Chaoskampf en la teoría del nuevo contrato social

Opinión
/ 6 marzo 2022

La hipótesis del “caldo primigenio”, en donde se habrían sintetizado las moléculas orgánicas necesarias para mantener a las primeras formas de vida, nos permite trazar una línea temporal paralela al mito del Chaoskampf, ciclo de negación/superación del caos originario (materia sin forma) por medio de un proceso creativo que despliega distinciones del tipo: “hágase la luz”.

En este sentido, cuando los seres vivos de este planeta tuvieron a disposición órganos oculares, pudieron diferenciar oscuridad e iluminación. Las larvas de gusanos, medusas y esponjas tienen ojos simples, formados por una célula pigmentaria y un fotorreceptor que se conectan directamente a las células responsables de nadar, permitiéndoles guiar su movimiento.

Con el tiempo se incrementó el número de receptores de luz, así como la red neuronal necesaria para procesar los estímulos captados desde la retina. Algunas especies situaron estos nervios dentro de cavidades, protegidas por una capa transparente, que funcionan como una cámara oscura para obtener proyecciones de imágenes del exterior.

Utilizando la ontología del Chaoskampf, podría decirse que: (1) la vida surge en la oscuridad; (2) la distinción luz/oscuridad permite a los organismos orientarse; (3) el mundo comienza a percibirse en términos de ausencia de luz e, incluso, escalas de grises; (4) el orden que percibimos es la suma de todos los movimientos en consonancia con la luz que se percibe; (5) en ausencia de la luz el orden se pierde, el caos vuelve y se retorna al estado primordial.

Fuera del mar el proceso se repite. Abandonado el primer hogar, los reptiles y mamíferos compiten entre sí y los suyos por comida y un lugar para descansar, entre las distintas especies se adoptan roles de cazadores y presas: pupilas en horizontal, en ambos lados de la cabeza, para una visión panorámica que permite estar alerta y buscar un escape; así como pupilas en vertical, al frente, para controlar la entrada de luz, calcular distancias, y atacar con precisión.

Tras el abandono del segundo hogar –el edén de la selva– nuestros primeros antepasados dejaron su dieta a base de frutos, tallos tiernos y hojas frescas. Al caminar de manera erguida, la vista se agudiza; se alcanza a ver más lejos; y se percibe el horizonte. Se contempla la diferencia entre la tierra y el cielo y se comienza a medir el tiempo con ayuda de los astros.

Con el tiempo se desarrolla el lenguaje: por medio de gestos, sonidos y formas es posible hacer referencia a las cosas. Las palabras se refieren a cosas del mundo, sin tener que verlas o tocarlas directamente. Este salto evolutivo dio origen al “ojo de la mente” el cual conecta todos los estímulos físicos y psíquicos, y construye la realidad en la que vivimos.

Al respecto, la metáfora de la caverna de Platón establece la luz como medio de posibilidad de todo conocimiento, el cual se revela en el mundo de las apariencias, en forma de sombras. Cuando salimos de la caverna, salimos de la ignorancia, iluminados por el conocimiento nos damos cuenta de nuestra propia existencia y observamos el mundo según nuestras proporciones.

En este orden de ideas, se habló de la intuición y la sabiduría como estados de iluminación, ya fuera por el discurso natural que nos distingue como animales racionales o por revelación divina. Al menos por dos mil años se habló del Hombre como sujeto histórico, capaz de explicar el mundo.

La Ilustración (aufklärung) nace con el objetivo de liberar del miedo a los hombres y constituirlos en señores. Las explicaciones racionales consiguen el “desencantamiento del mundo”, y la aplicación de tecnología permite dominar y controlar la naturaleza, pero también a la sociedad.

A través de los Estados se establecieron normas legales, fronteras políticas, democracias representativas, políticas económicas, medios de comunicación, códigos morales, roles sociales, etcétera. Sin embargo, los métodos utilizados excluyeron personas y opiniones por no ser lo suficientemente racionales para legitimarse y favorecieron principalmente a hombres (androcentrismo).

En otras palabras: (1) la vida humana surgió sin la conciencia de sí, (2) el desarrollo del lenguaje y la cultura moldean la vida social, (3) la sociedad sigue un camino establecido por razones y valores, (4) el orden que percibimos es la suma de los compromisos, roles y estereotipos que necesitan nuestras razones, (5) la ausencia de la racionalidad androcentrista permite retornar al estado de primordial, a partir de cual tomamos conciencia que el orden establecido siempre puede ser de otra manera.

Frente al patriarcado, las mujeres buscan una oportunidad para ser escuchadas. Aunque no siempre utilicen la racionalidad del discurso, sus razones y valores tienen todo el sentido: una vida libre de violencia feminicida, igualdad de oportunidades y el trato digno que toda persona merece.

@RemyCouteaux / remycouteaux@gmail.com

El autor es investigador
del Centro de Derechos Civiles
y Políticos de la Academia IDH

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos
de VANGUARDIA
y la Academia IDH

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