Burlando la ley, en dos tiempos
I. La población estadounidense es, en un segmento más que considerable, timorata, ultraconservadora, reaccionaria, xenófoba, mocha y santurrona.
¡Ey! Desde luego que hay gente brillante y muy progresista también, como en todas partes. Pero por desgracia hablamos del gringo promedio, ese que llevó a la presidencia a Donald Trump y todavía llora por “las injusticias” de las que está siendo objeto. Así que por más que se ufanen en las pelis como superpotencia, paradigma occidental, poder hegemónico global y salvadores de la humanidad, su sociedad aún tiene profundos rasgos de intolerancia y supremacismo.
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Por ello a nadie debe extrañar que dicho segmento, en su modalidad de juntas escolares de padres de familia, haya recrudecido diversas campañas para presionar a bibliotecas e instituciones educativas a retirar de sus respectivos acervos algunos títulos que se consideran objetables, inmorales, cuando no francamente pornográficos y por consiguiente inapropiados para los menores de edad.
Estos grupos pro religiosos se han adjudicado algunas victorias, logrando vetar algunos libros que, en muchos casos, son títulos contemporáneos que abordan temas como la altersexualidad o promueven el debate racial o religioso; no obstante también se han prohibido títulos ya considerados clásicos, como es el caso de “Matar a un Ruiseñor” de la escritora Harper Lee.
Incluso han incorporado a su moderno Index Librorum Prohibitorum libros de los cuales ya se han hecho adaptaciones a otros medios como cine y televisión, es el caso de “The Perks of Being a Wallflower”, “Cometas en el Cielo”, “13 Reasons Why”, sin contar la también clásica adaptación de “Matar a un Ruiseñor”.
Por lo que intuyo que estos señores del Provida gringo, más que estar preocupados por los contenidos a que están expuestas sus pobrecitas bendiciones, lo que tienen ganas es de torcer el mundo según su torcido criterio; y que en vez de asumir el deber de conversar y orientar a su progenie sobre lo que miran y leen, descargan esta responsabilidad en una autoridad.
Si otorgarle un manojo de títulos a los inquisidores los dejase satisfechos, como autoridad hasta me lo pensaría, pero sabemos que esto, lejos de saciar su apetito retrógrado, es precisamente lo que los emociona y cilindrea, la posibilidad de controlarlo todo. Bien dice el dicho: “nunca le des poder a un proyecto de tirano, por enano que lo veas...”. Bueno, en realidad no es un dicho, me lo acabo de inventar, pero tiene sentido.
Bien, otro padre de familia (a todas luces con muchos más rasgos evolutivos) se cansó de esta situación y puso en marcha un plan de lo más eficaz: sabedor de que la gran motivación detrás de las acciones de los grupos reaccionarios es la fe y que ésta es predominantemente cristiana en su país, decidió someter a la Biblia a la misma consideración de las autoridades, alegando −y con sobrada razón− que contiene un sinfín de pasajes violentos y otros de naturaleza sexual explícita, lo que vuelve al “texto sagrado” tan inapropiado para los menores como los libros antes vetados.
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Así nomás a botepronto, recuerdo que las “sagradas escrituras” describen escenas de incesto, violaciones (avaladas por el mismísimo Jehová), prostitución y detalla lo que considera aberraciones: zoofilia, sodomía, hacer el delicioso durante el periodo menstrual entre otras (pero no objeta el incesto), sin mencionar ya los episodios violentos o de tortura psicológica infligida por el Creador para deleite y regocijo de sí mismo.
Así que las autoridades del Estado de Utah, al ver que el quejoso tenía un argumento válido, decidieron en efecto retirar la Biblia de sus centros escolares. ¡Amén! Digo: ¡Hurray!
Esto no restituye a los libros prohibidos (que por lo demás, excelente publicidad gratuita han recibido), ni restaura las libertades de expresión y de lectura que han sido vulneradas... no directamente, pero −¡vaya!−, sí que hace que los radicales se moderen tantito y se la piensen nuevamente antes de volverse a poner en el papel de censores, pues les puede salir el tiro por la culata.
II. Particularmente disfruto estas anécdotas, en las que una ley absurda se utiliza de manera inteligente para reparar una injusticia. O bien, cuando alguien quiere aprovecharse de un subterfugio o vacío legal para tratar de burlar a la justicia... ¡y le sale como el orto!
¡Vamos con AMLO! ¡Ah sí! ¡Cómo de que no!
El presidente López Obrador pasará a la Historia con una frase que, más que de su autoría, le salió de lo más profundo de su hondo y cateterizado pecho: “¡Y no me vengan con que la Ley es la Ley!”.
Si revisa el video, su pronunciación todavía se fue ralentizando más de lo habitual a media frase, como sabedor de que la estaba deyectando, pero ya no se podía echar para atrás. Y sonó al final como el vaquero Woody cuando se le acaba la cuerda de su mecanismo y está diciendo: “¡Hay una serpiente en mi bota!”.
En efecto, a AMLO le encanta buscarle el vericueto legal para salirse con la suya. Y recuerdo una, cuando quiso impulsar como jefa delegacional de Iztapalapa a Clara Brugada, pero la autoridad electoral obligó a su partido (PRD) a nombrar como candidata a Silvia Oliva Fragoso.
AMLO entonces movió su fuerza electoral para favorecer al candidato del partido rémora, el PT, un tal Rafael Acosta, alias “Juanito”, cuya misión sería ganar para luego declinar en favor de Brugada.
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El tal “Juanito” ganó fácilmente con el apoyo de las fuerzas obradoristas, pero ya en el cargo no resistió la tentación de pintarles un dedo a todos, incluyendo al futuro Presidente de México, para quedarse como jefe delegacional.
Aunque me parece que finalmente sí lo presionaron para renunciar, no se me olvida que pudo más la ambición del tal “Juanito” que la lealtad que le juró a López Obrador. Lo cual para un líder mesiánico es una afrenta mayúscula y hasta irónica, pues un don nadie lo andaba cambiando por unas pocas monedas.
Hoy día, cuando para violar los tiempos de la ley electoral, AMLO ha iniciado un proceso de elección de “Coordinador de la Defensa de la Transformación” (no de selección de candidato, ¿eh? ¡Que conste!), pues no me extrañaría que alguno de los que no se viera favorecido utilizara el propio argumento de esta estrategia para seguir peleando la candidatura. No olvidemos que disciplinados en Morena no son (serán hijos del PRI, sí, pero los hijos “lerengos”).
Es decir, si Marcelo, por ejemplo, sigue sumando ridículos, como hasta ahora, y no sale favorecido como Coordinador de la Defensa del Movimiento (guiño guiño), en una de esas se sigue de largo insistiendo que aún no se ha nombrado al candidato y que él sigue en la contienda.
Y es que si algo veremos agudizarse conforme el sexenio agoniza, será desobediencia a los designios de López, dejando al descubierto que su autoridad no descansa en su estatura moral, sino, como en todos los presidentes anteriores, en el Poder que, para su desgracia, viene con fecha de caducidad.
Encuesta Vanguardia
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