Henry Hernández, el estilista que fusionó el glamour con las matemáticas

Un estilista de talla internacional ha superado numerosos desafíos personales y profesionales para llegar al éxito; comenzó su carrera de forma empírica en Venezuela por las dificultades económicas y políticas del país

5 abril 2025
Henry Hernández, el estilista que fusionó el glamour con las matemáticas

La ciudad cuenta con un profesional de la imagen personal de talla internacional que no solo ha estado a la altura de los más altos estándares de belleza en su país natal, Venezuela, sino también una historia de superación.

Con su tijera y su facilidad para generar una clientela satisfecha, Henry enfrentó la escasez de su nación, la migración y la soledad de enfrentarse a ciudades monstruo como Bogotá.

Se define a sí mismo como un estilista integral. Es matemático de profesión y una vez que combinó sus estudios universitarios con su talento en los salones de belleza, explotó su potencial y el de su clientela.

En entrevista para A LA VANGUARDIA, Henry habló de sus retos, su vida en Venezuela y en Colombia, así como las diferencias entre los clientes de todos los países. El trato que ha recibido en Saltillo, dice, rompe con el estereotipo pues ahora defiende a la ciudad como su natal.

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¿Cómo arrancó tu carrera?
“Tengo en la profesión aproximadamente 18 años. Nací en Venezuela, allá fueron mis inicios pero trabajaba de forma empírica porque con las situaciones políticas en ese entonces pues todo se dificultaba. Estudiar la carrera de ser maquillista era muy costoso y los recursos que tenían eran limitados. Entré a trabajar no directamente en un salón de belleza, sino que me llamaba la atención eso como desde muy pequeño y todo fue muy fácil para mí tener la destreza de los instrumentos. Aparte de eso tengo una licenciatura en ciencias matemáticas y me ayudó mucho con esto del estilismo porque es muy meticuloso y para mí la estética y el estilismo tiene que ser muy exacto y no tienen que haber errores.
Entonces creo que fusioné algo a la carrera. Estudiar en ese tiempo en Venezuela no servía de nada porque era más lo que invertías, lo que gastaba económicamente, el tiempo. Era una carrera muy larga y de mucha dedicación y mientras yo me dedicaba a eso, por otro lado me consumía el querer hacer las cosas, me detenía a buscar una profesión donde yo podía tener créditos monetarios y decidí abandonar la carrera por completo y me decidí a irme a trabajar.
Comencé como ayudante, pero siempre tuve y tengo aún algo dentro de mí que me gusta siempre irme con los mejores y no soy conformista y poco a poco me fui desarrollando, entré a una peluquería donde había un gran estilista y en él me apoyé, no me dio un curso, él se llamaba Wilfredo Escorche”.
¿Cómo fue su mentoría?
“Él no me dio curso, pero yo lo observaba como si estuviera a la búsqueda, cazando algo y mientras él trabajaba mis ojos no dejaban de verlo. Estuve trabajando mi mente y mis ojos sobre él, sobre lo que hacía, él tenía una técnica muy buena que aún la ejerzo y un trabajo impecable ya lo ejerzo igual, pero ya mi estilo ya lo he llevado a un estilo propio. Observándolo hasta que un día él faltó de su trabajo, yo dije pues voy a ponerme, voy a arriesgarme, y sí lo hice completamente bien y desde ahí en adelante, inicié sin parar, sin parar. Yo avanzaba y algo que me detenía en Venezuela que era la situación económica, la situación política, la escasez de todo, todo se estaba perdiendo”.
¿Escorche fue tu único mentor?
“Se me presenta una oportunidad en el 2016 de salir de Venezuela y me voy a Bogotá a trabajar. Dejo a mi familia, dejo mi hogar, entre tristezas, lágrimas, pero yo sabía que tenía que buscar el triunfo, no era en casa, tenía que buscarlo de alguna manera en otro lado.
Llego a Bogotá gracias a un contacto y llego a una peluquería, en esa peluquería comencé a trabajar, vieron que en mí había algo que valía la pena, que era un diamante, una piedra en bruto que debía pulirla y ahí es donde me dan la oportunidad.
Fue la Estética Glam de Patricia Caicedo que fue mi madre mientras yo estuve ese tiempo, que no me abandonó nunca, ella me dio la oportunidad, la dueña del salón Patricia Caicedo me dio la oportunidad de acompañarla y ser el pilar de su negocio, de su peluquería, apostó a mí y ella me dio la oportunidad y me pagó los estudios costosísimos en la ciudad de Bogotá. Soy graduado de la As Academy de Bogotá de Shuarko como Técnico superior en colorimetría.
