Nicolás Maduro confiaba en su victoria electoral; después, llegó la sorpresa

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/ 7 agosto 2024

Los gráficos mostraban que una base de apoyo indispensable para el partido había participado con fuerza en Caracas

Por Anatoly Kurmanaev

Parecía que todo estaba bien para el gobierno venezolano.

Francisco Torrealba, un alto funcionario del partido gobernante, dijo que estuvo en un centro de mando electoral en Caracas, la capital, el día de la votación del mes pasado, mientras observaba con confianza los monitores conforme se acercaba el final de las elecciones presidenciales.

Los gráficos mostraban que una base de apoyo indispensable para el partido había participado con fuerza en Caracas.

El panorama era muy parecido en otros bastiones tradicionales del gobierno en todo el país, dijo. Esto aseguraba a las autoridades que una combinación de alta participación entre los votantes leales y la supresión del voto para la oposición haría que el presidente autoritario de Venezuela, Nicolás Maduro, lograra la victoria en las elecciones.

“Nosotros estábamos tranquilos”, dijo Torrealba, un legislador veterano y vicepresidente del gobernante Partido Socialista, en una entrevista, al describir el estado de ánimo entre los funcionarios del gobierno durante la votación del 28 de julio. “Hicimos todo lo necesario para alcanzar una buena victoria”.

Lo que pasó después parece haber generado una conmoción sísmica en las expectativas del gobierno.

Los recuentos de votos mostraron que los seguidores del partido gobernante en el sector público y los barrios pobres abandonaron en masa al líder, según los recuentos de votos obtenidos por la oposición. Un desastre electoral se avecinaba.

“Nos traicionaron a nosotros porque nos decían que sí iban a votar por Maduro y ¿qué hicieron? Votaron por la doña”, dijo una activista del partido gobernante en Maracaibo, la segunda ciudad más grande de Venezuela, quien habló de manera anónima por temor a represalias.

El activista se refería a la popular líder de la oposición, María Corina Machado, quien apoyaba al rival de Maduro, Edmundo González.

A medida que los resultados electrónicos llegaban a Caracas, el Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno, interrumpió de manera repentina la transmisión durante aproximadamente dos horas, según dos personas familiarizadas con lo sucedido. Parece que el retraso, según los analistas, le dio tiempo al gobierno para pasar a un plan B.

Poco después de la medianoche, la autoridad electoral declaró a Maduro ganador, anunciando porcentajes totales de votos que no parecen haberse sustentado en las boletas registradas por el sistema electoral, según muchos analistas, líderes de la oposición y una persona con conocimiento directo de la decisión del organismo electoral.

El anuncio sumió a Venezuela en una crisis política que ha cobrado la vida de al menos 22 personas en manifestaciones violentas, ha generado la detención de más de 2000 personas y ha provocado denuncias en todo el mundo.

El gobierno se ha negado a divulgar algún recuento de votos que respalde la victoria de Maduro. Su reelección ha sido rechazada por Estados Unidos y muchos otros países de América y Europa. También ha sido desacreditada por estudios estadísticos de los recuentos de votos obtenidos por la oposición, incluido uno realizado por The New York Times.

Maduro ha respondido a las críticas redoblando la represión contra la oposición y rompiendo lazos con los países que no aceptaron su victoria.

Las elecciones han hecho que Maduro tenga que lidiar con una de las decisiones más difíciles de sus 11 años de gobierno: aferrarse de manera descarada al poder sin importar el costo o aceptar un acuerdo político que podría debilitar su control del país.

Este reportaje se basa en alrededor de una veintena de entrevistas con funcionarios del partido en el poder, trabajadores electorales, activistas de la oposición y expertos electorales.

Algunas de esas personas están escondidas y muchas hablaron con la condición de mantener su anonimato. Algunas temen verse afectadas por la campaña de represión implementada por el gobierno desde las elecciones, mientras que otras no quieren poner en peligro sus cargos políticos.

‘Política es lo que sabemos hacer’

Maduro se enfrentaba a un dilema en las elecciones. La votación tenía que ser lo suficientemente libre como para convencer a Estados Unidos de que levantara las sanciones económicas, pero no tan libre como para poner en riesgo su dominio.

Una victoria le daría a Maduro un tercer mandato e impulsaría al chavismo, el movimiento fundado por su predecesor y mentor, Hugo Chávez, a su tercera década en el poder.

