Aquí no cabe ningún Marx

Opinión
/ 27 febrero 2022
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Los Hermanos Marx tuvieron suerte de no nacer en España y en esta época, porque, de haberlo hecho, sus aún desternillantes películas habrían pasado por obras realistas, o aún es más, costumbristas, y ni siquiera los diálogos de Groucho habrían arrancado carcajadas de nadie. La prueba es que hoy, aquí, casi nadie se ríe —ni se ruboriza de vergüenza— al ver cuáles son las preocupaciones de nuestros políticos y sindicatos, a los que tradicionalmente uno solía imaginar ocupadísimos con cuestiones de enjundia y vitales para los ciudadanos, sobre todo los trabajadores.

En fin, hace unas semanas no daba crédito a mis ojos al comprobar que la Vicepresidenta Díaz, la Ministra Montero menor, no sé si el Ministro Garzón y el dirigente de ERC Rufián (puede que me deje a alguno más) anunciaban con vehemencia a qué cantante iban a votar en el Festival de Benidorm, del que saldría el representante español para el de Eurovisión. Este último concurso se distinguió siempre por su mal gusto y sus patochadas, en las que se supera a cada edición. España, por otra parte, lleva medio siglo fracasando, por lo que es difícil ver la importancia de cuál sea el o la cantante enviados a hacer el lelo... y volver a fracasar. Entiendo que este asunto preocupe a los muy jóvenes y a quienes gozan de demasiado tiempo libre. Pero ¿al Gobierno y a la prensa “seria” (cierto que esta última ya no existe)? La cosa no paró ahí: una vez conocido el resultado de la selección, mucha gente se indignó, incluyendo a Yolanda Díaz, que es gallega, a Montero II y a Rufián I. Estaban furiosos por el triunfo de una joven llamada Chagall o Chanel nº 5, en detrimento de unas chicas gallegas y de una tal Doña Rigoberta o así, que hablaba de tetas. Mi tiempo no me da para escuchar sus temas, y además semejante conflicto me trae sin cuidado. No he podido evitar, sin embargo, ver de fondo en los telediarios (?) sus imágenes sin sonido. Chanel parecía una copia frenética de 2 mil cantantes más; de las gallegas, me extrañaron unos bailarines con el torso descubierto y faldas como de derviches danzando a su alrededor; a Rigoberta Menchú la vi tocarse insistentemente una teta, luego su letra, en efecto, debía de hablar de ellas con fruición. La situación marxiana (que no marxista) se disparó cuando intervinieron los sindicatos, y Comisiones Obreras elevó una queja en regla al Congreso o a RTVE. ¿De verdad los obedientes sindicatos no tienen nada más que hacer?

A continuación Rafael Nadal obtuvo su dificilísima victoria en Australia. Teniendo en cuenta que su edad es avanzada para un tenista, y que seis meses atrás iba con muletas e ignoraba si volvería a jugar, fue algo de enorme mérito. Algunos políticos dejaron de mirar a Benidorm para lamentar su récord porque Nadal es del Real Madrid y porque sus millones apestan, a diferencia, supongo, de los de Messi, Cristiano, Neymar, LeBron James y Tiger Woods, o los de centenares de actores, cantantes, actrices y ya no hablemos de empresarios y banqueros.

En medio de todo esto, se desarrollaba la campaña para las elecciones autonómicas de Castilla y León, tierras más bien despobladas y faltas de servicios básicos. No obstante, y volviendo a Groucho, una de las preguntas fundamentales planteadas a los candidatos era la “problemática” del lobo, a saber, si estaban a favor de la reciente y tajante prohibición de cazarlos en todo el territorio... o qué. Como los lobos en manada masacran a ovejas y terneros y perjudican gravemente —arruinan— a los pastores y ganaderos, desde Vox a Podemos contestaron lo mismo, más o menos: “Hay que convivir con el lobo y hay que convivir con los ganaderos”. Es obvio que se trataba de no enajenarse los votos de unos ni de otros... Pero ¡alto! ¿Votan los lobos? En breve lo harán los perros, a los que se dota ya de carnet, y a éstos los seguirán sus primos. Ahora bien, como de momento aún no votan, ¿a quién hay que contentar? Ah sí, a los cándidos franciscanos actuales, que protegen a lobos y osos hasta que alguno los devore.

Lo más curioso es que los apasionados de las chicas gallegas y sus derviches, y de Rigoberta con o sin Sostén, así como los fastidiados por el éxito de Nadal y los defensores de tigres y panteras (lástima que no los haya por aquí), son todos supuestos izquierdistas o republicanos independentistas (también se enfurecieron dos partidos gallegos, En Común y el BNG). Si Karl Marx levantara la cabeza lloraría, y no de emoción. Últimamente esta gente ha decidido que cuanto gusta e interesa a las masas es “popular”, y así nos encontramos con que los ídolos del franquismo son hoy reivindicados y “buenos” porque al “pueblo” de entonces le chiflaban: Lola Flores, Esteso y Pajares, Raphael, Mariano Ozores, Martínez Soria, de todos ellos hay revivals y entusiastas discípulos o imitadores. Quién podía decirnos que aquello de lo que abominábamos los antifranquistas de 1970 iban a resucitarlo los falsos progres de 2022. Lo siento, pero ¿no es España el país con la izquierda más idiota de Europa? Que nuestra derecha también lo es, no hemos dejado de saberlo sin interrupción.

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