Trump amenaza a Europa con aranceles. ¿Está preparada?
Las amenazas del republicano generan inquietud en Europa, con temores de una posible guerra comercial transatlántica
Por: Jim Tankersley, Jenny Gross, Liz Alderman and Melissa Eddy
El presidente electo prometió “aranceles hasta el final” si Europa no compra más petróleo y gas estadounidenses. Los funcionarios europeos no tienen una estrategia clara para evitar una guerra comercial.
Las amenazas del presidente electo Donald Trump de imponer aranceles tanto a aliados como a adversarios han inquietado a empresas y gobiernos de toda Europa, desatando la agitación por lo que temen podría ser una guerra comercial transatlántica.
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Sus incipientes planes, incluyendo un esfuerzo altamente confidencial en las altas esferas de la Comisión Europea, parecen ser más proactivos que la primera vez que Trump asumió el poder. Sin embargo, cualquier intento de formar un frente unido en materia de comercio podría verse obstaculizado por la política esclerótica de gran parte de Europa.
Los gobiernos de Francia y Alemania se derrumbaron este mes. Austria y Bélgica luchan por formar coaliciones de gobierno mucho después de sus últimas elecciones.
Y no ha surgido un consenso claro sobre cómo responder a lo que Trump pueda tener preparado. Ya están surgiendo divisiones entre los funcionarios partidarios de una estrategia de represalias si intenta imponer nuevos impuestos a las exportaciones europeas y los partidarios de la negociación.
En un mensaje publicado en Truth Social a primera hora del viernes, Trump dijo que había dicho a la Unión Europea “que debe compensar su grandísimo déficit con Estados Unidos mediante la compra a gran escala de nuestro petróleo y gas. De lo contrario, ¡¡¡ARANCELES hasta el final!!!”.
Los economistas advierten que las guerras comerciales suelen perjudicar a todas las partes implicadas, obstruyendo el intercambio de bienes y servicios y reduciendo el crecimiento económico. Pero la debilidad de la economía europea desde el inicio de la pandemia y la agitación política podrían hacer que actualmente sea especialmente vulnerable a los daños.
En la campaña presidencial de este año, Trump dijo que impondría un nuevo impuesto del 10 o el 20 por ciento a todas las importaciones a Estados Unidos, independientemente de su origen. Además de las imprecisas amenazas que hizo el viernes de poner a Europa en la mira, también ha lanzado advertencias directas a México, Canadá, China y varios países de mercados emergentes desde que resultó electo.
Cualquier arancel de este tipo pondría en peligro la que es, a todos los efectos, la mayor relación comercial tanto para Estados Unidos como para la Unión Europea, que en 2023 hicieron operaciones por más de 1,5 billones de dólares en bienes y servicios. El año pasado, Estados Unidos tuvo un déficit comercial con Europa, importando un poco más de los países de lo que exportaba hacia ellos. Europa ya es uno de los mayores compradores de gas natural licuado de Estados Unidos, que es el mayor proveedor mundial.
Durante el primer gobierno de Trump, este impuso aranceles al acero y al aluminio de los países europeos, prometiendo reducir el déficit comercial. En lugar de eso, la brecha aumentó.
Mientras Trump amenaza con nuevos aranceles en todo el mundo, ejecutivos y líderes políticos de toda Europa también se preocupan por afrontar las consecuencias de cualquier incremento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Estas podrían desviar una oleada de exportaciones de bajo costo de las tiendas estadounidenses a las europeas.
Funcionarios de Bruselas y de los parlamentos nacionales están empezando a sopesar posibles represalias o estrategias alternativas que no impliquen cobrar impuestos a los estadounidenses.
Los primeros esfuerzos dentro de la Comisión Europea, el órgano administrativo de la Unión Europea, incluyen análisis del impacto que tendrían determinados aranceles en distintos países y sectores europeos, de acuerdo con un alto diplomático europeo que habló bajo condición de anonimato dada la sensibilidad política de la conversación. El grupo está debatiendo qué productos estadounidenses podrían ser objeto de aranceles en represalia.
Pero esas conversaciones son preliminares, al igual que preparativos similares en Berlín y en otros lugares. Esto se debe en gran medida a que los planes comerciales de Trump aún son opacos.
Los funcionarios de comercio de la Comisión Europea no se han comunicado con los estados miembros para hablar sobre una posible respuesta, en parte por temor a que parezca que quieren imponer aranceles de forma proactiva a Estados Unidos, señalaron tres diplomáticos europeos que hablaron bajo condición de anonimato, dadas las susceptibilidades.
