El estómago y la ambición: lecciones de la riqueza
COMPARTIR
TEMAS
Era un hombre muy rico, tal vez uno de los Rockefeller; multimillonario, que con su dinero podía comprarlo todo, o casi todo, había sin embargo una limitación; debido a una enfermedad estomacal crónica, era incapaz de comer un jugoso bistec de carne de la mejor calidad y por lo tanto no era feliz. Esa historia nos fue contada por uno de los hermanos lasallistas del Colegio Ignacio Zaragoza, y se me quedó grabada en la memoria.
Años después, un colega economista, cuyo nombre omito, me narró una experiencia personal. Hace años, mi amigo trabajaba en la oficina de gobierno relacionada con el fomento económico del estado, y su encargo era llevar el registro de las inversiones que llegaban a instalarse, debiendo anotar entre otros datos, el monto de la inversión de cada empresa, su rama de actividad, el empleo generado y su localización en el territorio. A cambio de su trabajo devengaba una percepción honorable.
TE PUEDE INTERESAR: Coahuila: ¿Estado Cenicienta?
Un día fue a visitar a su padre, el cual advirtió en el semblante de su hijo cierto malestar, motivando que su progenitor inquiriera sobre la causa de tal estado de ánimo. Tras una breve reticencia, el hijo le confesó que se encontraba a gusto en su trabajo, que ganaba un buen sueldo, pero que de un tiempo para acá lo aquejaba una creciente inquietud, acompañada de una depresión.
El padre pregunta el motivo de tal estado de ánimo, y él responde que se siente inferior frente a los grandes inversionistas que disponían de cuantiosas cantidades de capital, las que cada día veía pasar ante sus ojos en las hojas de cálculo en las que les da puntual seguimiento. Se hace un silencio que parece eterno.
Con tranquilidad el padre toma la palabra, para hacer la pregunta: Dime hijo, ¿cuántos pollos piensas que se puede comer cualquiera de esos millonarios en una comida?
Breve silencio del hijo, quien luego responde: No sé, quizás uno cuando mucho. Y ¿cuántos te puedes comer tú? Le pregunta el padre. Pues si acaso lo mismo, fue la respuesta del hijo. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre él y tú? Ninguna, responde el joven. Ahí está, dice el padre, tú lo has dicho; ninguna, entonces no tienes por qué sentirte menos ante ellos; en el fondo somos iguales.
Años después tuve la oportunidad de conocer a una persona que trabajó como chofer con una de las familias más acaudaladas de Monterrey: creo que los Garza Sada, y entrando en confianza, le pregunté lo que servían para desayunar en esa casa, respondiéndome que acostumbraban huevos en varias formas, frijoles, machacado, migas, tortillas o pan y café, añadiendo que los empleados de la residencia comían lo mismo. Asimismo, se sabe que grandes multimillonarios como Warren Buffett y Bill Gates, acostumbran la comida chatarra; el primero en Omaha, pasa en su coche -por cierto un modelo modesto y ya usado-, para recoger en la ventanilla su orden de hamburguesa, mientras que el fundador de Microsoft, hacía fila en algún McDonald’s de Seattle esperando su pedido.
Tratándose de comida, hemos visto que —salvo extremos, ya sea de carencia u opulencia-, no hay gran diferencia entre lo que come un rico y una persona normal, siendo lo importante no pretender igualar al vecino o al millonario, pues esto propicia la envidia y el rencor.
TE PUEDE INTERESAR: Sabia virtud de conocer el tiempo
La clave está en poder satisfacer de manera digna nuestras principales necesidades, lo demás puede convertirse en ambición desmedida, la que a nada bueno conduce. Si un inversionista ha ganado su dinero mediante su trabajo honesto y eficiente, lejos de ser criticable, debe reconocerse como positivo, pues hace posible el progreso económico. El estómago tiene limitaciones fisiológicas, la ambición no, y cuando esta se desborda, ya sea a nivel individual, familiar o en un país, surgen los problemas.
¿Qué prefieres, comer con hambre y con la conciencia tranquila un plato de frijoles de la olla, o un caviar beluga, sin apetito por alguna enfermedad, o por llevar a cuestas inquietudes que turban tu ánimo?
Encuesta Vanguardia
https://vanguardia.com.mx/binrepository/1024x1024/0c0/1200d801/none/11604/XWFQ/01-1_1-8568978_20240324050928.png
$urlImage