Las dueñas de otro salón en Barquisimeto, en Venezuela, Marianela Riera y María de los Ángeles Rodríguez, vieron un potencial en mí y me mandan a estudiar maquillaje. En Venezuela las chicas les gusta mucho lo que es el ámbito de la belleza. Por eso el nivel del maquillista y el nivel del estilismo es 100 por ciento porque es un país que está catalogado por la belleza universal.
Ellas ven el potencial de mí y se interesan en mi trabajo y ellas también pagan mi carrera. Yo me fui creciendo en las revistas por el nivel del maquillaje que hacía, porque era muy joven en ese tiempo y los maquillistas quedaban impresionados del nivel que manejaba. Y empecé poco a poco, la fama llega a mí por medio de clientas, recomendaciones. Participo en programas de televisión, enfoques en el periódico, me nombraban en ciertos certámenes allá y trabajaba más que todo preparando y arreglando chicas que iban al Miss Venezuela para hacer los casting y eso me ayudó mucho.
Crecí como la espuma, pero mientras crecía, la economía me daba por debajo. Llegaba a mi salón a las 9:00 a.m. y eran 10, 11 o 12 p.m. y posiblemente todavía estaba trabajando porque la economía y la inflación me obligaban prácticamente a tener que trabajar el domingo para poder sobrevivir”.
Cuéntanos más sobre esa situación, ¿cuándo te diste cuenta que estabas en una situación insostenible?
“Tenías que trabajar el doble para sobrevivir. En ese tiempo Hugo Chávez era el presidente y él expropia muchas empresas. Se iban las empresas y se iba el producto, la materia prima con que tú trabajabas. Entonces llega la escasez para el estilista, porque a las empresas no les convenía y se tenían que ir. Llegaba un producto alterno, pero era un producto de baja calidad y tenías que en ese momento saber trabajar con lo que tenías en la mano. Era muy difícil.
Llega el tiempo donde racionan la luz, racionan el agua, entonces tu cuerpo puede trabajar 10 o 12 horas, pero te limitaba el razonamiento de la luz, te quedabas cinco horas sin trabajar. Luego razonamiento del agua, ¿cómo trabaja un estilista sin agua? Entonces fueron momentos difíciles, difíciles, donde tenías que hacer cola por todos lados para encontrar un producto, algo de tu interés para el salón.
Aún con todo eso, estaba la vanidad no nada más de las mujeres, la vanidad de ambos sexos, porque del venezolano también tiene que andar impecable semanalmente su cabello, igual las mujeres. En Venezuela trabajo siempre había, porque una mujer todas las semanas la tenía en el salón por su belleza, por su cuidado, el caballero ni se diga.
A mis amigos que quedan allá, yo los admiro, los admiro de cómo aún con la situación llevan un peso encima de trabajar con las uñas, con lo que hay. A veces me da pesar porque yo no me siento ahora trabajando allá, porque ya yo viví, ya yo aprendí a vivir de las comodidades de un buen país, de una buena economía”.
Me encantó Saltillo porque venía de una ciudad muy ajetreada, que el tiempo te consumía, que era Bogotá y cuando llegué aquí vi una tranquilidad, una paz, una seguridad ante todo y yo dije de aquí soy, aquí me voy a quedar
Cuéntanos, ¿cómo compaginaste las matemáticas con la estética?
“A mí la química me encantaba, era mi clase preferida, más que la física y que la matemática. Era una universidad que era de las mejores, la UCLA, Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Me gustaba mucho lo que es la medicina, eso eran mis temas, la biología, pero pues mi promedio no llegaba para esas carreras y entonces esa carrera tenía poca demanda, pero yo nada más por entrar por la universidad y entro a estudiar matemáticas y luego quería cambiarme. Y empiezo a ver los cálculos, ya me enfoco en lo que es la matemática y eso me ayudó a ser muy exacto. Entonces en la matemática no hay margen de error, es exacta o no es. algo te falla pues no pensaba todavía en el estilismo y ya cuando.
Ya practicaba el estilismo pero no relacionaba que la matemática la iba a tener que usar, solamente tenía la intuición de hacer todo a la perfección. Fue cuando llegó a estudiar en el 2015, cuando estoy en Colombia en 2016, que veo que parte de todo este mundo es matemática, el color y ahí es donde relaciono las cosas y digo entonces sí soy un buen matemático porque me gusta todo a la perfección y el mundo de la colorimetría es un mundo completamente matemático, el corte de pelo es matemática por la trigonometría que se maneja en el cabello que es el círculo, el cuadrado, el triángulo, esos efectos de las simetrías en corte, de las asimetrías, de que corte tiene que ser perpendicular, pasa por una línea tangente, cuando dos rectas se cruzan, todo eso marca un plus que yo le doy a mi carrera porque pues la matemática me ayuda a ser exacto y a no tener margen de error.
