Las interacciones previas entre Trump y Putin revelan una agenda que va más allá de Ucrania

Internacional
/ 28 enero 2025

Llevan siete días midiéndose con cautela: se mandan invitaciones para hablar, alternando entre provocar y adular, insinuando que la única manera de poner fin a la guerra de Ucrania es que ellos dos se reúnan

Por David E. Sanger y Anton Troianovski

Todo parece indicar que ambos líderes planean examinar a fondo la relación entre Moscú y Washington. Esto podría incluir la reanudación de las conversaciones sobre armamento nuclear.

Llevan siete días midiéndose con cautela: se mandan invitaciones para hablar, alternando entre provocar y adular, insinuando que la única manera de poner fin a la guerra de Ucrania es que ellos dos se reúnan, presumiblemente sin los ucranianos.

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Los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin, cuya relación fue siempre fuente de misterio y psicodrama durante el primer mandato de Trump, han vuelto a las andadas. Pero esto es más que una simple repetición de lo que ya hemos visto antes. Trump habló de manera inusualmente dura la semana pasada, diciendo que Putin estaba “destruyendo Rusia” y amenazando con imponer sanciones y aranceles a ese país si no acudía a la mesa de negociaciones; una amenaza bastante vacía tomando en cuenta el ínfimo volumen de comercio que se da entre EE. UU. y Rusia en estos días.

Calculador y sutil como siempre, Putin ha respondido con halagos, coincidiendo con Trump en que Rusia no habría invadido Ucrania si Trump hubiera sido presidente hace tres años. Repitió que estaba dispuesto a negociar sobre el destino de Europa, de superpotencia a superpotencia, de líder a líder.

Hasta el momento no han hablado, aunque Trump dijo a los periodistas a bordo del Air Force One el sábado por la noche que Putin “quiere hablar, y vamos a hablar pronto”. Mientras preparan el terreno para esa primera conversación, los mandatarios están enviando señales que dejan ver que quieren negociar sobre algo más que Ucrania, una guerra que, según Putin, es solo uno de los escenarios en los que Occidente libra su propia lucha contra Rusia.

Parece que ambos hombres tienen la intención de abordar íntegramente la relación entre Moscú y Washington, incluyendo tal vez la reanudación de las conversaciones sobre armamento nuclear, una conversación que tiene un plazo inminente: el principal tratado que limita los arsenales de ambas naciones expira dentro de prácticamente un año. Después de eso quedarían libres de emprender el tipo de carrera armamentística que el mundo no ha visto desde los días más tensos de la Guerra Fría.

Recordando conversaciones que sostuvo con Putin en 2020, antes de su derrota electoral de ese año, Trump insistió la semana pasada: “Queremos ver si nos podemos desnuclearizar, y creo que es muy posible”. Parecía asumir que China participaría en la misma conversación. (Este país se ha negado, al menos hasta ahora).

Aunque empleó repetidamente la palabra “desnuclearizar”, Trump se refería casi con toda certeza a la negociación de un nuevo acuerdo para reducir —no eliminar— los arsenales de armas nucleares estratégicas, capaces de atravesar continentes. Por su parte, Putin habló de reavivar los debates sobre la “estabilidad estratégica”, el término técnico que usan los negociadores para referirse a las conversaciones que abordan no solo el número de armas nucleares desplegadas en cada bando, sino su ubicación, la forma en que se inspeccionan y las medidas para disuadir su uso.

Las últimas conversaciones tentativas sobre control de armamentos terminaron poco antes de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022. Desde entonces, Putin ha sostenido que cualquier charla sobre la limitación de las armas nucleares también debe abarcar la guerra de Ucrania. El gobierno de Joe Biden se había negado a mezclar ambos temas, temiendo que el verdadero objetivo de Putin fuera intercambiar límites a su arsenal nuclear por el territorio que había capturado en Ucrania y otras concesiones.

Pero Trump parece estar abierto a una negociación más amplia, que es justamente lo que le gustaría a Putin, pues podría permitirle hacer ese trueque.

No está claro qué garantías de seguridad a largo plazo está dispuesto a ofrecer Trump, si es que ofrece alguna, al presidente Volodímir Zelenski, de quien en días recientes ha dicho en que debería haber llegado a un acuerdo con Putin y evitado una guerra devastadora.

Está claro que Trump quiere establecerse como pacificador: en su primer mandato insinuó que merecía el Premio Nobel de la Paz, y lograr que la mayor guerra de Europa desde la Segunda Guerra Mundial llegue a algún tipo de conclusión reforzaría su argumento. No parece interesado en dar a Ucrania un papel relevante en el proceso, a diferencia del expresidente Joe Biden, cuyo mantra era “Nada de Ucrania sin Ucrania”.

“Pese a todos estos intercambios fanfarrones, lo que Putin más quiere oír es que se trata de un acuerdo al que Rusia y EE. UU. llegarán por sí solos”, dijo Stephen Sestanovich, experto en estudios rusos y euroasiáticos del Consejo de Relaciones Exteriores, y exfuncionario del Departamento de Estado.

Keith Kellogg, un general retirado de 80 años al que Trump ha encargado que ponga en marcha las conversaciones, insiste en que la clave será la economía, no las bajas. “Cuando ves a Putin, no puedes solo decir: ‘Bueno, detén la matanza’, porque, francamente, así no es como piensan”, comentó en Fox News la semana pasada. Trump “tiene un enfoque diferente ante la guerra: considera el aspecto económico una pieza de esa guerra”. Y se enfocará, insiste Kellogg, en limitar los ingresos petroleros de Rusia.

