“Luchar, creer, tropezar y levantarse”, es la regla de vida de Jorge A. Jiménez, el actor coahuilense que dio vida a Jacinto en la serie “El Secreto del Río” recientemente publicada por Netflix, donde se aborda un tema no antes tocado en las producciones mexicanas: las infancias trans.
Aunque a Jorge le tocó ser el villano de la historia, dice que su personaje fue justo una gran oportunidad para que la sociedad analice y sea crítica sobre la narrativa del machismo mexicano que hoy prevalece y que puede causar daños.
Este es uno de los papeles más preciados para Jorge, en el sentido de que dejó una gran enseñanza no solo para la población mexicana, sino para cualquier persona en el mundo que tenga acceso a la plataforma livestream.
Jorge A. Jiménez nació en enero de 1981 en Zaragoza, Coahuila y a los 14 años emigró a San Antonio, Texas con el interés de aprender inglés. Antes de ser actor, Jorge fue ayudante de la construcción durante varios años, y fue un momento de ocio en este período, lo que lo llevó a buscar su camino en el mundo de la actuación donde ha luchado por abrirse paso y darle voz al talento mexicano.
Hoy con 55 proyectos realizados incluyendo protagónicos en series como Colosio, Pancho Villa y también con participaciones en series como Narcos, dice que es inevitable voltear a ver a las raíces de su pueblo y sentirse orgulloso del camino labrado.
Esta es la entrevista de hoy en A La Vanguardia.
¿Cómo se despierta tu interés por la actuación?
Tenía la idea de, en algún futuro, un negocio. Mi idea era entrar a eso. Algo no me cuadraba, batallaba mucho con las matemáticas. Opté por mejor dedicarme a la construcción y pensar que un día abriría mi negocio en eso.
Un día, saliendo del trabajo prendo la tele y veo que está Amores Perros; me gustó mucho cómo se contaba la historia. Nunca fui cinéfilo, era un simple espectador más. Me llamó la atención cómo se entrelazaban las historias y eso me generó inquietud y fue tanta mi sorpresa que dije: si no me gusta lo que estoy estudiando, voy a estudiar actuación.
Tenías 21 años cuando pusiste los ojos en la actuación, ¿sentías que esto era una desventaja para buscar esos horizontes?
Sabía que llevaba un poco de desventaja si me comparaba lógicamente con actores de mi edad en ese tiempo, como por ejemplo los de Amores Perros.
Algunos de los protagónicos eran de mi edad y habían empezado desde niños. También pensaba en los que tenían familiares directores, productores, pero eran tantas mis ganas de lograrlo que decidí no compararme con nadie.
Todos tenemos diferentes oportunidades.
¿Cuáles fueron tus primeros pasos?
Entré a estudiar teatro en
la Universidad de Texas. Era el único mexicano, algunos de raíces latinas, pero era raro que hablaran español ahí en teatro.
Me fui a Miami a buscar oportunidades. Sabía de entrada que se hacían novelas, dije: ‘me va a ver un director de cine’. Ya sabes, sin saber ni tener idea de cómo eran las cosas. Me fui dos años y medio. No se me abrieron las puertas en las novelas, jamás pude entrar.
Trabajé de mesero, bar tender, di clases de actuación a niños y tuve una oportunidad en una serie que se llamaba “Al filo de la ley”. Esa fue la única oportunidad en Miami. Lo demás fueron participaciones como doble. Duré dos años y medio.
Nunca fui cinéfilo, era un simple espectador más. Me llamó la atención cómo se entrelazaban las historias (en Amores Perros) y eso me generó inquietud y fue tanta mi sorpresa que dije: si no me gusta lo que estoy estudiando, voy a estudiar actuación.
¿Cuáles fueron los escenarios más difíciles que te encontraste en Estados Unidos?
La verdad he batallado más en México, pero en Estados Unidos, el tema fue el acento. Pero lo que sí es que fue más rápido porque empezaba a ir a los festivales, y me veían ahí y me ofrecían después ofertas de trabajo. En México curiosamente, sí lo he visto más complicado. Antes de entrar a México trabajé en Estados Unidos, Canadá, Colombia, Bolivia, más de 13 años.
¿Cómo tomabas las negativas?
