Trump aumenta las amenazas a sus adversarios

Internacional
/ 17 octubre 2024

A tres semanas del día de las elecciones, el expresidente Donald Trump está poniendo en el centro de su campaña una amenaza política

Por Lisa Lerer y Michael Gold

Nunca un candidato presidencial había sugerido utilizar el ejército contra los estadounidenses simplemente porque se oponen a su candidatura.

A tres semanas del día de las elecciones, el expresidente Donald Trump está poniendo en el centro de su campaña una amenaza política: que usaría el poder de la presidencia para aplastar a quienes no estén de acuerdo con él.

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En una entrevista el domingo con Fox News, Trump calificó a los demócratas de pernicioso “enemigo interno” que provocaría un caos el día de las elecciones que, según especuló, la Guardia Nacional podría tener que controlar.

Un día después, cerró sus declaraciones ante una multitud en un evento que se anunció como una tertulia electoral en Pensilvania con un duro mensaje sobre sus oponentes políticos.

“Son malos y, francamente, malvados”, dijo Trump. “Son malvados. Lo que han hecho, lo han convertido en un arma, han convertido nuestras elecciones en un arma. Han hecho cosas que nadie pensaba que fueran posibles”.

Y el martes, una vez más se negó a comprometerse a una transferencia pacífica del poder cuando fue presionado por un entrevistador en un foro económico en Chicago.

Con la votación anticipada en marcha en estados clave, la carrera por la Casa Blanca avanza hacia el día de las elecciones de una manera extraordinaria y aleccionadora. Trump lleva mucho tiempo coqueteando con tendencias antidemocráticas, cuando no apoyándolas abiertamente, con su continua negativa a aceptar los resultados de las elecciones de 2020, la adopción de teorías conspirativas de fraude electoral a gran escala y las acusaciones de que el sistema judicial está siendo utilizado como arma en su contra. Ha elogiado a líderes como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, por ser hombres fuertes y autoritarios.

Pero nunca un candidato presidencial, y mucho menos un expresidente, había sugerido abiertamente recurrir al ejército contra ciudadanos estadounidenses simplemente porque se oponen a su candidatura. Mientras aumenta sus amenazas de represalias políticas, Trump ofrece a los votantes la opción de una forma de gobierno estadounidense muy diferente y mucho menos democrática.

“No hay ningún caso en la historia de Estados Unidos en el que un candidato presidencial se haya presentado a las elecciones con la promesa de tomar represalias contra cualquiera que percibiera que no lo apoyaba en la campaña”, dijo Ian Bassin, exasesor asociado de la Casa Blanca durante la presidencia de Barack Obama y quien dirige el grupo de defensa Protect Democracy. “Es tan fundamental y escandalosamente fuera de los límites de cómo ha funcionado este país que es difícil expresar lo loco que es”.

Mientras se acercan a lo que serán sus argumentos finales ante los votantes, Trump y Harris dedican la mayor parte de su atención a discutir las principales prioridades de los votantes: la economía, el derecho al aborto, los costos de la vivienda y la participación estadounidense en las devastadoras guerras en Ucrania y Oriente Medio. La carrera sigue siendo reñida, con opiniones sobre Trump muy arraigadas para la mayoría de los votantes.

Pero la campaña de Harris ve nuevas oportunidades políticas en los últimos ataques de Trump a los principios democráticos, especialmente entre los republicanos moderados y los independientes que desaprueban el carácter del expresidente y su estilo polarizador.

Mientras Trump hablaba el lunes por la noche, Harris se situó en un estadio en el extremo opuesto de Pensilvania, donde tomó la inusual medida de reproducir un extenso video en el que Trump prometía perseguir a quien se le opusiera. Incluía sus recientes comentarios sobre la posibilidad de una acción militar contra el “enemigo interno”.

“Él está diciendo que considera enemigo de nuestro país a quien no lo apoye o no se doblegue a su voluntad”, dijo Harris a varios miles de seguidores en un mitin en Erie, Pensilvania. “Está diciendo que utilizaría el ejército para perseguirlos”.

Los ataques a viva voz de Harris contra Trump suponen una notable ruptura con sus esfuerzos anteriores por minimizarlo como un vestigio del pasado. Sus ayudantes creen que los votantes aún no están familiarizados con las declaraciones de Trump, ni comprenden plenamente lo que está en juego para la democracia estadounidense.

La campaña planea integrar el video de las declaraciones de Trump -que rápidamente convirtió en un anuncio de televisión- en futuros mítines. Tras el acto del lunes por la noche, Harris dijo a sus ayudantes que el uso del video para presentar sus argumentos contra Trump le recordaba a una presentación de pruebas en un juicio.

