Coahuila: Menores conduciendo, ¿un riesgo que debe atajarse?
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Conducir un auto no es un acto frívolo, sino uno que implica asumir la responsabilidad de cuidarse y cuidar a los demás, lo cual exige la adquisición de una cierta madurez
Conducir un vehículo, aun cuando nos parezca hoy día una actividad ordinaria, requiere de ciertas habilidades particulares que garanticen la seguridad de quien conduce, así como del resto de quienes circulan por las calles y carreteras, lo hagan en otros autos, en otro tipo de vehículos o como peatones.
No se trata de un hecho menor. Carecer de las habilidades mínimas para colocarse detrás de un volante puede implicar la diferencia entre llegar a salvo a nuestro destino o perder la vida en el trayecto.
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Y, como se ha señalado ya, no se trata solamente de quien conduce, sino también del resto de las personas. Cualquiera es una víctima potencial de un conductor carente de habilidad o falto de responsabilidad a la hora de operar una unidad automotriz.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al alarmante número de accidentes automovilísticos registrados en Coahuila, en los cuales un menor de edad conducía una unidad que participó en un percance que provocó la muerte de al menos una persona.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, en lo que va del año se han registrado cuatro percances de este tipo, cifra que contrasta con la registrada el año pasado, cuando se contabilizaron media docena.
La explicación del fenómeno parece bastante simple: un menor de edad no ha alcanzado la madurez necesaria para valorar el peligro que implica conducir un vehículo a altas velocidades, ni puede contar con la pericia necesaria para enfrentar una contingencia al volante.
No es un asunto de estigmatización ni menosprecio a la capacidad personal. Se trata de un hecho que puede ser probado de múltiples formas y que debiera ser asumido, no como un intento de prohibiciones mecánicas, sino como un mecanismo de seguridad.
Sobre todo, tendría que ser asumido como un mecanismo de protección a nuestros menores. Permitirles que conozcan un auto sin contar con las habilidades necesarias para ello puede llevar a la tragedia, tal como ocurrió el fin de semana anterior cuando un menor falleció, en el municipio de Arteaga, cuando circulaba a alta velocidad y perdió el control del auto que tripulaba.
La ocasión obliga a reiterar la necesidad de que las autoridades responsables de la seguridad vial establezcan reglas más estrictas para la expedición de licencias de manejo y se establezcan mecanismos más rígidos para verificar que solamente quienes hayan demostrado contar con los conocimientos y pericia necesarios puedan colocarse detrás de un volante.
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En este sentido, es preciso reconocer que los menores de edad no deben ser autorizados a conducir debido al riesgo que representa el que no hayan alcanzado la madurez psicológica para asumir la responsabilidad que implica dicha actividad.
Cabría esperar que no haga falta la acumulación de un mayor número de víctimas fatales para que todos asumamos la realidad.