Autismo, derechos humanos e integración, el compromiso social y de las instituciones

Opinión
/ 16 abril 2023

Con frecuencia encontramos personas con autismo que laboran en unidades administrativas, bibliotecas, supermercados, restaurantes y otros espacios. La sociedad debe asegurar la participación de las personas con autismo, así como no cabe duda de los significativos aportes en el ámbito laboral, cultural y familiar que realizan.

Según expertos de la Clínica Universidad de Navarra, el autismo forma parte de los llamados trastornos generalizados del desarrollo. En ellos se puede producir un retraso del desarrollo o un desarrollo atípico, con amplia alteración de funciones.

El autismo implica perturbaciones que afectan al neurodesarrollo o los cambios que facilitan la adquisición de habilidades, circunstancias que aparecen en la primera infancia y permanecen durante toda la vida. Este trastorno se produce con independencia del género y factores sociales o económicos. Dentro de las personas con autismo existen graduaciones, así algunas presentan manifestaciones más graves y otras más leves.

Los especialistas coinciden en que los síntomas más notorios de las personas con autismo son: interacción social limitada, anomalías en la comunicación verbal y no verbal, comportamientos repetitivos y seguimiento de rutinas.

En nuestra opinión, dos actores están llamados a desempeñar un papel relevante en el entorno de las personas con autismo, en especial de las niñas y niños. En primer lugar, la familia o responsables, a través de la atención y cuidados directos para su desarrollo. En segundo lugar, el Estado, mediante sus instituciones y organismos, en la aprobación de normas y en el diseño y ejecución de políticas para procurar la integración social y su calidad de vida.

Cabe mencionar que las personas con autismo pueden ser especialmente vulnerables a conflictos armados, enfermedades epidémicas y desastres naturales. Por ejemplo, en guerras, como la de Siria o la más conocida, la que sucede en Ucrania; en pandemias, como la del COVID-19; o en terremotos. En estos casos, la interacción, la comunicación y el desarrollo de las personas con autismo están en riesgo o pueden verse disminuidas.

El 13 de diciembre de 2006, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad. Este documento internacional, que fue suscrito por México, entró en vigencia en 2008.

Entre los fundamentos de dicha Convención se encuentra: que “la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena”; que existe diversidad de personas con discapacidad; que la discriminación por discapacidad constituye una vulneración de la dignidad; y que las personas con discapacidad siguen encontrando barreras para participar en igualdad de condiciones con las demás.

De ese modo, el propósito de la mencionada Convención “es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales para todas las personas con discapacidad” (artículo 1).

Por lo que respecta a los derechos de las personas con discapacidad, la mencionada Convención establece: la igualdad y no discriminación por motivos de discapacidad (artículo 5); el derecho de las personas, en todas partes, al reconocimiento como persona ante la ley y de su capacidad en igualdad de condiciones (artículo 12); el derecho a vivir en la comunidad y a tener plena inclusión (artículo 19).

También señala la Convención, como otras facultades: el derecho a trabajar y la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido, en un entorno laboral abierto, inclusivo y accesible (artículo 27); el derecho a un nivel de vida adecuado, con alimentación, vestido y vivienda acordes (artículo 28); los derechos políticos, entre ellos el derecho a elegir y a ser elegido (artículo 29); y el derecho a participar, en igualdad de condiciones, en la vida cultural (artículo 30).

El pasado 2 de abril, en virtud de una declaración efectuada en 2007 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, se celebró el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.

Con motivo de esta importante fecha es oportuno recordar a las personas con autismo. Muchas veces los trastornos que acompañan a estas personas traen consigo antipatía, incomprensión o discriminación. Sin embargo, el compromiso colectivo debe ser apoyar a estas personas a comprender mejor el mundo.

Las personas y las instituciones deben obrar con respeto, solidaridad y empatía hacia las personas con autismo. No sólo en una fecha en particular, sino todos los días del año.

Subrayamos, para finalizar, la importancia de que los derechos humanos de las personas con autismo sean vivos y efectivos, para su auténtica integración en la sociedad y en la época en que vivimos.

El autor es Investigador del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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