Merkel luchará por un cuarto mandato en Alemania
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Merkel ganó sus primeras elecciones en 2005.
Tras 11 años en el poder, Angela Merkel se ve con energía, ideas y ganas de gobernar Alemania hasta 2021. La canciller envió el domingo un mensaje rotundo para acabar con meses de especulaciones sobre su futuro: se presentará como candidata democristiana a las elecciones del próximo año; y si gana, permanecerá en el poder los cuatro años. De cumplirse sus planes, habrá liderado la gran potencia europea 16 años. Igualaría así a su mentor, Helmut Kohl. El camino en estos “tiempos inciertos” no va a estar despejado. “Esta campaña va a ser la más difícil desde la reunificación”, admitió.
Merkel ganó sus primeras elecciones en 2005. Su antecesor, el socialdemócrata Gerhard Schröder, se permitió entonces mostrar un tono paternalista con una mujer en la que pocos confiaban. En Europa mandaban Tony Blair, Jacques Chirac y José Luis Rodríguez Zapatero. En Estados Unidos, George W. Bush. Hoy todos ellos han desaparecido. La mayoría de sus sucesores, también. Ella permanece.
Si existían dudas sobre su decisión, estas fueron despejándose en las últimas semanas. La incertidumbre generada por la salida de Reino Unido de la UE y por la elección de Donald Trump como presidente de EE UU anticipaba su continuidad. Alemania, el país europeo con una política más estable, no va a permitir experimentos. Merkel podrá acudir ahora a la campaña mostrándose como la líder seria y responsable imprescindible en tiempos tumultuosos. “He tenido que reflexionar muchísimo tiempo sobre una nueva candidatura. La decisión, después de 11 años en el cargo, es todo menos trivial”, dijo.
Merkel demuestra que, en su caso, el poder no desgasta. Frente a unos líderes europeos en permanente estado de debilidad, ella permanece. Este fue el mensaje del presidente Barack Obama, que le ofreció todo su respaldo frente al territorio desconocido en el que entra el EE UU de Trump. Merkel mantiene unas cotas de popularidad sorprendentemente altas. Pese al desgaste sufrido por la entrada el año pasado de 890.000 solicitantes de asilo y el auge del partido populista antinmigración Alternativa para Alemania (AfD), un 71% de los alemanes valora su trabajo, según el Instituto para Análisis Electorales. Una encuesta del canal público ARD reduce al 52% el porcentaje de ciudadanos satisfechos con ella.
La líder más poderosa que quizás haya existido en la Europa de posguerra se lanza así a renovar dos cargos que ella considera unidos: la presidencia de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que ocupa desde 2000, y la jefatura del Gobierno. El primer objetivo lo logrará sin problemas el mes próximo en el congreso que el partido celebrará en Essen. Para el segundo, está obligada a evitar en las elecciones de 2017 la creación de un tripartito de socialdemócratas, verdes y poscomunistas.
A ellos, y a la ascendente AfD, se refirió Merkel en su comparecencia en la sede de la CDU. “Vamos a tener que enfrentarnos a los reproches de la izquierda y de la derecha”, dijo. Anticipa así una campaña que girará en torno a la idea de que ella es el único cortafuegos contra un pacto de las izquierdas.
Las encuestas otorgan a su partido una intención de voto cercana al 33%, unos ocho puntos más que los socialdemócratas. Pero Merkel tendrá que enfrentarse a una sociedad mucho más polarizada que hace cuatro años. En las elecciones de 2013, ella aparecía como figura conciliadora que cuidaba por el bien de los alemanes. Hoy, el lema “Merkel tiene que irse” es el más repetido en las protestas de AfD. “Alemania no puede permitirse otro mandato de Merkel”, se aprestó a tuitear Frauke Petry, la líder del partido que ha crecido como la espuma gracias a su rechazo a la inmigración.
Pese a los rumores de cansancio que personas de su entorno han difundido en las últimas semanas, el sí de Merkel parecía cantado. A solo diez meses de las próximas elecciones, resultaba muy poco realista pensar en una retirada. Sobre todo porque su sombra se ha hecho demasiado alargada. En la CDU no hay nadie con perfil de canciller. El respetado y poderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, es demasiado mayor. Y la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, que a veces ha sonado como sucesora, no es del agrado del votante tradicional democristiano.
“La chica” de Kohl
Al final, solo queda la mujer que llegó del este sin prácticamente experiencia política para cubrir un hueco en el Gobierno del canciller Helmut Kohl. Merkel, a la que su mentor se refería como “la chica”, cabalga ahora para ponerse al nivel de las figuras míticas de su partido. Si cumple sus planes, habrá permanecido en el poder 16 años, dos más que el fundador de su partido y de la Alemania moderna, Konrad Adenauer, y casi el mismo tiempo que Kohl, el padre de la reunificación.
Se inicia ahora un proceso en el que los socialcristianos bávaros de la CSU deberán hacer contorsionismos para acabar apoyando a la mujer a la que llevan un año atacando salvajemente. Su líder, Horst Seehofer, consciente de la importancia de mantener la alianza con la CDU para conservar su hegemonía en Baviera, se prepara para acudir a los comicios enarbolando los valores comunes de los dos partidos. “Queremos ganar la confianza de los ciudadanos para otros cuatro años. Por eso es bueno que ahora hayamos aclarado el panorama”, dijo Seehofer desde Múnich.
A Merkel le queda una pregunta que responder. “La democracia vive del cambio”, dijo la semana pasada ante Obama. El domingo no contestó a una pregunta de una periodista, que quería saber cómo salir de la espiral de volver dentro de cuatro años a una situación en la que vuelva a sentirse como imprescindible. Ella respondió que ahora no piensa en ello.