El verdadero problema italiano, una montaña de deuda pública que no se reduce
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Italia convive con una enorme deuda que en cifras absolutas roza los 2.3 billones de euros (2017), la mayor de todos los países del euro. Supone casi el 132 por ciento del Producto Interno Bruto anual del país.
Italia preocupa en la eurozona y en los mercados financieros han sonado las alarmas: ¿necesitará la tercera potencia económica de la Unión Europa una intervención como ocurrió hace más de ocho años con Grecia, una economía mucho más pequeña?
Italia convive con una enorme deuda que en cifras absolutas roza los 2.3 billones de euros (2017), la mayor de todos los países del euro. Supone casi el 132 por ciento del Producto Interno Bruto anual del país. La situación tan sólo es peor en Grecia (casi el 179 por ciento), aun cuando según la normas de la UE no debería exceder el 60 por ciento del PIB.
Una deuda tan elevada puede generar grandes problemas si los intereses aumentan drásticamente. Es por ello que el Gobierno de Roma tuvo que pagar hoy intereses más altos al intentar captar dinero en los mercados financieros. Los bonos a cinco años se pagaron a un interés del 2.3 por ciento en lugar de casi el 0.6 por ciento.
Si esa tendencia persiste, Italia no podría a la larga conseguir dinero fresco por los medios habituales y sucedería como en Grecia, cuya economía tuvo que ser rescatada en 2010 debido a la drástica subida de intereses.
Una acción similar para Italia, una economía mucho mayor, se considera imposible, ya que los medios del fondo de rescate europeo, conocido oficialmente como el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEDE), son insuficientes.
Además, si Italia no puede hacer frente realmente a la deuda, numerosos bancos tendrían un gran problema, pues muchas entidades financieras, sobre todo en Italia, han adquirido una gran cantidad de deuda italiana.
No obstante, la situación no es nueva. Ya en los primeros tiempos del euro (1998/99) la enorme deuda de Italia era un problema, pero en ningún momento estuvo al borde de la bancarrota. Entonces, la entidad que precedió al Banco Central Europeo era la que certificaba en su "informe de convergencia" los países que podían adoptar el euro. "La cota de endeudamiento se sitúa muy por encima del valor de referencia del 60 por ciento. Tras el máximo alcanzado en 1994, la cota bajó (...) y en 1997 fue del 121.6 por ciento", se afirma en el informe.
Dos décadas después las conclusiones siguen siendo las mismas: preocupa igual que antes si la relación entre la deuda pública y el PIB decrece lo suficiente y rápidamente puede acercarse a la cota de referencia y si a la larga se puede conseguir una situación financiera sostenible”.