Sigue pasando. Tengo 20 años de carrera y es algo a lo que no te acostumbras. Es competir contra muchos más, y es una lucha constante. Lógicamente viene una decepción, te agüitas porque estabas emocionado. Pero en realidad no hay una manera en que un actor trabaje todos los días, hay una demanda. Todo es estar buscando, picar piedra.
¿Cuál ha sido el papel más difícil?
Creo que el de Pancho Villa. En el aspecto de las batallas, montar a caballo, explosiones, fuego. Uno tiene control de su cuerpo pero no del caballo. Aprendí muchas cosas; aprendí historia, aprendí a montar mejor, a manejar armas; fue muy complicado. Había mucho diálogo. Es un personaje que tuvo timidez, buena gente, enojón, asesino, héroe, etc.
En realidad no hay una manera en que un actor trabaje todos los días, hay una demanda. Todo es estar buscando, picar piedra.
¿Qué es lo que no te gusta del cine?
Por ejemplo, siento que ‘El Secreto en el Río’ es un ejemplo claro de que se puede hacer buen cine o series sin la necesidad de caer en lo sexual. A mí me choca mucho que últimamente todo lo que se hace involucra eso. No me asusto y en gustos se rompen géneros, pero en lo personal me siento incómodo ver películas con mi papá o con mi familia y que salgan esas escenas. Además de que se sacrifican escenas que pueden ampliar la historia.
Tu más reciente papel en El Secreto en el Río, ¿te dejó algún aprendizaje?
Este fue un proyecto fuerte por el tema, por el tabú y tantas cosas más. A mí me encantó la forma en que fue tratado el tema y la delicadeza. Es un tema que no se había contado de esa manera. Te hace abrir los ojos, valorar y respetar lo que es una amistad verdadera.
¿Qué opinas de tu personaje?
A todos mis personajes los tengo que defender y estar de acuerdo para poder darle vida. Si no, es algo que se ve en la pantalla. Me tocó ver comentarios de que el personaje cayó mal, pero ya me habían adelantado en edición. Pero fue un personaje que te hace ver el machismo que sigue arraigado y si no hubiera existido, tal vez no se hubiera sentido el impacto y la historia no hubiera sido lo que fue.
Ahora he visto la serie varias veces y me quedo con un nudo en la garganta pensando: qué difícil y qué duro para esos niños, lo que viven. No puede ser que exista gente tan cerrada.
Se puede hacer buen cine o series sin la necesidad de caer en lo sexual. A mí me choca mucho que últimamente todo lo que se hace involucra eso. No me asusto y en gustos se rompen géneros, pero en lo personal me siento incómodo ver películas con mi papá o con mi familia y que salgan esas escenas.
Hoy viendo en retrospectiva, ¿qué representa para ti ser de Zaragoza y haber alcanzado un sueño que tal vez parecía complicado?
Siempre ha sido un orgullo para mí, estoy muy orgulloso de mi pueblo. Lo que sí, es que me pongo a pensar en la carrera; los personajes como Colosio, Pancho Villa, la nominación a un Ariel y pienso: ‘y todo siendo de un pueblito del norte’.
Eso es lo que sí siento mucho orgullo. La mayoría tienen otras oportunidades en ciudades grandes, de caminar unas cuadras y tomar el metro, además están donde pasa todo. Yo jamás viví en Los Ángeles, ni en Ciudad de México. Salí de un pueblito, con sueños y lo he ido logrando.
Y ¿qué te gustaría decirle a la gente que busca un sueño como tú?
Créeme que muchas veces he pensado en dejar la carrera pensando que no se me han dado las cosas, pero aquí estoy. Siempre son nuevos retos, nuevas metas.
Al principio decía: ‘¿será que un día lo voy a lograr?’. Hoy las ganas siguen, el sueño de ganar un Óscar sigue. Yo le diría a la gente que crean en ellos mismos, si uno no cree, nadie tendrá esa responsabilidad. Aunque dependemos de mucha gente para lograr las cosas, si no damos el primer paso, el segundo, el tercero y seguimos, nadie lo hará por nosotros. Es luchar, creer, tropezar y levantarse. Es perseverancia y paciencia, nada está escrito.
Siempre ha sido un orgullo para mí, estoy muy orgulloso de mi pueblo