Cambios fiscales para Coahuila

Opinión
/ 23 noviembre 2023

Estamos a una semana de tener un nuevo gobernador y con ello habrá cambios importantes en la administración del estado, o al menos es lo obligado para no tener un sexenio de administración de la pobreza, si no es que hasta de la miseria. Si usted voltea a su alrededor verá que en el estado hubo pocas obras de infraestructura importantes en los últimos 6 años, y lo peor es que siempre hemos estado rezagados en mantenimiento de carreteras, hospitales, escuelas, y lo más irónico es que la carretera de cuota entre Nueva Rosita y Allende está en muy mal estado, y eso que se paga por circular en ella.

Tampoco hubo cambios importantes en alguno de los rubros administrativos de gobierno del estado y por si fuera poco, nuestras participaciones federales llegan tarde e incompletas. El nuevo gobernador tendrá que hacer cambios importantes inmediatamente porque no hay recursos suficientes. No puede haber un estado con crecimiento económico sin finanzas públicas fuertes.

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La legislación fiscal estatal tendrá que cambiar forzosamente para hacer frente a un crecimiento poblacional y empresarial mayor al crecimiento de los recursos públicos. Mientras la población crece por arriba del 2 por ciento y el número de unidades económicas que reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía lo hace al 3 por ciento, los recursos económicos están decreciendo por diversas razones.

El gobierno del estado, en los 5 años que van del gobierno federal de la 4T, ha recibido 18 mil millones de pesos menos de lo que se tenía presupuestado. Esto obliga a pensar ¿cómo se podrán obtener recursos para solventar las necesidades del futuro que a todas luces son mayores que las presentes? No hay de otra, habrá que hacer cambios en las leyes fiscales para que se tengan los recursos suficientes para soportar el crecimiento.

Por ejemplo, por qué no poner un impuesto a los transportes de personal, que son responsables de una buena cantidad de accidentes y del tráfico citadino a ciertas horas no solo en Saltillo, sino también en Torreón, Piedras Negras y Acuña. No pagan un impuesto por utilizar intensivamente las vialidades urbanas y suburbanas y no contribuyen con algún pago especial por la contaminación generada. El argumento de que ayudan a que los trabajadores no usen sus carros no se sostiene porque esos mismos trabajadores en su mayoría no tienen automóvil propio.

En pocas palabras, estas empresas ganan mucho dinero en todo el estado utilizando intensivamente una infraestructura que no es para ellos, sin pagar una compensación como sucede en otros sectores de la economía. Aquí hay una oportunidad fiscal.

Las gasolinas podrían darnos otro poco de ingresos, pero no gravando la gasolina directamente, porque ese impuesto iría a la Federación y luego lo tendríamos que reclamar y a como está de agresivo el gobierno federal con nosotros, no creo que regrese ese dinero. Mejor ponerle un impuesto al almacenaje de las gasolinas. Ese impuesto sería estatal, y sería cobrado bimestralmente directamente a las administradoras de las gasolineras en función del número de litros que pueda inventariar.

Como se cobra sobre la infraestructura (sería un predial bimestral de los tanques de las gasolineras), no hay manera de que haya evasión y sería un cobro fijo que daría a Coahuila más ingresos de corto plazo. Este impuesto podría ser de 60 centavos por litro, lo que no se notaría en lo que pagamos los coahuilenses por el combustible para nuestros autos.

En pocas palabras, no sería oneroso para el gasto de los hogares y aquí no estaríamos incluyendo los tanques de diésel para no afectar al transporte, que en este sentido sí generaría una inflación regional.

También se podría crear un sistema de bonos para que la deuda pueda estar en manos de los coahuilenses. Esto evitaría parcialmente que todos los intereses de ésta se vayan a manos de los bancos que a su vez mandan las utilidades a sus países de origen sin beneficio para el país ni tampoco para Coahuila.

Además, eso daría a los ahorradores más rentabilidad (9.5%) que es lo que casi se paga hoy a los bancos, ya que cualquier persona con dinero en ahorros bancarios no recibe más del 4.5 por ciento. Eso sin contar que al quedarse una parte de los intereses en el estado, el volumen monetario se incrementaría, lo que podría aumentar el consumo regional, al menos marginalmente.

Los anteriores son solo ejemplos que estoy poniendo de cambios pertinentes que pueden realizarse para mejorar la economía del estado y el sistema financiero de la deuda que se está convirtiendo en el mayor freno para el desarrollo. Sin embargo, es necesario que se conforme un gabinete no solo político, sino también técnico, capaz de manejar aspectos financieros y económicos de alta complejidad.

Tendrá que cambiarse la forma en que se cobran algunos impuestos para hacerlos más eficientes y con el dolor de mi corazón, habrá que crear algunos nuevos para tener fondos para la atención de la salud y la infraestructura carretera que, a como va la llegada de empresas, pronto será un problema para mantener la inversión que ya está y atraer nueva. Será la restricción principal del sistema económico estatal.

En conclusión, Coahuila necesita un nuevo esquema fiscal, revisando el que ya se tiene para hacerlo más eficaz y evitar que se vea dañada la competitividad de nuestras empresas. No se trata de cobrar mucho más y abusar de los contribuyentes, se trata de crear impuestos inteligentes y de disminuir la deuda en el corto plazo. No se vale mandarla al futuro y dejarle la responsabilidad a los que vienen. La deuda puede empezar a liquidarse en este sexenio y dejar un mayor margen de operación al gobierno estatal.

Al nuevo gobernador se le dio un voto de confianza que puede aprovechar para hacer realmente una reingeniería del sistema económico-financiero del estado y crear mejores condiciones para su gobierno y los que vienen. Finalmente, lo que se necesita es que se entienda claramente que si se quieren resultados diferentes, se tienen que hacer las cosas de forma diferente. Caso contrario solo se estaría “echando rollo” (o haciendo política) y ya hemos visto, en otros lugares desde luego, que con eso no se mejora nada.

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