Cultura y Pop: Spui, Ámsterdam

Opinión
/ 29 enero 2025

Pero si el visitante pone atención, se da cuenta de que en Ámsterdam hay también muchas librerías

Si hablamos de las grandes capitales europeas, en el top-three están sin duda Londres y París, pero elegir a otra da lugar a acaloradas discusiones donde las personas a veces terminan arrojando botellas.

Aunque sea una sorpresa para muchos, probablemente Ámsterdam, la pequeña capital holandesa, sea la ciudad que complete el podio.

Ámsterdam, en efecto, es una ciudad que golpea bastante por encima de su peso. En su libro Ámsterdam: Historia de la Ciudad Más Liberal del Mundo, Russell Shorto relata cómo fue ahí donde, durante el siglo XVII, la gente dejó de guiarse por la religión y la nobleza, y decidió que la razón de ser de un gobierno era proteger la libertad de los ciudadanos para hacer negocios, adorar al dios que les viniera en gana, y vivir su vida privada como mejor les pareciera.

El corolario fue revolucionario. Los gobiernos deben ser laicos y democráticos. Ricos y pobres, católicos y protestantes, nativos o extranjeros, todos los ciudadanos deben ser protegidos por las leyes y tratados de la misma forma. La tolerancia es un valor social innegociable. Y la educación, el trabajo, el espíritu emprendedor y el comercio son los motores de la economía y el crecimiento social.

Estás ideas forjaron la noción filosófica del liberalismo, el motor de la Ilustración Europea del siglo XVIII que cimentó los valores de la sociedad occidental moderna.

Pero a todo esto no se llegó de manera fácil. Los holandeses son famosos por su amor a discutir y argumentar, y por su convencimiento de que su opinión es tan importante como la de cualquier otro y debe ser tomada en cuenta.

El espíritu de Ámsterdam resulta evidente para los nueve millones de turistas que la visitan cada año — y que están volviendo locos a los locales, porque la ciudad ya no se da abasto. Una gran parte de los turistas viene para ver a las prostitutas mostrando su mercancía en las famosas ventanas del Barrio Rojo, fumar mariguana legalmente, y vivir la vida nocturna de la ciudad, célebre por desenfrenada y abierta. Otra gran parte, en cambio, viene para visitar los museos, que son de clase mundial, admirar los canales y las pulcras calles, y comprar ropa y productos en tiendas que van desde las grandes marcas comerciales internacionales, hasta pequeñas marcas locales y europeas de alta calidad.

Pero si el visitante pone atención, se da cuenta de que en Ámsterdam hay también muchas librerías, y de que la ciudad está llena de pequeños puntos de intercambio de libros, donde uno puede coger cualquier libro que le interese, y dejar si quiere otro que ya leyó.

El epicentro de los libros en Ámsterdam, sin embargo, está en una pequeña plaza llamada Spui, a unos diez minutos caminando de Dam Square, el centro neurálgico de la ciudad. Ahí hay cuatro librerías literarias — Nieuwscentrum, Athenaeum, American Book Center, y Waterstone’s. A unos veinte metros hay otra librería especializada en literatura para niños, y a unos cinco minutos a pie hay dos librerías más, comerciales y enormes. Por último, cada viernes se monta un mercado de libros de segunda mano en esta plaza, y ahí está también el café literario más importante de la ciudad.

En lo personal, descubrir el American Book Center y la librería Waterstone’s hace quince años me hizo sentir como el Papa: me dieron ganas de arrodillarme y besar la tierra.

Como podrá imaginar, estas dos librerías se especializan en libros en inglés: ABC vende libros publicados por editoriales americanas, y Waterstone’s por editoriales británicas. Las dos tienen varios pisos, y no huelen ni a polvo ni a viejo, probablemente porque no ofrecen libros tristes de tan vetarros: todas las ediciones que venden son modernas y tienen portadas preciosas que en sí mismas son un arte y atraen las miradas: por algo estas dos librerías muestran a la mayoría de sus libros de frente, no de lomo. En cuanto a variedad, hay absolutamente de todo: novela, ciencia ficción, fantasía, thriller, novela criminal, libros de historia, política, biografías, tatuajes, arte, viaje, cocina, fotografía, ideas, estilo de vida, qué significa ser artista, escritor, músico, humano. Las dos venden también revistas y cuadernos, y tienen pequeñas y acogedoras cafeterías, que además de cafés de calidad, ofrecen pasteles y sándwiches a un precio razonable y con buen servicio.

La tarde del sábado pasado tanto ABC como Waterstone’s estaban repletas de gente, la mayoría entre los veinte y los treinta años, que (imagino) han descubierto que los libros son una tecnología fantástica que nos permite teletransportarnos a mundos paralelos; acceder, por tan solo trescientos pesos y ocho horas de lectura, a la experiencia, perspectiva, y entendimiento que a otros seres humanos les llevó docenas de libros, cientos de entrevistas, y cinco años de trabajo duro conseguir; y experimentar ese momento desconcertante, y frecuentemente balsámico y emocional, en el cual nos damos cuenta no solo de que otros seres humanos han experimentado lo mismo que nosotros —”No estoy solo en este mundo”— sino que encontraron palabras para nombrarlo, que nos hacen comprender por primera vez nuestros propios sentimientos y experiencias.

Si me lo pregunta a mí, no es casualidad que Ámsterdam esté llena de libros, y que haya alumbrado tantas ideas que han transformado a nuestra sociedad.

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