Crisis en la arquitectura

Opinión
/ 20 octubre 2024

La ciudad se te aparece como un todo en el que ningún deseo se

pierde del que tú formas parte, y como ella goza de todo lo que tú no

gozas, no te queda sino habitar ese deseo y contentarte.

Italo Calvino.

La palabra crisis proviene del griego κρίσις (krisis) y este del verbo krinein, que quiere decir separar o decidir. La crisis es algo que se fractura y por esta misma razón es que hay que considerarla. Por lo tanto, el término crítica, que significa análisis o estudio de algo para emitir un juicio, de ahí surge también el criterio que se elige para conformar dicho juicio, que es razonamiento adecuado. La crisis o en plural, las crisis, nos orillan a reflexionar, lo que a su vez deriva en análisis e introspección.

Pallasmaa dice que él no está de acuerdo consigo mismo durante demasiado tiempo, y es que las ideas propias también deben estar sujetas a la crítica, a ponerlas en crisis a cuestionarlas, valorarlas o desecharlas si es que así se requiere, no hay nada escrito en piedra, salvo en la arquitectura. Esta disciplina que es el arte y la ciencia de construir, es una de las bellas artes que deja a su paso una estela de evidencias, en muchos casos masivas, de que el ser humano ha estado en algún lugar, algo así como “yo estuve aquí”.

La relación entre crítica y creación, ya sea artística o arquitectónica, no es novedad; Ferrater Mora, filósofo y escritor español, afirma: “a medida que cada nueva acción se sobrepone a las pasadas, estas últimas son sustancialmente modificadas porque la que se agrega no es un mero apéndice que puede arbitrariamente eliminarse; lo que se agrega concuerda profundamente con lo que ya existía, parecía estar implícito y necesitar solo que se desarrollase”. Aunque matizando un poco la expresión, no siempre lo nuevo supera a lo anterior, ni viceversa. De ahí la importancia de la crítica.

El ser humano, cambia su entorno con el fin de atender sus necesidades, cuando las personas hacen arquitectura, también transforman los comportamientos, es decir, al intervenir cualquier espacio, también se intervienen la circulación, la vista o el movimiento, se traduce en una comunicación constante y fluida a través del tiempo entre el usuario y el objeto, lo cual, según los teóricos, es un intercambio que modifica la experiencia de nuestro entorno, porque al entrar en un espacio y tener la experiencia del mismo, cambia la percepción y la experiencia, además de la comprensión que tengo de mi mismo, por lo tanto, la arquitectura y la crítica van de la mano, porque la primera se encarga también de contar una historia, de hacer una declaración de principios (o no), de formar un relato de forma tridimensional que se quedará en la memoria aunque sea destruida, lo cual da paso a la segunda.

Entonces, así como la ciudad es un repositorio de la arquitectura que a su vez envuelve y cobija a sus habitantes; siendo éstos quienes hacen la arquitectura y por lo tanto la ciudad, genera esta especie de cinta de Moebius entre los seres humanos y nuestro entorno construido, con la conciencia de que es necesario e indispensable poner nuestras ideas en crisis; lo anterior es un sendero que se vislumbra interminable. La crítica de nuestras ideas, debe estar acompañada de un criterio adecuado, por lo tanto, al encontrarnos inmersos en un contexto cultural determinado que implica tradición, historia, el paso del tiempo, además de lo que cada habitante en su propia experiencia y mirada observa de su entorno. La arquitectura y la ciudad son ejemplos de que la identidad de un lugar interiorizado por sus habitantes se refleja y se plasma en el territorio que habita, por consiguiente en cualquier objeto que es capaz de construir o crear: una prenda, una obra de arte, un ornamento o un objeto arquitectónico que permanece. De ahí que el ejercicio de la crítica se lleve a cabo desde la teoría, la conciencia, el estudio, la reflexión, pero sobre todo la acción.

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