La patria se defiende con la vida y hasta la muerte: Calderón

Nacional
/ 22 septiembre 2015

Los restos de 14 héroes de la Independencia fueron trasladados ayer del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional, donde serán protagonistas de la exposición México 200 años.

México.- Que la vida de los héroes de la independencia inspiren a los mexicanos para entender que la patria es primero, como dijera Vicente Guerrero: la patria es superior a cualquier interés personal o de grupo, la patria se defiende con la vida y hasta la muerte", con estas palabras el presidente Felipe Calderón rindió ayer un homenaje a los restos de los 14 próceres de la Independencia que será exhibidos en la exposición México 200 años. La construcción de la patria.

"En este día hemos trasladado las osamentas de nuestros más grandes héroes de la Independencia a Palacio Nacional, para que pueda el pueblo rendirles el mayor de los homenajes en el Año de la Patria. La República entera les tributa el más grande de los agradecimientos."

Rescatados de su entierro original -algunos de ellos en el olvido-, fueron trasladados primero hacia la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y luego a la Columna de la Independencia, adonde volverán una vez concluidas las actividades conmemorativas del Bicentenario de la Independencia.

En su discurso, el mandatario se refirió al tema polémico sobre la identidad de los próceres. "La nación entera se congratula de corroborar plena e indubitablemente la identidad de los héroes que en alguna ocasión se había puesto, en el caso de algunos de ellos, en duda. Hoy recibimos los restos de nuestros héroes patrios: de Hidalgo, Padre de la Patria, y que llamara a los mexicanos a la Independencia; de Morelos, quien convocó a los mexicanos a constituirnos como una nueva nación y proveyó su organización a través de la Constitución de Apatzingán de 1814 y, desde luego, de todos los que siguieron el llamado de ellos, ofreciendo hasta la vida por lograr la Independencia de México".

Los descendientes

El orgullo y la emoción que embargó a Elizabeth y a María Teresa Hidalgo y Costilla Jiménez, (chosnos) descendientes de la quinta generación de Miguel Hidalgo, dentro de una ceremonia a la que también fueron invitados descendientes de Mariano Matamoros, Guadalupe Victoria y de Nicolás Bravo.

Ellos eran los que venían con su pasado a cuestas, pero al recorrido asistieron miles de personas que se apostaron a lo largo de 27 kilómetros, para atestiguar el traslado de las 14 osamentas de los héroes de la patria.

Carmen de la Vega era uno de esos seres, procedente de los rumbos de Tacuba. Llevaba ya un par de horas en esa esquina de Cinco de Mayo y Monte de Piedad, a un costado de la Catedral Metropolitana. Su nieto corría a su alrededor, ya desesperado por lo que aún no sucedía, mientras ella seguía firme con sus 84 años a cuestas para esos dos o tres minutos de desfile.

Sin embargo, doña Carmen está segura de que la espera valió la pena, "es inolvidable para los que comprendemos lo que fue nuestro país, porque ya México no es igual como antes, aunque le tengo mucho amor a mi país. No hay como mi país".

Quizá como una especie de descanso frente a la realidad, el desfile solemne de los restos patrios se convirtió en una oportunidad para recordar el pasado y, en especial, la libertad "que hasta hoy tenemos: los mexicanos estamos asustados o no tenemos el valor de gritar ¡viva México! ¡Vivan los héroes! No lo escuché, pero queremos libertad para nuestros nietos", decía doña Margarita Sánchez, quien cuenta con 75 años.

Y es que hubo quienes quisieron entonar algunos "vivas", siempre tímidos, si bien los que franquearon el paso de los restos patrios se sabían partícipes de un momento histórico, como señalara un pequeño de apenas 10 años, Moisés Asián, quien ya hasta pensaba en contárselo a sus hijos.

Alrededor de las 10 de la mañana salieron los restos del Castillo de Chapultepec: seis carruajes transportaban las urnas, custodiados por casi 300 elementos castrenses, 91 de ellos cadetes pertenecientes al Heroico Colegio Militar: hubo una bandera monumental, 18 banderas. 90 caballos.

La museografía en Palacio Nacional


Cuando el Reloj del Bicentenario, ubicado en la calle de Moneda, a un costado de Palacio Nacional, marcaba 31 días 11 horas y alrededor de 48 minutos para festejar el inicio de la guerra de Independencia, la caravana ingresó al recinto, en donde permanecerán los restos óseos de los 14 personajes durante un año, pues se pretende exponerlos al público dentro de la Galería Nacional, que se inaugurará el 5 de septiembre.

La intención es que los restos fúnebres, que en estos momentos descansan en el salón de la Tesorería, sean colocados en la parte central de la exposición México 200 años. La construcción de la patria, en el salón de Recepciones.

"Los restos serán dispuestos en vitrinas elaboradas con vidrio y madera. Se pensó en una plataforma dorada, acompañada de una guirnaldas y de los ?nombres de cada personaje", adelantó el curador Juan Manuel Corrales.

"La sala se ha transformado para ofrecer al espectador un ambiente luctuoso, las paredes y el techo se han forrado y se han puesto sus efigies con sus fechas. Habrá dos pantallas de televisión, una con el estudio realizado por el INAH y otras rememorando el traslado que se hizo en 1925 y el traslado actual".

El presidente Felipe Calderón montó guardia de honor ante los restos de 14 héroes nacionales: Juan Aldama, Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José María Morelos, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales, que serán depositados para su exhibición en la Galería Nacional, como parte de la exposición México 200 años. La construcción de la patria.

Restauración y conservación

Investigadores en antropología física, así como en restauración y conservación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, realizaron un diagnóstico e intervención de los restos óseos, tomaron rayos X y pesaron las urnas, al tiempo que las restauraron y cambiaron algunas cerraduras cuya llaves estaban extraviadas.

Aun cuando antes de que los restos fueran exhumados las autoridades del INAH y el propio José Manuel Villalpando aseguraban que las osamentas estaban en buen estado de conservación, los análisis demostraron lo contrario: registraban un alto grado de deterioro, por lo que era urgente e inaplazable someterlos a un profundo proceso de conservación -consistente en detener la pulverización de la estructura de los huesos, a través de una método de mineralización- que garantizara su permanencia y existencia otros 200 años más.

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