Claudia y el riesgo de una presidencia radical

Opinión
/ 21 mayo 2024

Este maestro de violín tenía dos discípulos. Los llamaré Fulano y Mengano, pues el apellido de uno era Sztkgtrwsmlypnsk y el del otro era Kzymsklmngprswly. Ignoro cómo se apellidaban antes del terremoto que hubo en su país de Europa del Este, fuerte seísmo que entre otras graves consecuencias tuvo la de desordenar las letras de sus nombres. Fulano tocaba el violín con técnica perfecta, pero sus interpretaciones eran frías, carentes de emoción, inexpresivas. Mengano, en cambio, presentaba grandes fallas en su formación, mas ponía tanto sentimiento en su arte que hacía brotar lágrimas en quienes lo escuchaban. Y decía el maestro de los jóvenes violinistas: “¡Ah, si Fulano sintiera lo que toca!... ¡Ah, si Mengano tocara lo que siente!...”. Desciendo a terrenos más terrenos para decir que a Claudia Sheinbaum le sobra habilidad política, pero le falta conciencia ciudadana, en tanto que Xóchitl Gálvez posee sobra de sensibilidad cívica, pero necesita más experiencia de gobierno. Me inquieta la posibilidad de que la elegida por el dedito –dedazo– de AMLO llegue a la Presidencia, pues la siento anclada en los dogmas de la izquierda de los años sesenta del pasado siglo, como lo evidenció al iniciar su participación en el tercer debate con la mención de los acontecimientos del 68, a los que atribuyó el nacimiento de la lucha por la democracia en el México de hoy. No comparto esa visión. El 68 fue una dolorosa tragedia que ciertamente no se olvida. La llamada “dictadura benévola” hizo a un lado su benevolencia al sentirse amenazada y echó mano a la represión, igual que hizo en el 71. Sin embargo, por una u otra causas la ciudadanía en general no acompañó a los disidentes, ni protestó en las calles por el encarcelamiento de sus líderes. Pienso que el verdadero germen de la lucha por la democracia en México surgió de los escombros causados por los temblores del 85, desastres que llevaron a la sociedad civil a organizarse para hacer lo que no hizo el Gobierno, con Miguel de la Madrid ausente, como si nada hubiese sucedido. Después, en el 97, el PRI perdió la mayoría en el Congreso, y luego, en el 2000, vino la alternancia con el triunfo de Vicente Fox, magnífico candidato, pésimo Presidente, lo mismo que quien ahora habita en el Palacio Nacional. Me temo que si Sheinbaum llega a la Presidencia volverá a ser quien fue en sus años de activista joven, y mostrará un izquierdismo radical, no a la manera de los modernos socialismos europeos, sino a semejanza de los gobiernos estatistas, anti-individualistas y totalitarios que han llevado a la ruina a países que en otro tiempo conocieron el bienestar y la prosperidad, como Venezuela, y que ahora están en la desgracia. A una extremista radical es preferible una Presidenta que supla su falta de experiencia con un equipo de colaboradores capaces, honestos e imbuidos de amor a México, no entregados a un jefe máximo o una ideología ya obsoleta, sino dispuestos a servir a este país, ahora tan quebrantado y dolorido. Por todo lo anteriormente dicho, y por muchos motivos más, renuevo el lema que cada día repetiré hasta el día 2 de junio: un voto por Morena es un voto contra México... El joven Impericio casó con la linda Susiflor. En la noche de bodas tuvo lugar la consumación del matrimonio. Acabado el himeneo, Impericio quedó de espaldas en el lecho, poseído por la dulce fatiga que sigue al acto del amor. Ella, en cambio, se vio aún más despierta que antes. El galán le preguntó, solícito: “¿No vas a dormir, cielo?”. “No –respondió Susiflor–. Mi mamá me dijo que esta noche me va a suceder algo maravilloso, y no me lo quiero perder”... FIN.

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