El arte de estar bien; no se trata de más, sino de reconocer la satisfacción y la suficiencia.
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Existe algo que llamo el arte de estar bien. Tiene que ver con vivir una vida en condiciones de satisfacción y de estar contento. Hace muchos años observaba a una familia de clase media (media apenas, no de las personas que se dicen de la clase media y que viven con cualquier cantidad de lujos). La familia había salido de un supermercado y acomodaban en su coche, funcional pero lejos de ser nuevo, una cantidad de artículos que me indicaban que irían a un día de campo o de vacaciones. La escena era festiva, llena de sonrisas y expectativa. Mis ojos veían a una familia sencilla, aprovechando la satisfacción de la sencillez para estar contentos. Y me cuestioné qué me detenía de estar así de satisfecha y de contenta.
¿Qué tan complejo puede ser aprovechar al máximo lo que hay (evidentemente no hablo de situaciones de carencias) y poder gozar de lo cotidiano, sin exigirle a la vida más y más? Una vez le pregunté a mi madre si le gustaría acampar. Me enseño una fotografía de una casa motor muy sofisticada y me dijo que, si fuera en un vehículo de ese tipo, sí. Mi madre nunca estuvo satisfecha con nada. De ella aprendí que nada es suficiente. Mi padre era totalmente lo opuesto. Él disfrutaba hasta del trabajo en su huerta a pleno sol. Confieso que no me gusta el trabajo de jardinería...pero sí reuniones sencillas, comida sencilla, ropa sencilla, la vida sencilla. Entonces por mis venas corre la contradicción, por un lado, el deseo de tranquilidad y simpleza y por otro lado la tendencia de complicar la vida y de ponerla de cabeza en tantos sentidos.
Creo que siempre querer más, querer lograr más, querer hacer más, nos aleja de la satisfacción y la plenitud. Vivir contentos no se trata de más, sino de aceptar y apreciar lo que realmente podemos disfrutar en la vida. A mí no me gusta la cerveza. Si me das la mejor cerveza del mundo no la voy a disfrutar porque no está dentro de la gama de cosas que me satisfacen, ni de las cosas de las que sé gozar. Allí reside el arte. Saber qué me da gozo y dedicarme a eso, sin más ni menos.