En una ciudad donde las emergencias han formado parte del paisaje cotidiano y el sonido de las sirenas es tan familiar como el murmullo del viento, María Elizabeth Fernández Briones ha encontrado no solo una vocación, sino un estandarte de vida.
Nacida en Saltillo, Coahuila, en 1988, Elizabeth creció rodeada del mundo de la atención a desastres, gracias a la influencia directa de su padre, un bombero comprometido con el servicio a la comunidad. Desde pequeña, la escena de un camión rojo saliendo a toda velocidad o la llamada de auxilio en plena madrugada no le eran ajenas. Más que temor, estos momentos despertaron en ella una profunda admiración y el deseo de formar parte de quienes previenen, enfrentan y mitigan el riesgo.
Años más tarde, ese deseo se transformó en una misión. Aunque su formación profesional inicial fue en Derecho, Elizabeth no abandonó nunca su inquietud por el ámbito de la protección civil. Casada con otro bombero, Isaí, encontró en la vida familiar un espacio de convergencia entre lo personal y lo profesional.
Fue así como decidió dar un paso más y cursar una Maestría en Protección Civil y Gestión de Emergencias, convirtiéndose, con orgullo y perseverancia, en la primera mujer en el estado de Coahuila en lograr ese título. Su historia es testimonio del avance femenino en un terreno históricamente dominado por hombres, pero también de una visión amplia e incluyente sobre lo que significa cuidar una ciudad.
Hoy, Elizabeth representa mucho más que un logro académico. Su voz se levanta con autoridad cuando se habla de prevención, de liderazgo en emergencias y del papel crucial de las mujeres en estos escenarios.
En esta entrevista para A La Vanguardia, comparte su trayectoria, los retos enfrentados y la urgencia de fomentar una cultura de prevención en todos los niveles: en el hogar, la escuela, las empresas y las políticas públicas. Su historia, contada desde la vivencia directa, nos invita a reflexionar sobre lo que significa verdaderamente proteger a los demás.
¿Cómo nació tu interés por el mundo de las emergencias?
Desde que tengo memoria, crecí rodeada del ambiente de emergencias. Mi papá era bombero y desde niña sabía lo que era un incendio, una ambulancia, un desastre. Ver el camión de bomberos era algo cotidiano para mí. Las emergencias han estado presentes toda mi vida.
¿Hay alguna experiencia de tu infancia que te marcara en particular?
Sí, recuerdo claramente una madrugada cuando tenía unos 9 años. Llamaron a mi papá porque había un incendio en una fábrica. Salió a las tres de la mañana y no regresaba. Le preguntaba a mi mamá por qué tardaba tanto y ella me explicó que era una emergencia muy grande. Cuando volvió, nos contó que la empresa se había consumido totalmente. Ahí comprendí la magnitud del trabajo de mi papá y lo necesario que es tener personas que respondan en esas situaciones. También entendí que hay quienes trabajan para que esas emergencias no sucedan: eso es la prevención.
¿Cómo surgió la idea de estudiar la Maestría en Protección Civil y Gestión de Emergencias?
Soy licenciada en Derecho de profesión y, junto con mi esposo Isaí, quien también es bombero, fundamos una empresa de construcción. Como valor agregado, decidí especializarme en este ámbito. Quería tener los conocimientos necesarios para dar más a nuestros clientes en términos de prevención y seguridad.
Se dice que eres la primera mujer en graduarte de esta maestría. ¿Es correcto?
Sí, soy la primera mujer graduada, no solo en Saltillo, sino en todo el estado de Coahuila. Es un orgullo y también una gran responsabilidad, porque eso me convierte en referente para otras mujeres que quizás no se han animado a dar ese paso.
Mi papá era bombero y desde niña sabía lo que era un incendio, una ambulancia, un desastre
¿Cómo fue estudiar una maestría en un ámbito tan dominado por hombres?
