‘Deja el corazón en la lona para que seas grande entre los grandes’. La sabiduría del verdadero guerrero y el recuerdo del futuro
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“Te diré una frase que me dijo un maestro un día que entrenábamos.” “¡Sí tienes corazón! Déjalo en la lona para que seas grande entre los grandes.” Me contó esto ya hace días y hoy me provoca lágrimas y una sensación de vida pasada y por venir que no me cabe en el pecho. Han sido días así. Ayer le confesé a mi maestro que ando muy peleonera, y en vez de hacerme sufrir, intentando descifrar mi “agresividad”, me dijo, “Te estás sintiendo muy vulnerable, pero aún no te das cuenta.” Creo que sí me doy cuenta. Quince días de sepadiosquetipodevirusoalgo, durante los que he sentido las fuerzas menguar y el cuerpo protestar hasta contra lo que se supone que serían los remedios.
En respuesta a la indicación de dejar el corazón en la lona, respondí que siempre lo he hecho (y lo haré). Hasta que ya no haya más corazón que dejar. Y recordé el libro “Shambala: el camino sagrado del guerrero”, que algo así me enseñó sobre la entrega y la disponibilidad de un guerrero verdadero. Se entrega con todo mientras evita hacer batalla por medio de la fuerza a toda costa.
Hoy escuché un comentario que le hizo una mujer a otra, a una que está luchando contra leucemia, “Recuerda el futuro.” Y la avalancha de todas estas palabras y razones me inunda. “Recuerda el futuro”, tiene que ver con la certeza que quien estoy siendo en la construcción de quien seré. Hace días respondí ante ese consejo de un maestro que no es mío, aunque todo maestro podría ser de todos, aunque sea indirectamente, que yo tendría que ser una guerrera tan tranquila y tan temible que los demás prefieran no hacer batalla conmigo.
Me vienen imágenes del Sr. Miyagi, del Último Samurái, de la filosofía de Kendo y de Jiujitsu, de la sabiduría de quien, ante un problema de vida, se sienta a tomar café. No, no pretendo compararme con ellos, estoy recordando el futuro. O tal vez estoy más cerca de lo que pensé. Al futuro me refiero. Hoy las imágenes y las reflexiones sobre el envejecer me llenan de belleza y consuelo. El futuro es hermoso.