Cultura y Pop: Y el Premio es para...
Nos acostumbramos a esto, y empezamos a pensar que hacer una película es algo sencillo
Hace treinta años, si uno hacía un vuelo transoceánico y quería entretenerse viendo una película, cada sección del avión tenía un par de televisiones y los pasajeros tenían que conformarse con la película que la aerolínea eligiera para todos.
Bendita tecnología. Hoy en día, cada pasajero tiene su propia pantalla interactiva enfrente de su asiento, y puede elegir entre un par de centenares de películas además de series de televisión, música y videojuegos.
Un vuelo de México a Europa te da tiempo para ver hasta cinco películas. La semana pasada terminé viendo por curiosidad una holandesa, Faithfully Yours (2022). El planteamiento me pareció interesante: Bodil e Isabel son dos amigas que acostumbran fingir que pasan fines de semana juntas, para ponerle los cuernos a sus maridos, cada una por su lado. Todo muy sano, hasta que Isabel, después de pasar la noche en una fiesta bastante descocada, es asesinada en la casa de playa de Bodil, poco después de que esta despacha a su amante en turno.
Bodil, que no puede revelar que no pasaron la noche juntas, se convierte en sospechosa. Hora y media después, sin embargo, el espectador se entera de que Isabel fingió su propio asesinato para poder fugarse con la hermana de Bodil (¿cómo?) de que el marido de Bodil no solo sabía que le ponía los cuernos, sino que grababa a escondidas sus aventuras porque le gustaba verlas (what?), y hemos visto al marido de Isabel, loco de celos, intentando asesinar a Bodil — que a su vez, lo asesina a él en defensa propia (pppfff).
Faithfully Yours, que en su día fue una película bastante exitosa en taquilla en los Países Bajos, es notable por todas las razones equivocadas. Y me recordó dos premios.
Los Golden Raspberry, también conocidos como Razzies, rinden homenaje desde hace 44 años a “los peores fracasos cinematográficos del año.” (En inglés, “to make a rapsberry” significa hacer el sonido de una pedorreta con la boca.)
La estatuilla es casi tan elegante como un Óscar: una frambuesa del tamaño de una pelota de golf, pegada sobre un rollo de película, un pedazo de madera, y una tapa de conservas pintada con aerosol de color dorado. La Fundación Golden Raspberry afirma que el premio, que se entrega el día anterior a los Óscares, “anima a los cineastas conocidos y a los actores de primer nivel a reconocer sus errores.”
Las categorías son las clásicas —peor película, peor actor principal, peor actor de soporte, peor guión— pero cada año los Razzies ‘celebran’ una categoría especial, como Peor Carrera, Peor Película Que Ganó Más de 100 Millones, Peor Actriz de la Década, y La Peor Actuación de Bruce Willis en 2021, un año en el que el actor hizo siete películas, a cual más mala.
Solo algunos premiados han acudido en persona a recoger su frambuesota, entre ellos Paul Verhoeven, Halle Berry y Sandra Bullock. Sylvester Stallone, que nunca ha ido, lo ha ganado doce veces, incluyendo el memorable premio al Peor Actor del Siglo. Las películas Showgirls, Batman & Robin, Transformers, y Twilight 2 están entre las que más nominaciones y premios han recibido.
Es una pena que los Razzies no den premios a películas extranjeras. Faithfully Yours habría arrasado. Sus actores son terribles, los diálogos irrisorios, los twists no sólo son absurdos, sino que no tienen justificación de acuerdo a los personajes y a lo que ha sucedido hasta entonces, y el guion da risa de tan ridículo. Isabel y su novia, por ejemplo, se escapan a vivir su amor a un país que nunca se nombra, pero que es más tolerante que... Holanda.
El segundo premio que me recordó esta pelicula es el Bad Sex Award in Fiction (algo así como Premio al Mal Sexo en una Obra de Ficción), que entrega la revista Literary Review desde 1993, y que “llama la atención sobre los pasajes de descripción sexual mal escritos, redundantes o francamente vergonzosos de la ficción moderna.”
La lista de autores que ha recibido tan distinguido premio es remarcable: Stephen King, Ethan Hawke, Nick Cave, Tony Blair, Morrissey, Philip Roth, Tom Wolfe, Paul Theroux, y Norman Mailer. No tengo espacio para poner un par de ejemplos aquí, y seguramente me los censurarían—por lo malos que son, no por lo explícito. Pero en internet se encuentran transcripciones de las escenas que lo han ganado. Dan risa de tan rebuscadas, exageradas, y pretendidamente sublimes.
Aunque es una película, Faithfully Yours tiene una secuencia de sexo tan absurda que da incredulidad y vergüenza ajena. No sólo no es sexy, sino que no corresponde al supuesto carácter de los personajes, y físicamente resultaría o imposible o muy dolorosa.
Premios como los Razzies y el Bad Sex in Fiction nos hacen reír, pero también nos sirven para calibrar. Estamos acostumbrados a películas (y novelas) que pueden ser mejores o regulares, pero que generalmente son competentes: están bien dirigidas, la cinematografía es buena, los actores saben y creen en lo que están haciendo, las tramas son inteligentes y hacen sentido al planteamiento de la historia.
Nos acostumbramos a esto, y empezamos a pensar que hacer una película es algo sencillo, que actuar bien es fácil, y que escribir un buen guion es algo que puede hacer cualquier persona que tenga una buena idea, aunque carezca de preparación y de experiencia.
Cuando un “premio” nos llama la atención sobre una película que es tan mala que vale la pena verla, nos da una vara de medir que nos permite apreciar lo mucho bueno que hay, y distinguir cuando la máquina de relaciones públicas de los estudios intentan hacer pasar como obras de arte a películas pésimas, actuaciones infames, y guiones infumables.