Las antiguas parteras que cuidaron a las madres de Saltillo
Durante siglos, las parteras han acompañado a las madres con sabiduría ancestral y calidez, su labor ha evolucionado pero la esencia de su labor se mantiene
En los siglos pasados, en Saltillo el inicio de la vida no se escuchaba entre monitores de hospital, sino entre rezos, toallas y el susurro de una mujer liderando el alumbramiento.
Eran las parteras tradicionales, también conocidas como matronas o comadronas, términos que evocan la raíz latina de su oficio: cum matre, “con la madre”.
Sabían cómo y cuándo actuar, así como cuándo esperar. Fueron figuras esenciales en la historia íntima de la ciudad, presentes en centenas de hogares en el momento de los nacimientos.
No eran médicas ni enfermeras, algunas estaban registradas y otras no, según documentos del Archivo Municipal, pero conocían el proceso y la anatomía de la mujer a la perfección.
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Tenían conocimientos de cómo maniobrar con el bebé, qué infusiones usar –de hierbas como ruda, canela o epazote– para las contracciones o cualquier otro malestar, así como cuándo definir que era necesaria la intervención médica.
Eran metódicas y muy organizadas. Se sabe que algunas de ellas anotaban todos los nacimientos que atendían.
Y su labor iba más allá, también eran una suerte de curanderas. Aliviaban de empachos, hacían rezos para quitar sustos y hasta tenían dotes de consejeras.
En su mayoría eran mujeres mayores, con hijos, analfabetas y a las que para mostrarles respeto se les decía “doña”, seguido de su nombre.
SABIDURÍA TRANSMITIDA
Como una recomendación que se brinda de boca en boca, los conocimientos entre parteras fueron transmisiones generacionales.
Una herencia que inició la bisabuela, pasó a sus hijas o sobrinas y ellas siguieron con el linaje del oficio.
No eran cosas que se aprendieran en un salón de clases, sino con la experiencia misma y con las vivencias de otras mujeres.
Era común que en cada barrio se tuviera, al menos, identificada a una partera, cercana y experimentada, pues además del nacimiento, ellas también se encargaban del cuidado de la madre.
Guadalupe, Teresa y Luz, son solo algunos de los nombres documentados en el Archivo Municipal bajo la labor de partera, por ahí del siglo XVIII.
Eran integrantes del padrón municipal junto a otros empleos de profesionistas como ingenieros, profesores, abogados, ganaderos, agricultores, médicos y comerciantes.
En tanto, se sabe que en 1922 llegó a haber hasta 13 parteras más que trabajaban de manera “no oficial”, pero que contaban con la confianza de la población y eran consultadas para atender nacimientos.

LA EVOLUCIÓN
Conforme creció el sistema de salud durante el siglo pasado, específicamente en los años 80, la labor de las parteras tradicionales se fue dejando de lado, para dar paso a los hospitales, ginecólogos y atenciones especializadas.
Sin embargo, todavía se pueden encontrar algunas parteras en la capital coahuilense, incluso hay datos que permiten reconocer que cada vez más mujeres están optando por retomar el parto en casa.
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El 5 de mayo de 2016, con motivo del Día Internacional de la Partera, Vanguardia entrevistó a Doris Silva, quien compartió que esta práctica ha evolucionado y se ha convertido en tendencia.
Desde su experiencia, la partera moderna ahora se enfoca en brindar cuidados prenatales y trabaja en colaboración con un ginecólogo. Recordemos que en la antigüedad ellas hacían todo solas.
Se trata, según testimonios de las madres que optan por un parto en casa, de un intento por recuperar la intimidad y calidez de ese momento vital.
En tanto, organismos como la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México han reconocido públicamente la importancia de las parteras, resaltando su rol como prestadoras de salud comunitaria y guardianas de una tradición y conocimiento ancestral.
*Con información de Meybol Yera López, Archivo Municipal de Saltillo, Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Organización Mundial de la Salud, Vanguardia.
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