Algunos de quienes se han opuesto públicamente al regreso de Trump al poder se preparan para que cumpla sus promesas. El general Mark A. Milley, quien fue jefe del Estado Mayor Conjunto durante el gobierno de Trump, dijo al periodista Bob Woodward que temía que lo llamaran de nuevo al uniforme para ser sometido a un juicio marcial “por deslealtad” si Trump ganaba la reelección. Milley le dijo a Woodward que instaló en su casa cristales antibalas y cortinas a prueba de explosiones tras criticar al expresidente en un agudo discurso de jubilación.

Olivia Troye, quien fue asesora de seguridad nacional del vicepresidente Mike Pence antes de convertirse en una prominente representante de la campaña de Harris, dijo en una entrevista que sus temores sobre un segundo gobierno de Trump incluían enjuiciamientos y una posible amenaza a la seguridad física de su familia.

Le preocupa que su marido pueda perder su trabajo y que Trump pueda indultar a los revoltosos del 6 de enero y que estos la ataquen. Incluso puso en pausa sus planes de adoptar un niño porque teme que el entorno para su familia se vuelva demasiado peligroso.

“Ciertamente he considerado cuáles son mis opciones en términos de ciudadanía en otros lugares”, dijo. “Nos estamos preparando para el peor de los casos”.

Estas amenazas de venganza de Trump no son nuevas: lleva hablando de castigar a sus adversarios políticos desde su campaña de 2016, cuando insistió repetidamente en que su oponente, Hillary Clinton, debía ir a la cárcel y animó a las multitudes a corear “enciérrenla” en sus mítines. Desde su derrota en 2020, se ha negado a aceptar ese resultado y difundido falsas afirmaciones sobre fraude electoral.

Y ha tejido juramentos de venganza durante su tercera campaña, prometiendo vengar a quienes considera sus partidarios agraviados.

“En 2016, declaré: ‘Yo tu voz’”, dijo Trump a una multitud de activistas conservadores en marzo de 2023. “Hoy, añado: soy tu guerrero. Soy tu justicia. Y para quienes han sido agraviados y traicionados, soy tu retribución”.

Bajó el tono de su retórica durante un breve periodo antes de ganar las asambleas electorales de Iowa por un amplio margen. Pero, tras ser declarado culpable de 34 delitos graves por un jurado de Nueva York a finales de mayo, no tardó en reavivar sus amenazas de llevar a cabo juicios por venganza y otras medidas de represalia, diciendo: “a veces la venganza puede estar justificada”. En junio, adoptó otra táctica: “mi retribución será el éxito”.

Los asesores de Trump preferirían que se centrara en la economía y la inmigración, pues creen que estos temas le darán ventaja entre los votantes indecisos que de otra manera podrían sentirse desanimados por su mensaje amenazante.

Pero incluso en discursos aparentemente centrados en la política o en conversaciones electorales en las que se supone debe responder directamente a las preocupaciones de los votantes en torno al bolsillo del consumidor o seguridad pública, Trump tiende a regresar a las mismas quejas que han animado su campaña política este año.

En los mítines, ha intentado responder a los ataques de los demócratas, acusando al presidente Biden de ser una amenaza para la democracia cuando aún era el candidato, y luego sugiriendo que Harris había orquestado un “golpe de Estado” cuando sustituyó a Biden en la candidatura. En su conversatorio del lunes, Trump -cuyo vehemente negacionismo de las elecciones animó a algunos de sus partidarios a asaltar el Capitolio el 6 de enero de 2021 e interrumpir el traspaso pacífico del poder- argumentó que la salida de Biden de la carrera electoral equivalía al “derrocamiento de un presidente estadounidense”.

Trump trató el motín del 6 de enero en gran medida como una protesta inofensiva, restando importancia al tamaño de la turba de sus partidarios y su intención violenta.

“Hubo un traspaso pacífica del poder”, dijo Trump, citando el día de la toma de posesión, cuando “me fui la mañana que se suponía que me tenía que ir”, como prueba de “un traspaso muy pacífico”.

Cabe destacar que muchos de los líderes empresariales y cívicos sentados en el salón de baile de Chicago aplaudieron. Y hay indicios de que los votantes e incluso algunos prominentes funcionarios electos simplemente no creen que Trump vaya a cumplir sus amenazas más alarmantes.

Cuando el gobernador republicano de Virginia, Glenn Youngkin, fue cuestionado sobre los comentarios de Trump acerca del “enemigo interno” durante una entrevista con el presentador de CNN Jake Tapper el lunes, argumentó que el expresidente se refería a los inmigrantes indocumentados.

Al preguntarle por la sugerencia de Trump de poner a los militares en contra de los estadounidenses, Youngkin respondió que no creía que eso fuera lo que el presidente quería decir. Dijo que la cadena estaba “malinterpretando y tergiversando sus pensamientos”.

“Te estoy leyendo literalmente sus citas”, replicó Tapper.

c. 2024 The New York Times Company

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