Arqueólogo hace nuevos aportes sobre sacrificios humanos en Tenochtitlan

Nacional
/ 11 enero 2016

Se determinó que no todos los individuos inmolados eran cautivos de guerra, como lo indican fuentes históricas

Alan Barrera Huerta, arqueólogo del INAH dijo que de acuerdo a los análisis de isotopía de estroncio, practicados a restos óseos asociados a ofrendas consagratorias de las etapas IV y VII del Templo Mayor, se determinó que no todos los individuos inmolados eran cautivos de guerra, como lo indican fuentes históricas, sino que vivieron al menos seis años en la Cuenca de México. 

Barrera Huerta indicó que mediante la investigación denominada “Isotopía de estroncio” aplicado a material óseo humano localizado en ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan, se encontró además que los seis individuos estudiados eran originarios de los territorios hoy ocupados por Tula, Hidalgo; los Altos de Chiapas; los Valles Centrales de Oaxaca, la península de Yucatán y la zona norte del centro del país. 

El arqueólogo tomó muestras tanto de hueso como de esmalte dental de seis individuos (cuatro de la etapa constructiva IV b; uno de la IV a y uno de la etapa VII), que vivieron entre 1469 y 1521, durante los reinados de Motecuhzoma Ilhuicamina, Axayácatl y Moctecuhzoma Xocoyotzin. 

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Los estudios realizados en el Laboratorio de Geoquímica Isotópica de la UNAM incluyeron fragmentos del único individuo de la Ofrenda 111, cráneos efigie y máscaras de cráneo. En todos los casos se tomaron muestras de la base de los cráneos y se utilizaron molares sanos de cada uno de ellos. 

Algunos de los restos humanos hallados en las ofrendas consagratorias de las etapas constructivas IV a (1440 – 1469 d.C.); IV b (1469 – 1481 d.C.) y VII (1502-1520 d.C.) del Huey Teocalli fueron sometidos al análisis “Isotopía…” que identifica el lugar de procedencia de personas migrantes, a través de la huella que deja en el tejido óseo la concentración de minerales propios de su lugar de origen, entre los que se encuentra el estroncio. 

El experto agregó que la composición mineralógica de los suelos pasa a los organismos vivos a través de la cadena alimenticia y es asimilada por las estructuras óseas, lo que da indicios de posibles regiones de origen. A esto se le conoce como firma isotópica. 

Señaló que eligió en su mayoría ofrendas de la etapa IV porque ya se habían identificado materiales de diferentes procedencias y el estudio buscaba confirmar si los individuos eran foráneos, además de que dichos depósitos son de los más completos y heterogéneos de las ofrendas de consagración del Templo Mayor. 

Estos depósitos están organizados como cosmogramas, es decir, los objetos dispuestos representan los tres niveles del universo: el inframundo, el espacio terrenal y el celeste. 

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Los resultados del estudio al infante de la Ofrenda 111, de la etapa IV a (1440-1469 d.C.), lo ubican como un habitante de la parte norteña del centro del país (actuales estados de Querétaro, San Luis Potosí e Hidalgo), lo que concuerda con lo indicado por las manchas ocres en sus piezas dentales (fluorosis) originadas por el consumo de agua de cuerpos con alto porcentaje de flúor. 

Además, se trata de un individuo no mayor a cinco años depositado en el adoratorio del Templo mayor dedicado a Huitzilopochtli y, hasta donde se pudo observar, estuvo ataviado a la usanza de este dios guerrero. 

La Ofrenda 64 perteneciente a la etapa VII (1502-1520 d.C.) era de un infante de entre 10 y 11 años. El análisis de esta máscara cráneo estableció que el individuo procedía de los Valles Centrales de Oaxaca o de la región de la península de Yucatán. Esas dos localidades tienen firmas isotópicas muy similares. 

Los individuos muestreados de las ofrendas 13 y 88 de la etapa IV b (1469-1481 d.C.), eran hombres de entre 20 y 30 años, y por los análisis del esmalte se precisó que procedían de la región cercana a Tula, Hidalgo. 

Los restos de las ofrendas 11 y 20 de la etapa IV b (1469 – 1481 d.C.) son cráneos efigie (individuos decapitados) que pertenecieron a una mujer de entre 20 y 30 años y a un joven de entre 15 y 20 años, respectivamente. Los dos tienen una misma firma isotópica de los Altos de Chiapas o la región de Perote, Veracruz, concluyó en un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia el arqueólogo adscrito a la Dirección de Salvamento Arqueológico INAH.

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