Abandona la prensa el conflicto sirio
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Los sirios son cada vez más desconfiados: no creen que la prensa extrajera esté haciendo nada por ellos, ni por su pueblo.
Damasco, Siria.- La vida se está complicando mucho, no sólo para los sirios locales, sino también para los reporteros internacionales, que ya tienen problemas incluso con la propia gente del pueblo: cada vez hay más salafistas, hostiles con la prensa y especialmente con las reporteras.
Los sirios son cada vez más desconfiados: no creen que la prensa extrajera esté haciendo nada por ellos, ni por su pueblo. No quieren que se publiquen imágenes de dónde están, ni siquiera tomadas en el interior de una casa. Nada de rostros, en absoluto. En tres días en el campo con el Ejército sirio Libre no ha sido posible obtener ni una foto ni grabar imagen ninguna.
Al principio los muchachos sonreían al visitante, pero muy pronto empezó a evidenciarse que no se es bienvenido, especialmente si se trata de una mujer. Ya ni prepararles unas tortillas de patata consigue romper el hielo.
A pesar de todo, es posible aún desplazarse con el Ejército Libre y contemplar cómo viven el día a día los voluntarios: quiénes son y qué piensan, los modestos medios con que cuentan y las crudas condiciones de vida. En su mayoría son campesinos sin educación que no comprenden el papel de los medios de comunicación, ni en la vida normal ni en la guerra.
Ha empezado a correr el rumor en el pueblo de que la prensa internacional está aquí para aprovecharse de su lucha y ganar dinero: que son acomodados occidentales que se sirven de su revolución para hacerse ricos.
Esto es especialmente triste para la nueva generación de reporteros de guerra. "Encuentro vocaciones tremendas", dice a la agencia dpa la presidente de la Federación Española de Asociaciones de Prensa, Elsa González. "Pero hoy día es una heroicidad mantenerse allí sin medios".
González reconoce que la mayoría son freelance que apenas llegan a cubrir gastos, ni aún los de seguridad: "Muchos que cubren la 'primavera árabe' no tienen ni chaleco antibalas, les cuesta el sueldo de un mes".
Producir, viajar, entrevistar, grabar y editar piezas, transmitir y además escribir crónicas, comentar por radio: hoy un periodista solo y sin respaldo se hace cargo del trabajo que antes implicaba pagar a varios equipos.
En la asediada ciudad de Homs, además de la BBC y SkyNews, sólo permanecía algún que otro periodista y fotógrafo freelance. Sin embargo, después de tres semanas, ni el Ejército Libre ni el pueblo parecen entender bien la presencia de esos medios. Así que ahora han decidido marcharse incluso esas televisiones. Antes lo hicieron los periodistas de los británicos "Daily Telegraph" y "The Guardian".
El domingo, al saber que unos reporteros vieron y fotografiaron en una fosa a cuatro ejecutados, con las manos a la espalda, los líderes del Ejército Libre se indignaron. En particular, el segundo en la cadena de mando en zona, un salafista llamado Abu Omar.
Unas horas más tarde forzaron al fotógrafo a borrar una por una las imágenes. Los muertos eran supuestos 'shabihá' (mafias armadas al servicio del presidente Bashar al Assad). O tal vez civiles pro Assad. En los alrededores de la ciudad puede verse a los jóvenes que hacen este tipo de trabajo sucio, a la busca y caza de enemigos para matarlos.
Homs sigue estrangulada y ya no es posible entrar. Hasta los accesos secretos han sido bombardeados. De Baba Amro no puede salir nadie. Los jóvenes locales que graban en esas zonas desempeñan un trabajo valiosísimo para enviar imágenes, pero desgraciadamente son parte del conflicto.
A los periodistas les resulta difícil confiar incluso en los locales de los que dependen, que de un día para otro pueden enfadarse por una frase o una foto. Además, hace muchos días que no se encuentra una fuente de electricidad donde recargar baterías, teléfonos y ordenadores. Se transmite como y cuando se puede, si es que hay Internet unos minutos al día.
No hay duda de que se acerca el momento de la clásica pregunta: cuándo es la hora de irse. Y, entonces, ¿quién lo contará?