¿Golfo de México? ¿Golfo de América? ¿Qué hay detrás de un nombre?
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En México y Cuba, los otros países con fronteras marítimas en el golfo, la medida de Trump fue recibida con una combinación de desconcierto, indignación, indiferencia y, en ocasiones, risas
Por James Wagner
Francisco Javier Remes Sánchez estaba perplejo mientras veía al presidente Donald Trump firmar una orden ejecutiva la semana pasada renombrando el golfo de México como golfo de América como parte de su promesa de honrar la “grandeza estadounidense”.
“El señor habla mucho y no nos queda más que defender a México”, declaró Remes Sánchez, de 52 años, que dirige una asociación pesquera de 15.000 miembros en el estado de Tamaulipas, al noreste de México. Lleva 20 años pescando en el golfo y calcula que pasa 2000 horas al año en sus aguas.
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“Está cambiando el nombre de un patrimonio cultural y natural de México desde el siglo XVI, cuando ni siquiera se había formado Estados Unidos”, añadió.
Para que quede claro: la orden de Trump de renombrar el golfo más grande del mundo solo cambiaba el nombre en Estados Unidos, donde él tiene autoridad, no a nivel internacional. Pidió al secretario del Interior que eliminara todas las menciones al golfo de México en la base de datos geográfica oficial del gobierno y se asegurara de que “todas las referencias federales”, incluidos mapas, contratos y otros documentos, reflejaran el nuevo nombre.
El viernes, el Departamento de Interior anunció el cambio.
Pero aún así, en México y Cuba, los otros países con fronteras marítimas en el golfo, la medida de Trump fue recibida con una combinación de desconcierto, indignación, indiferencia y, en ocasiones, risas.
“Para nosotros y para el mundo entero, se sigue llamando golfo de México”, dijo la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, riéndose brevemente al abordar el tema la semana pasada.
Para algunos, el cambio de nombre del golfo les recordó otros desacuerdos mundiales sobre topónimos. Por ejemplo, la masa de agua al sur de Irán ha sido durante mucho tiempo una fuente de tensión, ya que Irán, como gran parte del mundo, lo llama golfo Pérsico, mientras que Arabia Saudita y algunos otros Estados árabes prefieren llamarlo golfo Arábigo.
El río Grande, que bordea el sur de Texas y sirve de frontera nacional entre Estados Unidos y México, se llama así en el lado norte. Pero en México se conoce como río Bravo.
El golfo ha tenido muchos nombres, desde el golfo de Florida hasta el golfo de Cortés, pero hay pruebas de que el nombre de golfo de México se mantiene desde 1552, utilizado por escrito por un historiador español, afirmó Samuel Truett, profesor de la Universidad de Nuevo México especializado en historia de Estados Unidos y México.
Aunque el nombre surgió casi 300 años antes de que se fundara el país de México, sus orígenes se remontan a los aztecas, que construyeron una ciudad sobre la que más tarde se erigió Ciudad de México. Señaló que, aunque la gente de Estados Unidos suele utilizar “América” para referirse a su país, el término es muy anterior a la nación y originalmente significaba algo mucho más amplio. Para muchos latinoamericanos, sigue siéndolo.
“Es la presunción estadounidense de tomar algo que se aplicó al hemisferio, en realidad, y reclamarlo solo para una nación”, dijo.
Cuando Trump sugirió por primera vez que modificaría el nombre del golfo a principios de este mes, Sheinbaum mostró un mapamundi de 1607 en el que América del Norte se denominaba América Mexicana y el golfo de México se identificaba como tal, 169 años antes de la fundación de Estados Unidos.
“¿Por qué no le llamamos América mexicana? Se oye bonito, ¿no?”, bromeó entonces.
Desde que Trump firmó la orden, algunos otros funcionarios mexicanos han defendido el nombre del golfo.
Rocío Nahle, gobernadora del estado de Veracruz, que tiene más de 720 kilómetros de costa en el golfo, escribió a la mañana siguiente de la firma: “Desde hace 500 años, es y seguirá siendo nuestro rico y grande ‘golfo de México’”. Tras enumerar las razones por las que era importante para su estado, desde el comercio al petróleo pasando por la pesca, escribió: “¡Y no es un decreto, es una realidad!”.
Incluso la Secretaría de Turismo del país se sumó a la iniciativa en una publicación en las redes sociales en la que promocionaba las visitas a la masa de agua: “¡Que viva el Golfo de México! La belleza de nuestro México es maravillosa, ante los ojos del mundo y como ha sido llamado desde 1607 en los mapas mundiales”.
(De momento, el gobierno cubano no ha dicho nada al respecto).
En Tampico, una ciudad portuaria en el estado de Tamaulipas, José Antonio Zapata Hinojosa, de 45 años, profesor de economía y ciencias políticas, así como historiador aficionado local, dijo que la gente allí no estaba preocupada por la decisión de Trump. Dijo que imaginaba que todos —incluso los turistas— seguirán diciendo el golfo de México.
“Es como cuando cambian el nombre de una calle o un estadio, pues se queda el nombre original”, dijo.
En Cuba, Edel Pérez, de 54 años, administra un hotel con su familia en Santa Lucía, una localidad del noroeste de la isla desde la que puede ver el golfo. Dice que lleva toda la vida pescando meros, pargos y otras especies en esas aguas.
“No entiendo cómo una persona con capricho quiera cambiarle el nombre”, dijo. “La parte de nosotros seguirá siendo el golfo de México”.
Pérez dijo que se quedó atónito cuando escuchó la noticia por primera vez, pero admitió que los cubanos que conocía probablemente se encogerían de hombros. “A la gente de aquí no le preocupan esas cosas”.
Sin embargo, Pérez dijo que era curioso que Trump, buscando glorificar a los Estados Unidos, eligiera el nombre “América”, ya que “todos somos americanos”.
Curiosamente, el equipo de fútbol mexicano más popular y exitoso se llama Club América, que se ha convertido en material de los memes en las redes sociales en México.
En la práctica, sin embargo, el nombre del golfo no importa, dijo el capitán Paul Foran, un consultor marítimo con sede en Florida que como capitán de barco navegó a través del golfo de México en innumerables ocasiones.
Aunque podría ser mucho trabajo cambiar todos los documentos y programas del gobierno estadounidense, según el capitán Foran, los navegantes solo se preocupan de utilizar las cartas de navegación correctas y transmitir por radio las coordenadas y la velocidad adecuadas a los barcos cercanos.
“El tipo del otro lado que me escuche decir ‘golfo de América’, mirará su gráfico y le dará igual cómo se llame”, dijo. “Lo único que le importará es: ‘De acuerdo, veo a ese tipo, sé dónde estoy. Estoy en el golfo de México y él lo llama golfo de América. ¿A quién le importa? Mientras no te cruces conmigo’”.
El nombre del golfo podría cambiar de nuevo dentro de cuatro años, cuando termine el gobierno de Trump, dijo Truett, profesor de historia en Nuevo México.
Pero si la lógica de “Estados Unidos primero” de Trump se aplicara en otros lugares de Estados Unidos, ¿no sería el estado de Nuevo México también vulnerable a un cambio de nombre?
No, dijo Truett riendo, no le preocupaba que el nombre de su estado fuera a cambiar pronto a “Nueva América”.
c. 2025 The New York Times Company