Putin, seguro de su posición en los campos de batalla de Ucrania a pesar de las enormes bajas sufridas por Rusia, ha estado intentando transmitir a Trump un enfoque de esperar y ver. Ha dicho que los objetivos bélicos de Rusia no han cambiado y que, aunque el país está dispuesto a entablar conversaciones para poner fin a los combates, solo lo hará en sus propios términos.

Putin ha señalado enérgicamente que, como mínimo, exigirá conservar el 20 por ciento de territorio de Ucrania que Rusia controla actualmente, así como un acuerdo que descarte la adhesión de Ucrania a la OTAN y limite el tamaño de su ejército.

Al mismo tiempo, Putin ha dejado claro su deseo de entablar relaciones con Trump y, en general, con Estados Unidos, tras tres años de aislamiento diplomático por parte del gobierno de Biden.

Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, ha dicho casi a diario a los periodistas que Putin está dispuesto a recibir la llamada de Trump. “Estamos esperando señales”, comentó el viernes. “Todos están listos”.

Y el propio Putin en dos ocasiones la semana pasada se esforzó en deshacerse en elogios hacia Trump, un método probado para ganarse su simpatía.

El 20 de enero, día de la toma de posesión de Trump, Putin celebró una reunión televisada del Consejo de Seguridad de Rusia, un acto que normalmente se lleva a cabo los viernes y en gran medida a puerta cerrada. Dijo que Trump “mostró valor” al sobrevivir a los atentados contra su vida y que había obtenido “una victoria convincente”.

El viernes, en un momento cuidadosamente orquestado, Putin se detuvo a responder la pregunta de un reportero de la televisión estatal sobre Trump. El Kremlin rápidamente publicó el video en su sitio web.

“Probablemente sea mejor que nos reunamos y, basándonos en la realidad actual, hablemos con calma sobre todos los temas que interesan tanto a Estados Unidos como a Rusia”, dijo Putin. Descartó las amenazas de sanciones de Trump, calificándolo de “inteligente” y “pragmático”, y empleó el lenguaje de Trump al decir que le habían “robado” las elecciones de 2020.

Al igual que Trump, Putin ha dejado adivinar su deseo de tratar con él una serie de cuestiones mucho más amplias que solo la guerra de Ucrania. En sus declaraciones a la televisión estatal el viernes, Putin dijo que el Kremlin y el gobierno de Trump podrían “buscar conjuntamente soluciones a las cuestiones clave de la actualidad, incluidas la estabilidad estratégica y la economía”.

La referencia a la “estabilidad estratégica” indicaba un posible interés en las conversaciones sobre el control de armamentos, que el Kremlin inició brevemente con el gobierno de Biden en 2021. “Hablamos de una variedad de temas sobre control y no proliferación de armas, desde la IA en las armas hasta la renovación del Nuevo START”, dijo en un correo electrónico Wendy Sherman, ex subsecretaria de Estado, quien lideró las conversaciones por parte del lado estadounidense. (El Nuevo START es el tratado de control de armamentos que ha sido parcialmente suspendido por Rusia, y expira en febrero de 2026).

Sherman señaló que las conversaciones se interrumpieron antes “de la horrible invasión de Putin”.

La invitación de Putin a entablar conversaciones amplias subrayó lo que parece ser su continuo optimismo respecto a Trump, a pesar de las duras palabras que este dedicó a Rusia la semana pasada y de que el mandatario estadounidense impuso una serie de nuevas sanciones a Rusia durante su primer mandato.

Trump también arremetió contra el presidente ucraniano Volodímir Zelenski la semana pasada, esencialmente culpándolo de no haber llegado a un acuerdo con Putin que podría haber evitado la guerra.

“Yo podría haber llegado a ese acuerdo tan fácilmente, y Zelenski decidió que ‘quiero luchar’”, dijo Trump a Sean Hannity, presentador de la cadena Fox.

Dejó claro que no le interesaba el enfoque de Biden de apoyar a Ucrania durante el tiempo que fuera necesario. Sin embargo, con su dura retórica contra Putin de la semana pasada, Trump podría estar intentando demostrar que no se dejará manipular por el líder ruso, mientras se prepara para la posibilidad de que fracase en convencer a Putin de llegar a un acuerdo que funcione para todas las partes.

“Para mantener a Putin en desequilibrio, Trump tiene que mostrarle que un acuerdo es posible solo si tiene sentido para Ucrania y nuestros aliados”, dijo Sestanovich.

Aunque Putin muestra buena disposición ante las conversaciones con Trump, los funcionarios rusos no se han retractado de su mensaje general sobre Estados Unidos como una fuerza maligna, una señal de cómo el Kremlin está cubriéndose las espaldas en caso de que las conversaciones con Trump no salgan bien.

Sherman, quien tiene amplia experiencia negociando con Rusia, advierte de que si se inician conversaciones con este país, el gobierno de Trump debe estar preparado. “Putin querrá lo que siempre ha dicho que quería: todo el territorio posible, que Ucrania nunca esté en la OTAN, que no haya armas nucleares occidentales en Europa capaces de apuntar hacia Rusia”. Teniendo esto en cuenta, ella apuesta a que realmente negociar una continuación del tratado Nuevo START “probablemente esté muy abajo en su lista de prioridades”.

c. 2025 The New York Times Company

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