Ahora tengo mi salón y trabajo acá y también doy cursos en una escuela privada y le digo a mis alumnas todo esto que te estoy comentando matemáticamente, físicamente, que todo lo que sube, baja, todo eso lo relaciona, todo tiene en el cabello, en el mundo donde me encuentro, el estilismo, todo, todo, todo tiene una conexión y eso es mi plus, que es automáticamente que está bien o que no. Con solamente ver el color del cabello y eso no es que uso calculadora, ya normalmente ya yo veo una persona y sin saberla, sin conocerla, sin preguntarle, ya te puedo dar un diagnóstico, ya puedo decir cuál es la historia que trae solamente de verla. Pero esa conexión que tengo con la matemática y lo que mis gustos por la química, todo eso ya me hace ser un estilista que así en un abrir y cerrar de ojos puedo saber qué traes y puedo saber qué deseas y también te puedo poner los límites de que sí o no”.
Dejo a mi familia, dejó mi hogar, entre tristezas, lágrimas, pero yo sabía que tenía que buscar el triunfo, no era en casa, tenía que buscarlo de alguna manera en otro lado
¿Cómo llegaste a Saltillo?
“Llego a Saltillo porque quien me contrata tiene tres franquicias, esas tres franquicias la explore y cuando me tocó tomar la decisión, me encantó Saltillo porque venía de una ciudad muy ajetreada, que el tiempo te consumía, que era Bogotá y cuando llegué aquí vi una tranquilidad, una paz, una seguridad ante todo y yo dije de aquí soy, aquí me voy a quedar.
Llegué perdido, en ese momento encontré un gran compañero que es el que tengo acá, me abrió las puertas a donde llegué a trabajar y enseguida sabía que me iba a ir bien. Desde el día uno ya empezó mi marcha de construir, de cumplir todas mis metas y así estuve trabajando ocho meses, hasta que en ocho meses ya me catapulté con una buena clientela y ya decidí abrirme y montar mi salón y hasta ahora me ha ido súper bien”.
¿Ves más viable regresar a Venezuela o que tu familia venga a vivir a Saltillo?
“Dentro de estos seis años, viene el momento de la pandemia que yo ahí es donde emprendo, en el 2020 y me tocó muy difícil, pagar renta, estaba en una zona codiciada de la ciudad, sentía que el mundo se me venía encima pero Dios no nos abandonó y no hay otra cosa que sea el buen trabajo que tú haces, porque si no hubiese sido yo una persona tan buena en lo que hago, obviamente no hubiese resistido a la pandemia.
Ahí me di cuenta del valor de mi trabajo, lo bueno que lo hacía y con eso me quedé. La pandemia sí me ayudó a muchas cosas y es a conocerme más, a darme cuenta de lo que estoy hecho y que en cualquier lugar donde yo esté voy a brillar por el buen trabajo que hago. Con la pandemia, las cuestiones se retrasan con mis papeles legales, pero todo caminó lento, pero iba seguro. Ya tengo seis años aquí en Saltillo, ya logré tener mis documentos, ya soy un mexicano, soy naturalizado mexicano y este año traigo a mi madre, que ya también entra con papeles, hace pocos días le dieron la visa.
En mis planes está sacarlos de allá y ellos acá toman la decisión si quedarse acá o devolverse, pero sí de conocer un lugar increíble como esta ciudad, como lo es México. Y yo creo que así como yo tomé la decisión de quedarme y sin tener la esperanza de que no voy a volver, porque yo espero volver, pero ya no en el sistema de trabajo, porque no me resulta”.
Hablabas que el venezolano es muy vanidoso y se cuida mucho el físico, ¿el mexicano cambia mucho?
“Esa es una de las razones por la que me quedé en México, porque realmente mi finalidad era llegar a Estados Unidos. Cuando llego acá dije que era la peluquería que se parecía más a la de Venezuela, porque sí he encontrado aquí también que la mujer sí le gusta arreglarse, sí es consecuente, con verse bien, pero la mujer llega al salón solamente cuando lo necesita, cuando ya se ve que necesita ir al salón, se pierde tres meses, cuatro meses y te vuelve. Pero el hombre no. El hombre se ha convertido en uno de los principales platos de la mesa del salón, porque el hombre resulta ser ahora más vanidoso que la mujer. El hombre se cuida su rostro, el hombre viene a relajarse, a vivir una experiencia, a salir satisfecho, sonriente, porque por un buen corte, un buen peinado y son elementos que lo han consagrado ahora y por eso existen barberías por mucho, porque a donde quieras ves una barbería. Eso habla de que el hombre ha llegado ahorita a un punto top donde resulta ser más vanidoso que una mujer”.