Maduro corrió pocos riesgos.

Permitió que González, un diplomático retirado poco conocido, lo desafiara en la contienda, al tiempo que inhabilitó a los principales líderes de la oposición, incluida Machado, por lo que no pudieron postularse.

Después, utilizó todo el peso del Estado venezolano contra la campaña de González. Su gobierno encarceló a decenas de trabajadores de su campaña, generó confusión en el proceso de votación y le negó acceso a la oposición a los principales medios de comunicación y a la publicidad.

Para ganar votos a favor de Maduro, el partido gobernante apostó por su maquinaria de eficacia probada, la maquinaria política que durante años ha utilizado la fuerza financiera de un Estado petrolero para llevar a sus partidarios a las urnas mediante una combinación de dádivas, coacción y llamados a la lealtad.

Los avances tecnológicos también han ampliado las herramientas electorales del gobierno. Los activistas del partido, desde organizadores vecinales hasta ministros del gobierno, se encargaron de llevar a 10 votantes a los centros de votación y de actualizar su progreso en una aplicación supervisada por los directores de campaña.

“Política es lo que sabemos hacer”, dijo Nicolás Maduro Guerra, diputado oficialista e hijo del presidente, en una entrevista días antes de las elecciones. “Confiamos en la victoria, no porque seamos triunfalistas, sino porque hemos hecho la tarea”.

A medida que se acercaba la votación, las encuestas internas del gobierno mostraban a Maduro a una distancia pequeña de González, un margen de error que creían que podría superarse al aumentar la participación, según dos personas familiarizadas con esas encuestas.

Funcionarios del partido dijeron en entrevistas que habían descartado las diversas encuestas públicas que mostraban una amplia ventaja de González y las habían considerado fantasiosas. Incluso algunos expertos de la oposición instaron a la cautela y señalaron que millones de venezolanos que estaban en el registro electoral se habían ido del país para huir del colapso económico.

Pero el triunfalismo de los altos funcionarios del partido contrastaba con la inquietud cada vez mayor de sus organizadores de base. La decisión del gobierno de traspasar gran parte de la economía a manos privadas para reactivar el crecimiento ha generado enormes recortes del gasto público, con lo que se han reducido las ayudas y los servicios sociales que tradicionalmente eran utilizados para incentivar el voto.

La campaña del partido oficialista de este año carecía de los recursos financieros de las anteriores, dijo una organizadora del partido en Maracaibo. La mujer afirmó que, en campañas anteriores, el gobierno repartió de todo, desde motos hasta neveras. Antes de esta votación, lo que el gobierno dio fueron cajas de comida de mala calidad y pintura para casas.

“Yo sabía lo que se nos venía”, dijo.

La euforia de la oposición

La oposición, por su parte, se organizó con entusiasmo y también utilizó la tecnología para tratar de igualar las condiciones.

Machado, aliada política de González, organizó a decenas de miles de simpatizantes en grupos electorales encargados de obtener los recuentos impresos de las 30.000 máquinas de votación del país.

La oposición creía que los recuentos les permitirían recrear los resultados y evidenciar cualquier posible fraude. El equipo de Machado creó su propia aplicación para que los voluntarios pudieran reportar la participación y cargar las actas.

Torrealba, el alto funcionario del partido oficialista, dijo que pasó la mañana del día de las elecciones inspeccionando los centros de votación en el estado rural de Portuguesa, donde se sintió animado por las largas colas de espera.

“Está sellado”, escribió un funcionario del partido, que formaba parte de la campaña de Maduro, en un mensaje de texto a un periodista del Times a primera hora de la tarde, lo que reflejaba la creencia del gobierno de que una alta participación lograría la victoria. (Casi el 81 por ciento de los residentes en Venezuela terminarían votando ese día, frente al 48 por ciento en las elecciones presidenciales más recientes, según un análisis de los datos demográficos y los recuentos de la oposición realizado por Francisco Rodríguez, economista venezolano de la Universidad de Denver).

Mientras el partido gobernante se centraba en llevar a sus partidarios a las urnas, también intentaba limitar la capacidad de la oposición para controlar las irregularidades. En muchos centros de votación, funcionarios electorales respaldados por soldados dijeron a los voluntarios de las urnas y a los testigos de la oposición que no se les entregarían los recuentos impresos, lo que es una violación de la ley electoral.

