Henry Kissinger, artífice esencial en las relaciones internacionales, cumple 100 años
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Henry Kissinger celebra sus cien años, considerado una pieza esencial en el manejo de las relaciones internacionales durante el último tercio del siglo XX, dominadas por la tensión entre las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética
Washington- Una voz caracterizada por su realismo político, que gozó de gran prestigio tanto en su etapa universitaria, como en la de secretario de Estado y consejero de Seguridad y en su calidad de consultor privado.
Pero esta dimensión positiva tiene un reverso oscuro, representado por su papel en la caída de la democracia chilena o argentina durante los años setenta o en los bombardeos sobre población civil en Camboya y Laos entre 1969 y 1970 en su lucha contra el Vietcong.
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RUMBO A ESTADOS UNIDOS
Nacido en Alemania como Heinz Alfred Kissinger, pasó sus primeros años de vida durante la república de Weimar, un convulso interludio de vida democrática antes del ascenso de Adolf Hitler al poder. En 1938 su familia huyó de la persecución del régimen nazi a la comunidad judía y se instaló en los Estados Unidos.
En su tierra de adopción cambió su nombre por el de Henry y abrazó el estilo de vida americana y el “american dream”. Precisamente su experiencia traumática en la Alemania previa a la Segunda Guerra Mundial, tan diferente a la estabilidad que encontró en su nuevo país, le dieron una perspectiva única, fundamental en su manera de entender las relaciones internacionales y los equilibrios de poder.
“REAL POLITIK”: PRAGMATISMO FRENTE A IDEALISMO
Durante una entrevista al diario The New York Times en octubre de 1974, Kissinger mostró claramente la dimensión de su pensamiento cuando señaló que el Departamento de Estado debía poner por delante los intereses americanos a los ideales americanos. Es decir, la política exterior debía ser capaz de leer la realidad del momento y actuar de manera pragmática en beneficio de los intereses nacionales.
Un acercamiento a la política internacional que puso en práctica primero como Consejero de Seguridad Nacional y después como secretario de Estado entre 1973 y 1977. En plena guerra fría buscó el deshielo con la Unión Soviética y propició el acercamiento con la China comunista, con la visita de Richard Nixon y su entrevista con el líder chino Mao Zedong.
UN POLÉMICO PREMIO NOBEL
Kissinger tuvo un papel destacado en el conflicto en Vietnam. Una actuación que tuvo dos caras. Una positiva que le valió la concesión del Premio Nóbel de la Paz en 1973. Distinción que fue rechazada por el político vietnamita con el que lo compartía.
La negativa está marcada por su responsabilidad en calidad de miembro de la administración de Richard Nixon en los bombardeos sobre zonas civiles de Camboya y Laos, que causaron miles de muertos, y pudieron ser una de las causas del ascenso de los jemeres rojos en Camboya. Otro de los temas más polémicos relacionados con Kissinger es su participación en la caída del presidente chileno Salvador Allende en 1973.
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Los documentos desclasificados del Archivo de Seguridad Nacional de EE. UU. en noviembre de 2020 revelaron su papel como uno de los impulsores de la estrategia de mano dura de la administración de Richard Nixon tras la llegada al poder de Allende en Chile, que acabaron con el golpe de estado de Pinochet y la instauración de una dictadura militar.
DEL “FIN DE LA HISTORIA” A LA GUERRA EN UCRANIA
Para algunos analistas, la caída del muro de Berlín en 1989 significó un cambio en las relaciones internacionales, resumido en el manido “fin de la historia” de Francis Fukuyama. El mundo dejaba atrás el mundo bipolar de la Guerra Fría, del que Kissinger fue uno de sus protagonistas, y avanzaba hacia la estabilidad y la generalización de las democracias liberales.
Un nuevo orden mundial que tuvo su primer varapalo con los atentados del 11 de septiembre. Además, el ascenso de China como gran potencia o la invasión rusa de Ucrania han traído de vuelta la lógica de la Guerra Fría.
Con casi un siglo de existencia y una dilatada carrera política a sus espaldas, Kissinger desgranó en el Foro de Davos de 2023 su análisis sobre la invasión de Ucrania. Con su pragmatismo habitual pidió dar a Rusia la oportunidad de reincorporarse algún día al sistema internacional tras cualquier acuerdo de paz en Ucrania y que el diálogo con el país debe ser continuo. Asimismo, cambió su negativa inicial al ingreso de la exrepública soviética en la OTAN y ahora se mostraba favorable a su entrada.
Opiniones que, como es habitual en un personaje tan controvertido y contradictorio como Henry Kissinger, causan polémica. Al mismo tiempo ponen de actualidad las ideas de un realista de la política que lo fue todo durante los setenta y que a los cien años busca encontrar el delicado equilibrio entre las potencias actuales en un mundo caracterizado por su complejidad y sus diferencias culturales.
KISSINGER EL MITO
De intelectual, estadista, brillante negociador y nobel de la Paz a cínico, arrogante, ególatra y criminal de guerra. O quizás todo a la vez. Henry Kissinger, el hombre que lo ha sido casi todo en Estados Unidos, cumple 100 años agrandando su propio mito, aunque cada vez más cuestionado.
Hace décadas que el que fuera consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado de Richard Nixon (1969-1974) y de Gerald Ford (1974-1977) no ocupa un puesto en el Gobierno, pero la larga sombra del diplomático más famoso del siglo XX llega hasta hoy.
