Dos modos de enfrentar la madurez

Opinión
/ 17 abril 2022

“Hay dos celebridades mexicanas que pertenecen a la misma generación pero que abordan la madurez desde puntos de vista diametralmente opuestos.”

1.- Uno de los factores que provocan más ansiedad en los tiempos actuales es el miedo a envejecer. Y, de alguna manera, tiene su lógica. La inmensa mayoría tenemos en la mano una supercomputadora capaz de tomar fotografías y videos en altísima resolución y subir ese material a las redes sociales que tienen alcances mundiales. Si antes te tomabas una fotografía, la mandabas imprimir y sólo tu círculo más cercano podía contemplarla.

2.- Ahora, cualquier imagen personal tiene el potencial de ser vista por prácticamente cualquier persona del planeta. Como antes sólo le sucedía a las celebridades internacionales. Por eso la cultura tiene tan instaurado el culto a la juventud. Partiendo de la creencia que “lo joven es hermoso por ser nuevo y fértil”, aquellos que ya pasaron de sus primeras tres décadas, empiezan a preocuparse. Y a tratar de tomar acción al respecto.

3.- Es cierto que la sociedad debería apreciar los aspectos valiosos de la madurez. La experiencia, la certeza, la estabilidad y el autoconocimiento que sólo pueden ser adquiridos con el paso de los años, deberían ser considerados seriamente como factores de belleza. Elementos deseables en cualquier persona. Desgraciadamente, una cosa es la teoría y otra muy diferente la práctica. Y mientras las personas se convencen de esto, seguimos abusando de los filtros.

4.- O también cometiendo excesos con los procedimientos estéticos que, a veces, parecen diseñados para destruir lo que quedaba de “hermoso” en alguien. Esto me lleva a casos específicos de celebridades mexicanas que pertenecen a la misma generación pero que abordan el tema de la madurez desde puntos de vista diametralmente opuestos. Me refiero a dos mujeres que se dedican exactamente a lo mismo, cantar y actuar: Lucero y Thalía.

5.- Hace unos días se hizo viral una imagen que la misma Thalía compartió en Instagram. Se trataba de ella misma en un gimnasio, vistiendo ropa de ejercicio color amarillo limón, sosteniendo su iPhone y abrazando a un enorme perro dóberman. Se suponía que ella estaba entrenando y su mascota no la dejaba en paz. Pero lo que encendió las alarmas de sus admiradores fue su rostro. Parecía un poco inflamado y sus ojos abotargados, más pequeños.

6.- De inmediato, miles y miles de comentarios, muchos de ellos malintencionados: “¡¿Qué se ha hecho?!” “¡Abusó del bótox!” “¡Arruinó su rostro!”, decían. Efectivamente, Thalía luce distinta. Aunque no tan radicalmente diferente como otras. Es cierto que ella ha cuidado con esmero su figura y cuando cumplió 50 años de edad, se hizo retratar con vestidos que usó hace 30 años, luciendo impecable. Pero su expresión parece haber empezado a perder frescura. No por la edad, sino por los procedimientos estéticos.

7.- Por otro lado, Lucero dijo abiertamente en una entrevista que no se ha hecho nada en el rostro. “Mi cara es tan familiar para tantos, que no quiero que me desconozcan”, dijo con sencillez. Efectivamente Lucero tendrá alguna línea de expresión por allí, pero sigue siendo la misma mujer hermosa de siempre. ¿Qué sería mejor? ¿Un rostro más liso que un espejo pero con rasgos diferentes? ¿O la misma cara de siempre con la armonía y la serenidad de la experiencia? Que cada quién decida lo que prefiere.

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