Fue un reto. La mayoría de mis compañeros eran hombres adultos, muchos con más de 40 años y bastante experiencia. A veces sentía que sus opiniones eran más escuchadas, pero yo también tenía mi punto de vista y lo defendí. Lo interesante fue que éramos personas de todo el país: Tijuana, Ciudad de México, Chiapas, Veracruz... eso enriqueció mucho las discusiones. Y los maestros siempre fueron muy respetuosos y abiertos.
¿Cómo ves la participación de las mujeres hoy en el ámbito de la protección civil?
Ha habido avances, pero sigue siendo un terreno dominado por hombres. Hasta hace poco, en Coahuila no había directoras mujeres en Protección Civil. Este año, en Torreón, se nombró por primera vez a una mujer como directora del área, aunque aún depende jerárquicamente de un varón. Aún falta mucho por hacer.
¿Tuviste algún tipo de discriminación por ser mujer durante tus estudios o tu carrera?
No. Afortunadamente, mis compañeros y profesores siempre me trataron con respeto. Las clases contaban con moderadores y había un enfoque muy claro hacia la equidad.
¿Cuál sería tu mensaje para las mujeres interesadas en este ámbito?
Que se atrevan. Este es un ramo difícil, pero no imposible. Si tienes la convicción, puedes avanzar igual que cualquier hombre. Puedes ser punta de lanza en las emergencias y marcar la diferencia. El género no debe ser una limitante.
Entendí que hay quienes trabajan para que esas emergencias no sucedan: eso es la prevención
¿Consideras que la sociedad tiene una buena cultura de prevención?
No. La prevención sigue siendo una tarea pendiente tanto para autoridades como para la sociedad en general. Todos estamos expuestos a una contingencia, sin importar nuestro nivel socioeconómico. La prevención debe empezar en casa, en la escuela, en la empresa. Todos podemos hacer algo para reducir los riesgos.
¿Qué acciones simples podrían marcar la diferencia?
Tener un extintor o un detector de humo en casa puede salvar vidas. En México no es común tenerlos, y cuando los tenemos, no los usamos correctamente o están guardados en lugares donde no sirven. Es un cambio de mentalidad que necesitamos hacer.
¿Crees que debería ser obligatorio tener detectores de humo y extintores en los hogares?
Definitivamente. En Estados Unidos, en muchos estados es ley. Aquí debería legislarse algo similar. Un detector de humo te puede alertar de un incendio mientras duermes. Y un extintor puede servirte para proteger tu casa, tu coche o ayudar a un vecino.
Tener un extintor o un detector de humo en casa puede salvar vidas
¿Qué opinas sobre el uso de seguros como parte de la prevención?
Es fundamental. En México, aseguramos el coche, pero nunca pensamos en asegurar la casa o los bienes dentro de ella. La transferencia del riesgo, que es lo que hacen los seguros, permite cubrir gastos en caso de emergencias sin afectar gravemente nuestras finanzas. Hay estados que ya cuentan con seguros apoyados por el Banco Mundial, pero es algo que debería ampliarse.
¿Cómo ha influido tu familia en tu trayectoria?
Mucho. Como dije, mi papá fue bombero y al principio pensé que quizá no le gustaría que siguiera sus pasos. Pero con el tiempo me ha apoyado mucho, es mi primer consejero cuando tengo dudas sobre incendios. También mi esposo, que está en el mismo ámbito, ha sido un gran respaldo.
¿Y tus hijos? ¿Cómo viven este entorno?
Están totalmente empapados del tema. Mi hijo menor, que tiene casi 10 años, ya sabe usar un extintor, curar una herida y respetar los procedimientos. Cuando vamos por la calle, notan los detalles: “Mira, mamá, aquí pasó un choque, ahí falta un señalamiento.” Ya tienen una mirada preventiva.
¿Cuál es tu mensaje final para la sociedad?
Que no dejen la prevención para después. Una pequeña inversión puede salvar una vida. Y que las mujeres sepan que este también es su lugar. Que no se detengan. Que si quieren dedicarse a esto, hay espacio para ellas. Las emergencias no distinguen género, y tampoco debe hacerlo la preparación para enfrentarlas.
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