Hannibal: final de finales

Opinión
/ 30 marzo 2016

Probablemente llego tarde a la fiesta, pero es que no podía dejarla pasar. Hannibal, esta serie que Bryan Fuller nos obsequió durante tres años, dijo adiós hace unos días en la televisión estadounidense (pronto lo hará también por AXN en México). Y el final no pudo haber sido más impactante, bizarro, onírico y pertinente. Una obra maestra.

Confieso que Hannibal nunca me pareció una serie completamente honesta. Demasiado pretensiosa hasta en los pequeños detalles (ni cómo negarlo), su extremosidad me resultaba pomposa y en algunas ocasiones carente de los elementos narrativos suficientes para solventarla. Además era lenta, más lenta de lo necesario.

Sin embargo, el final de la tercera temporada –que supone el desenlace definitivo de esta versión televisiva sobre el doctor Lecter– me hizo cambiar de opinión en un punto importante: ahora sí, la historia tomó el curso más lógico y todas las piezas encajaron.

Eso sí, desde el inicio valoré las virtudes en Hannibal. Principalmente, esa capacidad de introducirnos en lo más oscuro y profundo de los personajes. En ese mundo interior donde la moral desarrolla nuevos significados al engendrarse en realidades menos físicas y más espirituales, donde los conceptos de bien y mal se yuxtaponen.

La narración visual, no queda duda, es la más propositiva y hermosa que he visto en años en la televisión. Y eso que hablamos de crímenes atroces, galones de sangre y canibalismo.

Por otro lado, Mads Mikkelsen en la piel de Lecter me dejó asombrada. Tan elegante e inteligente, tan elocuente en sus razonamientos y a la vez, tan monstruoso. Su relación con Will Graham (Hugh Dancy) se fue definiendo con el paso de las temporadas y en el desenlace, nada más perfecto para describirla que lo que la propia Bedelia ya había predicho: los dos se habían convertido en uno mismo. Y no fue Will quien salvó a Lecter en el último de los instantes. Fueron ambos quienes entregaron sus mentes fantásticas al abismo de lo desconocido.

Después de una tercera temporada apegada a la historia de El Dragón Rojo, con altas y bajas en el ritmo pero siempre con el mismo lenguaje audiovisual impecable, llegó ese final que los fanáticos estaban esperando. Y fue un final impactante hasta su última gota de sangre. Hasta su última frase. Hasta ese último abrazo cargado de erotismo platónico. Hasta su última secuencia excitante y mortal.

Si Bryan Fuller no consiguió salvar a Hannibal de la cancelación, que no se sienta decepcionado porque nos ha entregado una grandiosa adaptación de una historia por décadas conocida.

Creo que el efecto Hannibal será similar al de Twin Peaks en su momento. Fue incomprendida porque era demasiado para la época. Algo así, me atrevo a apostar, sucederá de nueva cuenta. Porque Hannibal es demasiado perturbadora y tanta belleza inquietante no puede ser apreciada a la primera. En veinte años estaremos hablando de otra historia.

Mi Twitter: @CalladitaR

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