El corte de pelo es matemática por la trigonometría que se maneja en el cabello que es el círculo, el cuadrado, el triángulo, esos efectos de las simetrías en corte, de las asimetrías, de que corte tiene que ser perpendicular
$!Henry Hernández, el estilista que fusionó el glamour con las matemáticas
¿Cómo te ha tratado la ciudad? Se tiene la idea de que el saltillense es cerrado y hasta grosero
“Yo digo que yo rompo el estereotipo porque a mí me han tratado muy bien y así hay personas en todas partes del mundo. Esta es una ciudad todavía muy conservadora y más allá de ser conservadora, es una ciudad que se cuida mucho de quién eres para poderle abrirle la puerta a alguien y eso está bien, es seguridad. Me han tocado unas cosas que son detalles mínimos, pero te puedo decir que en todas partes del mundo te encuentras algo bonito y algo que un detalle de cualquier persona. Por lo general Saltillo a mí me parece una ciudad muy bonita y su gente también. De aquí soy, de aquí pertenezco y lo voy a defender. Y no es una defensa porque sea nacionalista, es una defensa porque a mí no me ha pasado”.
A Bogotá, a Saltillo, a Cuba, llegaste solo, ¿cómo empataste esa soledad con una profesión que muchas veces está acompañado y en ocasiones funge hasta como psicólogo con sus clientes?
“Todo es creer en ti, ahí es donde tú realmente sabes quién eres, de lo que eres capaz y te toca creer en ti quieras o no y salir adelante porque para atrás ya no puedes regresar. Y si te toca más emocionalmente, sí tienes que darle muchas fuerzas a tu parte emocional, porque sí, dentro de todo es muy duro salir, dejar, volver a empezar de nuevo. En Bogotá cuando llegué estaba bien aclientado, pero se me presenta la oportunidad de venirme a México y otra vez es empezar de nuevo ya más lejos y las emociones las traes a flor de piel, pero aún todo eso son batallas que tú tienes que ir ganando poco a poco.
Cada vez que lo recuerdo yo le doy gracias a Dios porque yo no quiero volver ni a recordar esos momentos. Puedes salir adelante, pero siempre vas con la compañía de alguien como un amigo. Pero la soledad, eso es lo que más te puede hacer cometer muchos errores, pero yo aún decía que Dios tenía algo preparado, bueno para mí y sí, poco a poco me fui adaptando, mi parte emocional la alimenté para mantenerme fuerte. Sí se me vinieron muchas veces a tomar la decisión de devolverme, no me importaba dejar lo que ya tenía construido, pero hay algo que me detenía y pues no, ahora vivo muy feliz”.
¿Consideras que haber trabajado para las candidatas a Miss Venezuela es tu principal logro? ¿O cuáles crees que son?
“El mundo del artista es muy duro porque tu trabajo se demerita mucho. Que porque soy un artista entonces mi trabajo debe ser más económico, yo eso lo pasé en Venezuela y para yo llegar al punto donde yo quería estar por un hombre, por decir que era yo un maquillador directo del miss Venezuela, todo eso no lo vi viable para mí porque es una mafia, si no conoces no entras. Te dicen que ‘quien eres tú tienes’ o ‘no tienes’, entonces juzgan mucho tu perfil para poder llegar a ese punto.
Aún así yo sí trabajé con unas niñas que ahora las veo en televisión, uno de ellos es Aleska Génesis, que es una niña que ahorita está participando en La Casa de los Famosos de Telemundo, en una ocasión también trabajé con Mariam Habach que fue Miss Venezuela 2015, con artistas, con muchos youtubers que andan en las redes que ahora en Venezuela y yo me enfoqué más que todo en trabajar la parte comercial, en la belleza que no tiene filtro, la que se ve día a día, la comercial, la que te deja, entonces yo me enfoqué en eso porque de eso es lo que yo quiero vivir para siempre y esa belleza ficticia, el artista ficticio, pues para mí no me llama la atención porque sé cómo se maneja el mundo ese.
En Venezuela trabajé con mucho personajes pero nunca por ahí, no era mi tiro pues. Y aquí cuando llegué aquí sí también tuve la oportunidad de participar en un vídeo con los hermanos Luna en Monterrey. Aquí pues llega ente político, diputado, diputadas, alcaldes que manejo acá dentro de mi salón y es porque pues eso es lo que me importa, el prestigio que te das, el respeto, personas que sí saben valorar quién eres y no andan con un estereotipo de quién eres para poder atenderme contigo”.

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