El día cero llegó hace mucho tiempo. Inició con la era industrial y su producción en serie que comenzó a tragar y agotar mantos acuíferos; también a contaminarlos. Lo importante era -y sigue siendo-, sacar adelante la producción en detrimento de la naturaleza, incluyendo la humana, con turnos extenuantes para personas que se consideran descartables. Este mismo principio hace que los poderosos continúen acaparando pozos de agua, mientras se pide a la ciudadanía cuidar este recurso con campañas publicitarias, aún y cuando solo tiene incidencia en un 7 % del agua destinada a usos en sus hogares.
Hace tiempo escribí sobre la necesidad de aprovechar el agua tratada en Saltillo, de dejar de plantar palmeras y sustituirlas por duraznillo, mimbre, encino blanco, san Pedro, candelilla, maguey o rosa de alabastro que se dan en la región. Hay un largo listado que podría dar soporte a la tierra para evitar su erosión y también, para disminuir en algo los grados centígrados elevados que se tienen a causa del asfalto y todo tipo de concretos.
El agua tratada sigue liberándose en el arroyo ante la falta de uso. Mucho ayudaría establecer normativas que obliguen a empresas y fábricas de grandes dimensiones en el uso del agua tratada, claro con sus respectivos procesos y a establecer multas por no ajustarlos, dando siempre un tiempo de ajuste para que incorporen este tipo de agua. También se hace necesario sancionar a quienes aún ahora siguen regando las banquetas con mangueras y agua potable. Este tipo de sanciones ya operan en Monterrey desde mucho antes de que ocurriera la pandemia.
Las tarifas en el uso de agua deben además ser diferenciadas, los impuestos a los monocultivos por el actual uso excesivo de agua deben ser mayores, y de igual forma las sanciones por el riego no sistematizado. Ya la realidad nos alcanzó y prevalecen los acuerdos para retrasar un cambio que puede proteger a la población entera. Ficciono que por el hecho de tener pozos privados, la cúpula en el poder no es consciente del punto de inflexión en el que nos encontramos y considero este hecho como un acto de ignorancia que Hay infinidad de expertos en el tema que podrían ser escuchados, que pueden plantear soluciones, el asunto es que los acuerdos se toman entre cercanos y consanguíneos que en la generalidad velan por sus intereses, en lugar de cuidar por los intereses de la comunidad. Esto es absurdo y lo considero un acto de ignorancia en el sentido más descriptivo y amplio y no como una ofensa, ya que la mirada autocentrada no les permite conectar los puntos que nos enlazan a todos, en una caótica danza que también incluye, primeramente, a la naturaleza que nos da cimiento.
Es curioso cómo se exaltan los espacios verdes sin acciones sistematizadas que los sostengan. Es visible el abandono a los parques en donde se podría contar con mayor cobertura vegetal, aumentar con esto algunos indicadores de salud emocional y realmente convertirnos en una ciudad verde. Hay ejemplos de jardines verticales que pueden aplicarse en las calles centrales. Existen mapas por supuesto que detallan en dónde se da la mayor radiación de la ciudad y allí podría trabajarse. ¿O es que el trabajo con el cuidado del agua, los jardines y huertos se considera una idea chabacana y accesoria?
El vocablo cero proviene del italiano zero, que a su vez derivó del latín zephyrum y más atrás del árabe hispánico sífir hasta llegar antiguamente a su fuente, el árabe clásico sifr que significa vacío.