Arquitectura y luz

Opinión
/ 23 marzo 2025

“Soy un hombre en el desierto imaginando una ciudad

que puede ser más bella si se le inventa”.

Alfredo García Valdez

En la luz se encuentran contenidos todos los colores, la luz observable es una parte del espectro electromagnético que nos es posible distinguir como seres humanos. En la antigua Grecia, se entendía a este fenómeno como algo cercano a la verdad. Tal vez por eso cuando expresamos: “ilumíname con tu sabiduría”, es que utilizamos ambas relaciones: la luz y la verdad, conceptos que nos otorgan la certidumbre o la autenticidad de una aseveración. En la arquitectura, la luz es un componente único y primordial, no precisamente la iluminación, ese es otro tema y otra asignatura.

Recién estrenado el siglo XX, nace en Estonia un arquitecto quien años después, obtendría la nacionalidad estadounidense; Louis Kahn fue influenciado por la arquitectura internacional, esta que pretendía homogeneizar la imagen de las ciudades, a su vez que las modernizaba utilizando materiales de última generación en ese entonces, este arquitecto se dedicó a su profesión, pero también a la docencia y a la crítica arquitectónica, su estilo es atemporal, es decir, no responde a modas o tendencias, tiende a la monumentalidad, sus edificios no esconden lo que son, muestran su materialidad, su estructura y la forma en que se construyeron, asimismo, fue influenciado por construcciones de ruinas antiguas, las cuales son traídas al presente potencializando el silencio y la quietud en un juego volumétrico que se encuentra con la luz, la cual es capaz de definir al edificio. Decía un teórico de la arquitectura que; había de construirse el objeto arquitectónico de manera que supiera su vocación: construir un edificio, de forma que sepa lo que quiere ser, afirmaba Norbergh-Schulz.

En la arquitectura, la luz es un elemento fundamental desde épocas prehispánicas, en México existen muchos ejemplos, sin embargo, ya entrado el siglo XX el arquitecto Luis Barragán, ese a quien una vez fallecido lo hicieron diamante (se rumora) es un ejemplo de la utilización de la luz como potencializador del espacio. La arquitectura emocional del arquitecto, conjuga este elemento además del color, espacialidad, materiales y modos de construir tradicionales, pero adaptados a su época. Es decir, mezcla tradición, cultura e identidad con los materiales propios de la época y la región, para dar paso a la autenticidad, la simplicidad formal y la materialidad táctil.

El ganador del premio Pritzker en su discurso leído por Juan O’Gorman, afirmó: “la nostalgia es la conciencia del pasado, pero elevada a potencia poética, ya como para el artista su personal pasado es la fuente de donde manan sus posibilidades creadoras, la nostalgia es el camino para que ese pasado rinda los frutos de que está preñado”. Esta conciencia del pasado que se traslada al presente y se ve decantada por la mirada de quien proyecta y construye, transforma el entorno y lo convierte en ciudad, de ahí la importancia de la luz y la verdad en la arquitectura y las ciudades, porque cuando el sol posa sus rayos sobre un objeto opaco, se ilumina y se muestra como es ante el observador.

La luz y la autenticidad de un edificio reflejan, como dice Barragán, la fuente de donde manan las posibilidades creadoras, de ahí la importancia de hacer conciencia de nuestro pasado, del respeto a nuestras tradiciones en todos los ámbitos de la cultura. La ciudad no es solamente autos, calles y edificios, la cultura no es solamente poblar un centro histórico por las noches, es mucho más que eso, la ciudad son sus habitantes, habitar la ciudad no es solamente circularla, es vivirla, respirarla, observarla bajo sus luces y sus sombras para que se muestre no como la luz artificial que es fugaz, sino como este componente lumínico que, como el día, tiene la capacidad de cambiar, de transformarse por el paso del tiempo y de las estaciones, que permanece y que se adapta, consciente de sus raíces.

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