Una teoría es que la Comisión Europea podría actuar como lo hizo durante el primer gobierno de Trump en 2018, cuando aplicó aranceles de represalia sobre 3200 millones de dólares en productos fabricados por empresas de zonas en las que Trump tenía un fuerte apoyo. Eso incluyó aranceles sobre las motocicletas de Harley-Davidson, con sede en Wisconsin, así como otros productos como el bourbon, las barajas y el jugo de naranja.
Ignacio García Bercero, exdirector de Comercio de la Comisión Europea, dijo que los funcionarios deberían ofrecer aumentar las importaciones procedentes de Estados Unidos, especialmente en energía y defensa, como parte de las negociaciones con Trump para evitar los aranceles. Al mismo tiempo, la Unión Europea también debe estar preparada para aplicar aranceles de represalia.
“Cualquier estrategia debe incluir ambos elementos”, afirmó García Bercero, quien es miembro de Bruegel, una empresa de investigación de Bruselas. “De lo contrario, no seríamos creíbles en una negociación”.
Los funcionarios europeos ya han propuesto un plan para aumentar las importaciones de Estados Unidos, incluido el gas natural licuado, para aplacar a Trump. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, sugirió una medida similar a finales de noviembre y advirtió contra los aranceles de represalia.
Otra idea es dirigirse directamente al equipo principal de Trump, hablando sobre cómo las empresas europeas tienen fábricas en Estados Unidos y explicándoles cómo cualquier arancel podría obligarlas a reducir sus plantillas estadounidenses, dijeron dos diplomáticos europeos que hablaron bajo condición de anonimato dada la sensibilidad del tema. Aunque funcionarios y empresarios alemanes intentaron ese enfoque durante el primer gobierno de Trump, sirvió de muy poco para protegerlos de sus aranceles.
Las empresas europeas ya están sopesando si reubicar la producción o partes de su cadena de suministro, mientras presionan para que se dé una respuesta a nivel europeo que impulse su competitividad.
Patrick Martin, presidente de Medef, el mayor grupo empresarial francés, dijo que los exportadores franceses estaban buscando formas de protegerse de unos aranceles más elevados que podrían hacerles más difícil competir en Estados Unidos o con sus rivales chinos.
“Evidentemente, no somos indiferentes ante los anuncios de Donald Trump y su equipo”, dijo. “Europa no debe doblegarse, sino afirmar su poder y sus capacidades”.
Martin dijo que la reacción de las empresas francesas a los aranceles variaría en función de su sector y tamaño. Treinta y ocho de las 40 mayores empresas francesas tienen instalaciones de producción tanto en México como en Estados Unidos, entre ellas fabricantes de automóviles como Stellantis y Renault-Nissan, el gigante de los cosméticos L’Oréal y el grupo de alimentos Danone. Algunas podrían intentar trasladar la producción a Estados Unidos, una medida que se alinearía con el objetivo declarado de Trump sobre los aranceles.
La empresa francesa Airbus, el mayor fabricante de aviones comerciales, que tiene una planta en Carolina del Sur y trabaja con proveedores en México, dijo el mes pasado que trasladaría cualquier nuevo costo arancelario a las aerolíneas que son sus clientas.
Otros en Francia, como los productores de vino de Borgoña, no pueden trasladar la producción a Estados Unidos y se llevarán la peor parte de cualquier arancel, dijo Martin.
Christian Diemer, alto funcionario del grupo comercial alemán BDI, quien posee una empresa que fabrica tornillos especiales en Ohio y en Europa, comentó que le preocupaban más los aranceles estadounidenses sobre China. Si los aranceles estadounidenses empujaran una nueva oleada de productos chinos hacia Europa, esto perjudicaría aún más a las empresas europeas que ya están enfrentando precios de energía que son dos o tres veces más altos que en Estados Unidos, dijo.
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Algunos ejecutivos apuestan por que un dólar estadounidense fuerte compensaría el impacto de los aranceles sobre los productos europeos. Cuando el valor del dólar es alto en comparación con otras divisas, los estadounidenses pueden comprar más fácilmente bienes importados, que a efectos prácticos se abaratan.
Otros esperan, si Trump impone aranceles, poder negociar exenciones.
En su mayoría, los grupos empresariales están advirtiendo a sus miembros que se preparen para lo que podría venir.
“Las empresas deben ser proactivas y estudiar diferentes escenarios para su planificación empresarial, ahora”, dijo recientemente a sus miembros la Cámara de Comercio e Industria de Múnich y Alta Baviera, en Alemania. c. 2024 The New York Times Company
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