Ya sea sobre la guerra de Ucrania o la inteligencia artificial, el centenario Kissinger sigue dando con envidiable lucidez sus opiniones porque muchos se lo piden, porque le encantan los focos y puede que también para limpiar un legado lleno de claroscuros.
Y es que le persigue la fama de haber impulsado una política exterior que de tan pragmática resultó insensible a las consideraciones morales.
“Hace 50 años, en su cincuenta cumpleaños, fue celebrado como uno de los estadounidenses más admirados”, recuerda a EFE el profesor Thomas Schwartz. “Pero eso ya no es así, la Historia y los historiadores no han sido precisamente amables con él”, añade el también autor de la biografía “Henry Kissinger and American Power”.
Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth (Alemania) en el seno de una familia judía que llegó a Nueva York huyendo del nazismo cuando todavía era un adolescente.
Con un fuerte acento alemán al hablar inglés, este graduado en Harvard siempre ha negado que su infancia traumática lo marcara de por vida, pero muchos discrepan.
El profesor de la Universidad de Texas Jeremi Suri, autor de “Henry Kissinger and the American Century”, considera que “al ser un refugiado judío, ha estado siempre muy preocupado por el caos y ha querido poner orden en el mundo”.
“También cree que Estados Unidos es una nación superior que tiene que jugar un rol especial”, indica en Suri en declaraciones a EFE.
DE CHINA A CHILE
Kissinger, quien según sus conocidos no practica la humildad, quiere ser recordado como el arquitecto de la política de distensión hacia la Unión Soviética que cambió el rumbo de la guerra fría, como el artífice de la normalización de las relaciones con China y como el intelectual que frenó la proliferación nuclear.
Desea pasar a la historia como el gran mediador de Oriente Medio, así como el nobel de la Paz que puso fin a la guerra del Vietnam.
Pero no quiere que se recuerde, ni que le recuerden, que a diferencia de él, su compañero de galardón, el vietnamita Le Duc Tho, devolvió el Nobel porque su país siguió en conflicto tras los Acuerdos de París.
Desearía también que quedara en la letra pequeña su respaldo a dictaduras como las de Argentina y España, su papel en la Operación Cóndor para reprimir a opositores latinoamericanos de izquierda o que para muchos tiene las manos manchadas de sangre por su apoyo al golpe de Estado contra Salvador Allende. “No podemos permitir que Chile se vaya a las alcantarillas”, llegó a decir en 1970.
“A Kissinger no le molestaban las dictaduras. De hecho, le gustaban si estaban del lado de Estados Unidos y mantenían el comunismo fuera de América Latina”, explica a EFE Mario Del Pero, historiador de Sciences Po en París y autor de la biografía “The Eccentric Realist”.
“En un país que había perdido su norte político y moral por la guerra de Vietnam, Kissinger ofreció un mensaje claro e inequívoco: la moral no está hecha para las relaciones internacionales”, agrega.
Incluso un “best seller” del periodista Christopher Hitchens lo acusó en 2001 de crímenes de guerra por sus actuaciones en Camboya, Timor Oriental o Chile; unas críticas impensables en los 70 cuando Kissinger era el hombre más popular del país.
NACE UN MITO
Aparecía en portadas caracterizado como Supermán, salía con estrellas de Hollywood sin ser particularmente atractivo y eclipsaba al mismísimo presidente. “¿Qué pasaría si Kissinger se muriera? Que Richard Nixon se convertiría en presidente?”, se bromeaba en Washington.
Schwartz cuenta que “su historia personal lo convirtió en una figura muy fascinante. La cobertura que le hicieron los medios de la época se parece a la que tuvo Barack Obama en 2008”.
Sobrevivió al escándalo del Watergate y tras su paso por la política, Kissinger ha seguido omnipresente en editoriales, libros, charlas y entrevistas para ensanchar un mito con el que muchos se han querido fotografiar, desde Hillary Clinton a Donald Trump, pasando por Vladímir Putin o Xi Jinping.
Pero también ha invertido mucho tiempo en refutar las duras críticas en su contra, algo que no tolera. Siempre se dijo que tenía la “piel más fina” de la Administración.
Así lo demostró en una reciente entrevista con la cadena estadounidense CBS en la que, profundamente molesto, respondió que las acusaciones de criminal de guerra “son un reflejo de la ignorancia”.
A pesar de su imagen terca, sus biógrafos aseguran que puede ser encantador en persona y que una buena forma de romper el hielo es hablarle de fútbol o de ópera.
Lo que no desaparece en las distancias cortas son sus inconfundibles gafas de pasta y su enorme ego. “Quiere ser recordado como un Mandela o un Gorbachov, pero creo que será recordado por un legado más ambiguo”, opina Suri.
DESTACADOS:
+ Nacido en Alemania como Heinz Alfred Kissinger, pasó sus primeros años de vida durante la república de Weimar, un convulso interludio de vida democrática antes del ascenso de Adolf Hitler al poder.
+ Kissinger tuvo un papel destacado en el conflicto en Vietnam. Una actuación que tuvo dos caras. Una positiva que le valió la concesión del Premio Nóbel de la Paz en 1973. La negativa está marcada por su responsabilidad en calidad de miembro de la administración de Richard Nixon en los bombardeos sobre zonas civiles de Camboya y Laos.
+ Con casi un siglo de existencia y una dilatada carrera política a sus espaldas, Kissinger desgranó en el Foro de Davos de 2023 su análisis sobre la invasión de Ucrania.
Por Gerardo Domínguez y Eduard Ribas i Admetlla Agencia EFE.