Sin embargo, después de que las urnas empezaron a cerrar pasadas las 6:00 p. m., los activistas de muchos centros de votación pudieron escanear las actas y se las enviaron a la campaña de la oposición.

A medida que se acumulaban los recuentos, la oposición estaba cada vez más convencida de que su candidato se encaminaba hacia una victoria histórica.

Barrios que durante décadas votaron por candidatos chavistas —en las barriadas más pobres de Caracas o en zonas rurales como Portuguesa— habían votado en contra de Maduro, según un análisis electoral de la oposición compartido con el Times.

“Un ánimo de euforia en que estuvimos”, dijo Andrés Schloeter, un organizador de la oposición. “Finalmente lo logramos”.

Sin embargo, la celebración de la oposición duró poco.

‘Nos van a robar la elección’

Unas dos horas después del cierre de las urnas, las máquinas de votación de todo el país perdieron de manera abrupta la conexión con las oficinas centrales del Consejo Nacional Electoral, por lo que la transmisión de los resultados se detuvo, según dos personas familiarizadas con el proceso, así como entrevistas con múltiples trabajadores electorales que intentaron cargar los resultados.

El gobierno, sin aportar pruebas, achacó posteriormente el fallo técnico a un ataque cibernético desde Macedonia del Norte.

Pero muchos analistas y líderes de la oposición creen que el gobierno interrumpió la transmisión para cambiar de estrategia.

Poco después de que se interrumpiera la transmisión, el jefe de campaña de Maduro, Jorge Rodríguez, dio la primera pista de lo que se avecinaba. “Ha sido una victoria de todos”, dijo Rodríguez a los periodistas con una amplia sonrisa en el rostro.

“Ahí nos dimos cuenta: nos van a robar la elección”, dijo Schloeter, el organizador de la oposición.

Mientras la autoridad electoral guardaba silencio, el partido gobernante celebraba un concierto de la victoria en las inmediaciones del palacio presidencial. Varios miles de empleados públicos y activistas chavistas bailaron al ritmo de bandas, incluyendo una banda tributo a Maduro cuyas canciones incluyen “Súper Bigote” y “Nicolás, Nicolás, Nicolás”.

Finalmente, poco después de la medianoche, Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral y funcionario del partido gobernante, proclamó ganador a Maduro ante una nación atónita, diciendo que había superado por siete puntos porcentuales a González.

Sin embargo, las cifras que Amoroso leyó en voz alta no procedían de la base de datos del organismo electoral, según una persona con conocimiento directo de los acontecimientos sucedidos en la sede del consejo durante la noche de las elecciones.

Cómo se llegó a esas cifras sigue siendo un misterio.

Amoroso no respondió a una solicitud de comentarios enviada a través del consejo electoral.

Los recuentos de votos cuentan una historia distinta

La medida del gobierno tuvo una falla fundamental: en gran medida, sus intentos de impedir que la oposición obtuviera el recuento de votos fracasaron, dijo Juan Barreto, un antiguo aliado político de izquierda de Maduro, quien rompió con él y apoyó a un candidato de un tercer partido en las elecciones.

Los voluntarios de la campaña de Machado lograron obtener alrededor del 30 por ciento de las actas el día de las elecciones, y en los días siguientes siguieron llegando más actas.

La dimensión de la derrota del gobierno reflejada en esos recuentos ha hecho que sea difícil refutarla, dijo una voluntaria del partido gobernante en Maracaibo.

“Eran demasiado los votos, no podíamos inventar o pelear. No había chance para hacer la trampa”, dijo.

El martes, la oposición había publicado en internet el 83 por ciento de las actas, que ubicaban a González con una ventaja de 37 puntos porcentuales sobre Maduro.

Torrealba afirma que los resultados de la oposición son falsos, pero dijo que el partido gobernante no tenía planes de divulgar sus propios resultados. Aseguró que el gobierno no estaba obligado a hacerlo y que nunca lo había hecho antes.

Pero, en 2013, el partido hizo precisamente eso: dio a conocer los resultados para desmentir las acusaciones de fraude de la oposición en unas elecciones reñidas ganadas por Maduro.

A pesar de las airadas peticiones de rendición de cuentas y transparencia, Torrealba presentó las elecciones del 28 de julio como un hecho consumado.

c. 2024 The New York Times Company

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