos implementando un programa de desarrollo y promoción tecnológica e innovación en la facultad. Porque no tenemos solo esta; tenemos cerca de 140 registros protegidos ante el IMPI, de los cuales ya tenemos varias patentes otorgadas en diferentes grupos de trabajo. Lo que queremos hacer es establecer el programa de presentación periódica a la comunidad de los desarrollos que se hacen aquí para que aquellos interesados puedan adquirir los derechos de estas patentes, poder ponerlas en práctica, y aquellos que estén interesados en acelerar los desarrollos que están haciendo se puedan acercar con nosotros.
Estamos dedicados prácticamente a la promoción de la tecnología mexicana, porque entendemos que el gobierno federal de la Doctora Claudia Sheinbaum ve una alternativa en el desarrollo sustentable de México el desarrollo de tecnologías mexicanas. Eso es lo que estamos promoviendo, y estamos contentos también de que nuestro rector nos permita o nos haya también apoyado con esta idea de crear un espacio para el desarrollo tecnológico universitario.
Hay una pregunta que a mí en lo personal me gusta hacer en todos los casos: a la gente de a pie, ¿cómo le ayuda este desarrollo?
(Dr. Sandoval): Le ayuda porque, si seguimos con el trabajo que le corresponde para llegar a su comercialización, tener un producto derivado de tecnología mexicana, derivado directamente de los impuestos que paga, hay un beneficio relacionado directamente con ese descuento que nos llega a todos en nuestros sueldos y cuando compramos productos, el famoso IVA.
Existe en México, en las instituciones de educación superior públicas, esa capacidad para regresarle al pueblo, al mexicano de a pie, como dices, productos por lo que ellos pagan.
Tener una patente puede ocurrir en el nivel 2 o 4. Todavía hay mucho camino por recorrer
Por último, su mensaje tanto para la ciudadanía como para la gente que tiene todos sus esfuerzos volcados dentro de estos laboratorios.
(Dr. Aguilar): Te agradezco mucho. Qué bueno que nos visitas. Igual, invitamos a todos aquellos innovadores, a todas aquellas personas inventoras de tecnología mexicana que se acerquen. Podemos discutir para tratar de que la universidad también sea el marco de sus desarrollos. Decirle a la comunidad que seguimos trabajando en investigaciones que beneficien al sector social, sobre todo.
Esa es una de las misiones que tenemos. No podemos trabajar en nuestras investigaciones solo para dejar los descubrimientos en notas publicadas, sino que sean realidades. Porque estoy convencido de que para poder vivir en un estado sustentable y de desarrollo, se requiere la ciencia y la tecnología para vivir esa comodidad.
Doctor Sandoval, su mensaje.
(Dr. Sandoval): Decirte que en la universidad estamos trabajando en el desarrollo de una cultura de desarrollo tecnológico, válgame la redundancia, porque al llegar a una patente existe la idea de que ya es el último paso para después ir a venderla. No, no, no. Existe una metodología a nivel mundial que tiene 9 niveles, y el tener una patente puede ocurrir en el nivel 2 o 4.
Todavía hay mucho camino por recorrer. Los investigadores que nos dedicamos normalmente a sacar las tesis con nuestros alumnos y los artículos en revistas científicas, tenemos que aprender esa parte, y en la Universidad Autónoma de Coahuila estamos trabajando para desarrollar esa cultura de desarrollo tecnológico.
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