¿Cristo o Crista Vive?

Opinión
/ 19 abril 2024

En días pasados, mientras reflexionaba sobre las distintas maneras como el Estado había absorbido, acotado y normalizado las marchas feministas del 8 de marzo para hacer de éstas, una catarsis o “performance” colectiva que no cristalizaba en un movimiento social -articulado y organizado- el resto del año, apareció en el Cerro del Pueblo, de Saltillo, la leyenda de Cristo Vive modificada, en femenino, como Crista Vive.

La leyenda original -en masculino- inscrita hace 15 años, es autoría de la organización Cristo Vive, cuyos dirigentes “reconocieron que no fue un error (porque no) hubo intención de su parte, sino (fue) intervención de ciudadanos que están en contra de sus ideologías”. Su máximo dirigente, Eduardo Pacheco, fue más preciso: “La gente (es) maldosa a veces (porque) no están de acuerdo con que la gente sea transformada a través del poder de Cristo (...) pero no vamos a desistir de seguir difundiendo el mensaje que transforma la vida de las personas y de sus familias”.

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Ningún “colectivo feminista, grupo artístico, social o de protesta” se adjudicó, esta táctica, imaginativa y poderosa, para poner en la mesa de discusión, una metáfora radical que cimbra la presencia patriarcal en las Iglesias y en su derivado, la devoción espiritual de las grandes mayorías.

En un nivel teológico, por ejemplo, es relevante conversar la percepción bíblica de las Iglesias en su relación con la mujer; por ejemplo, la Epístola a los Romanos, Capítulo 16, enlista casi 30 cristianos primitivos activos, y de los cuales, ocho son mujeres, al menos.

También, como ejemplo, existen dos textos controversiales -aunque adecuados a la época-: “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice” (Primera carta a los Corintios). Y, “yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada”. (Primera carta a Timoteo).

En un nivel eclesial, algunas preguntas son de urgente reflexión: ¿cuál es el trato de las Iglesias a la mujer -en el caso de monjas, laicas comprometidas o fieles devotas-?, ¿cuál es la función que cumplen ellas en la estructura organizacional de las Iglesias?, ¿cuánto ha cambiado su rol a lo largo del tiempo?, ¿cómo es el trato personal de sacerdotes o pastores a ellas?, ¿pueden ellas aspirar a puestos de autoridad dentro de sus Iglesias?

En un nivel político, los colectivos feministas podrían organizar círculos de reflexión con mujeres de esas Iglesias para explorar alternativas que permitieran llevar a cabo dos tareas: conversar sobre los significados de ser una mujer al interior de dichas Iglesias e impulsar una corriente progresista al interior de las mismas.

El cambio de la leyenda de Cristo Vive -en masculino- a Crista Vive -en femenino- en el Cerro del Pueblo de Saltillo puso a los distintos grupos feministas, ante una oportunidad única: utilizar esa metáfora para reflexionar sobre el patriarcado al interior de las Iglesias, trabajar desde su interior e ir más allá de la marcha del 8 de marzo.

Nota: Lamento en mi última entrega editorial, titulada “Xóchitl: Otro Ángulo” (Vanguardia: 17-04-2024), no haber precisado la fuente utilizada para escribirla: Análisis y Proyección de Resultados Presidenciales 2024. Elaborado por AOL y Jones, Consultores SC: Abril 2024.

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